Contrariamente a lo que muchos piensen, Nintendo sí escucha a sus fans. En 2006, Wii Sports cautivó a millones de personas gracias a su extrema sencillez y su accesibilidad a todo tipo de público, familiarizados o no con los videojuegos. El título que redefinió el concepto de «juego casual», el más vendido de la historia y probablemente también el más olvidado por muchos de sus compradores. Muchos pidieron a Nintendo que volviese a escuchar al fan tradicional, y esta respondió con Nintendo Land en Wii U, un juego mucho más largo, profundo, complejo y encima arraigado en sus sagas más míticas. No hace falta que diga cuál fue más exitoso.
Así que Nintendo lo ha vuelto a hacer a su manera, sacándose de la chistera 1-2-Switch para acompañar el lanzamiento de Nintendo Switch, su nueva consola: un compendio de minijuegos que no se parece a nada que hayáis probado en ninguna otra plataforma. Por no parecerse, ni siquiera parece un videojuego: es como el hijo entre el concepto de Wii y un juego de mesa al estilo Party, de esos de hacer mímica y poses ridículas para mayor mofa de tus amigos.
https://www.youtube.com/watch?v=j7p47TOmicQ
¿Cuándo un videojuego no es un videojuego?
Seguramente ya conozcáis de qué va esto. Nintendo lo usó en la presentación de la consola para mostrar las posibilidades de sus mandos, los Joy-Con, estos aparatos que si se desacoplan del cuerpo principal se convierten en dos mandos independientes, del tamaño de una Game Boy Micro, pero con todos los botones en su sitio (menos el ZR y ZL). Resulta que, además de eso, cuentan con multitud de funcionalidades en su interior: acelerómetro y giroscopio, Vibración HD y una cámara infrarroja en el Joy-Con derecho que reconoce formas.
Todas estas funciones son similares a las que ya había en el Wiimote, pero aquí toman un giro importante: no necesitan la televisión. Muchos minijuegos se juegan de forma similar a lo que ya hicimos en la anterior consola: ping-pong, lucha de espadas, los imprescindibles de agitar el mando más rápido que el rival… La diferencia está en que tenemos que olvidarnos de la pantalla y mirar al oponente a los ojos y guiarnos por la intuición, el sonido y, sobre todo, la vibración; que nos da la información que necesitamos, por ejemplo, si hemos golpeado al rival o no. Es todo un ejercicio de imaginación, que no deja de estar forzado al ser un juego pensado en el modo sobremesa, es decir, usando la pantalla de 6,2″ de la consola si nos la llevamos fuera del salón, a un picnic en el campo, por ejemplo.
No obstante, es esa discreción que toma el juego lo que lo hace ideal en reuniones sociales, fomentando la interacción directa entre los usuarios, cuya atención gira entre la gente y no sobre una pantalla. Es un videojuego que no es un videojuego, un concepto que se remonta a los juguetes electrónicos que hacía Nintendo, como Love Tester, mucho antes de crear su NES. Algo que afortunadamente funciona gracias a su hardware: la respuesta al movimiento es milimétrica (hay un minijuego que mide exactamente cuántos grados giramos el mando), se usa de formas diversas (como espada, como varita mágica, como revolver, como guitarra o incluso como para bailar), y la Vibración HD suena a brujería, pero de alguna forma existe (un minijuego nos reta a adivinar el número de canicas que hay dentro de una caja por su vibración al mover el mando).
En total, son 28 minijuegos para dos jugadores los que hemos visto, introducidos por un hilarante vídeo de estética muy cuidada, casi a lo Wes Anderson, y que se pueden disfrutar uno por uno. También se incluye un sencillo modo tablero para hasta 20 jugadores en dos equipos: cada casilla es un minijuego, y el equipo ganador es el que puede avanzar en el siguiente turno, con el objetivo de llegar el primero a la meta. Puedes ver vídeos de muchos de estos minijuegos en este enlace.
Algunas reflexiones sobre 1-2-Switch
No podemos imaginar 1-2-Switch sin música, bebidas «estimulantes» y muchos gritos y ruido. Es un juego que solo tiene sentido en un ambiente festivo, en el que los focos de atención cambian a una velocidad proporcional a la que baja la botella. Por esa razón, 1-2-Switch tiene una interfaz tan minimalista y discreta, que no agobiará a nadie que no esté familiarizado con cualquier smartphone. La popularidad de los juegos de móvil inteligente, prácticamente en pañales cuando salió Wii Sports, son clave para entender la estrategia de Nintendo con 1-2-Switch: los gráficos están tan vistos en las maquinitas de los bolsillos que es difícil que vayan a llamar la atención de nadie. Un Mii correteando era gracioso hace diez años, pero ahora ya está asumido, y un disfraz de Mario o de Link no va a cambiar ese hecho.
Nintendo entra en escena habiendo estudiado cuidadosamente las costumbres de sus potenciales clientes en el mundo actual, en 2017. Lo vuelvo a repetir: 1-2-Switch parece un juego de smarthpone, de esos que te descargas en veinte segundos para tener algo que hacer esa noche. Esto tiene sus cosas buenas y malas. Lo bueno es que es justo la clase de entretenimiento que mucha gente consume hoy día; gente sin relación con los videojuegos, como lo eran los que compraron Wii por Wii Sports en su día. Lo malo es que esa gente está acostumbrada a descargarlos gratis desde su móvil, y gastarse 375 euros en el pack Switch + juego suena a alternativa absurda, ya no digamos si encima te lo venden aparte.
Por esa razón, y a pesar de ser el movimiento más inteligente, 1-2-Switch lo tiene tan difícil. Es la clase de juego que conquista a cualquiera, solo con verlo en vídeo uno siente la necesidad de probarlo, porque se juega diferente, usa los mandos de formar verdaderamente novedosas y eso crea curiosidad. Y es divertido. Pero cuánto durará la diversión es incierto, además de ser exclusivamente multijugador, sin retos o progresión de ningún tipo. Por otra parte, en una admirable acto de modestia, Nintendo priva a 1-2-Switch de cualquier signo o imagen que recuerde a la marca, ni Miis ni Marios, con lo que su atractivo es universal… pero se auto rechaza la opción de entrar en el imaginario colectivo de la marca, con lo que tampoco encontraría su sitio en el «canon nintendero», algo que salvó la vida de Nintendo Land. Vamos, que no veremos ningún mapa de 1-2-Switch en el próximo Super Smash Bros.
Conclusiones
¿Conseguirá convencer la gran campaña de márketing de Nintendo que 1-2-Switch es un imprescindible en las fiestas? O lo que es lo mismo, ¿se repetirá el fenómeno Wii Sports? Recordemos que estamos en 2017, así que, ¿podrán la consola y el juego competir con las cientos de aplicaciones gratuitas disponibles en los móviles? Si finalmente lo consigue, ¿podrá 1-2-Switch mantener el interés de los que lo compren durante los meses y años venideros? Y más importante, pues es la clave del éxito de Wii, ¿será capaz de contagiarse a posibles compradores, algo que sí ocurrió con Wii Sports (incluso cuando muchos de sus jugadores lo tenían meses cogiendo polvo)?
Preguntas que solo el tiempo podrá responder. 1-2-Switch es el juego más fascinante que ha hecho Nintendo en años. Las razones de su concepción, su posición en el panorama de entretenimiento actual, su público objetivo, todos son temas de estudio y debate tan amplios como inesperados. Tal es así, que he olvidado que en este juego usa los mandos como si estuvieses ordeñando a una vaca, acunando a un bebé, comiéndote un bocadillo o afeitándote. Y parecía un juego simple.
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