Hace nada menos que unos treinta y dos años, Konami tuvo la genial idea de crear una exigente saga dentro del género Shooter futurista (también llamado matamarcianos) que entonces causaba furor en el pujante mundillo de los salones recreativos, y lo llamó Gradius, o Némesis en Europa y Estados Unidos. Tal fue el éxito que tuvo este primer título, que unos pocos años después fue adaptado en múltiples consolas domésticas, para mayor disfrute hogareño frente a la tradicional experiencia de juego rodeado de gente y sucesivo desembolso de monedas que originalmente lo caracterizó, y entre las muchas afortunadas estuvo la NES y una menos conocida TurboGrafx o PC Engine, consola también de 8 bits pero con un innovador chip gráfico de 16 bits que fue desarrollada por NEC y lanzada entre 1987 y 1989 en los diferentes territorios.
Pues bien, directamente desde aquellos ya lejanos finales de los ochenta nos llega a la actualidad vía consola virtual de Wii U este desafiante título que sin duda ha marcado a muchos posteriores del mismo género, donde vamos a bordo de una intergaláctica nave a hacer frente a una horda casi infinita de pendencieros alienígenas deseosos de poner en peligro la frágil paz del planeta que da nombre al juego y de paso del universo entero. Desde hace unos meses la consola HD antecesora de Switch ha empezado a recibir algunos de los títulos más destacados de la mencionada consola, y entre sus muchas joyas no podía faltar este referente que ha contado con representantes en sucesivas generaciones de plataformas de sobremesa y portátiles, hasta prácticamente hace cinco años, pero por supuesto qué mejor que empezar por el principio de una saga que esperamos aún dé mucho más de sí.
¡Destruye el núcleo!
Si hay que definir a este juego con una frase, qué mejor que con su lema estrella con el que mejor se le conoció en su época, dedicado a un inmenso ejército alienígena bastante mal intencionado, aparentemente impenetrable y equipado con mortíferas armas con las que está deseando hacer puntería a todo lo que se mueva, concretamente nosotros, ¿cuál es la mejor manera de abordarlas y acabar con él? Pues… apuntando al núcleo de sus naves. Con esta sencilla trama y premisas de base, Gradius nos mete de lleno en la acción en cuanto pulsamos Start desde la pantalla de título, ya que así eran los títulos de entonces, nada de intros chulas ni tutoriales, partes a bordo de la magnífica Vic Viper, nombre de la mítica nave que a los que llevan más tiempo en el mundillo de los videojuegos es bastante probable que les suene y les despierte algún nostálgico recuerdo, y tu misión es salvar a la humanidad de una terrible amenaza.
Así que nada, sin más preámbulos toca disparar indiscriminadamente a los sucesivos enemigos que van apareciendo por el lado derecho mientras recorremos una serie de mundos intergalácticos repartidos en 8 intensos niveles sin más transición que los grandotes jefes que aguardan al final de cada uno de ellos, en tanto el cuerpo (la nave) aguante. Eso sí, no te puedes dormir ni confiar un segundo pues aún tras acabar con el correspondiente jefazo, la acción continúa de inmediato con la siguiente zona, sin recuento de puntos obtenidos ni nada. Porque esa es otra de las características de este shooter espacial, su acción continua, en ningún momento sale pantalla alguna indicando el cambio de nivel, todo se desarrolla del tirón hasta su final, no hay más demarcación en la partida que cuando perdemos una vida, retornando unos pasos atrás en dos segundos, cuando pausamos o cuando creamos un punto de guardado desde el menú de la consola virtual, quizás una forma de recordar el esquema de la antigua recreativa de donde proviene o quizás un sello de identidad propio de este título.
Qué bonito se veía el espacio intergaláctico en 16 bits
Como mencionábamos antes, TurboGrafx-16 fue una consola de la era de los 8 bits pero que sin embargo innovó con un chip gráfico que alcanzaba los 16 bits, lo que en su día se podría considerar una revolución, un adelanto de lo que vendría unos años después con la SNES, de hecho, cuando vemos Gradius prácticamente nos recuerda a un título sacado del amplio catálogo del Cerebro de la Bestia, aunque con algunas limitaciones propias de la era de la NES que podemos apreciar de inmediato que comentaremos más adelante. Así, por tanto, el apartado visual luce muy bien, lleno de color y detalles, con cierta variedad en la ambientación de los niveles y no tanto en los enemigos a los que nos enfrentamos, aunque es difícil de apreciar bajo la continua lluvia de disparos que tenemos que afrontar, curiosamente cada vez que acabamos una zona derrotando a su jefazo (primero uno relacionado con la temática de la fase, después una nave grandota, Big Core, que nos espera en casi todos), los elementos del entorno “se desintegran” en lugar de simplemente dejarlos atrás, volviéndonos a adentrar en el espacio profundo para comenzar con el siguiente inhóspito territorio.

En cuanto al apartado sonoro, como es de esperar respecto a los efectos, básicamente se componen de nuestros disparos (a veces se hacen un poco repetitivos, pero es lo esperable en un matamarcianos) y algunas explosiones producidas con las bajas de algunos enemigos. En cambio, las melodías, dentro de lo que permitían aquellos años, están bien, pegadizas y animadas, para darnos fuerzas en la batalla, especialmente frente a los jefes, donde alcanzan todo su frenesí.
Vic Viper se conduce sola
Los shooters suelen contar con unos controles bastante sencillos e intuitivos, y Gradius no constituye una excepción, básicamente tenemos un botón de disparo, otro para ir equipando las mejoras que vayamos obteniendo por el camino y el de pausa. El menú de la consola virtual por defecto sitúa esos botones en B, A y Start respectivamente, aparte con el botón Y podemos usar la función turbo del disparo, qué básicamente nos permite la comodidad de dejar el dedo pulsado y que la nave se líe a disparar como loca, y el ZR (o un toque a la pantalla del mando) para entrar en el menú de configuración y puntos de guardado de la consola virtual, aunque todo lo anterior lo podemos configurar a nuestro gusto desde dichas opciones. La cuestión se centra por tanto en la habilidad con que nos movemos (con joystick o cruceta) y atacamos a la nube de peligros que se nos avecina, asumiendo eso sí que la dificultad es muy elevada y aún con todos los reflejos alerta caeremos en combate en múltiples ocasiones, la nave se desplaza con fluidez salvo en los momentos de mayor apelotonamiento de enemigos, en que habrá ciertas ralentizaciones, respetando lo que ocurría (por las limitaciones técnicas de entonces) en el original, lo que bien mirado puede ayudar como una especie de Slow Motion cuando la situación se pone peliaguda, aunque a veces resulte un tanto incómodo.

Los enemigos cuentan con una inteligencia artificial que los convierte en rivales a tener en cuenta, disparan a dar e incluso alguno pueden perseguirnos desde detrás, por lo que nos faltarán ojos para ver venir tanto proyectil, y muchas veces no bastará con esquivar, sino que habrá que acabar con el enemigo en cuestión que nos atormenta o lo tendremos muy complicado para seguir vivos. Mención aparte merece la consola virtual, que entre sus opciones nos permitirá cambiar el ratio de la pantalla entre el original de 4:3 y el panorámico de 16:9, aunque sólo en la pantalla de la tableta mando de Wii U, mientras en la televisión se ve siempre en su formato original, tenemos por tanto modo Off TV, y no hace falta seleccionar nada en especial porque simplemente se está reproduciendo la misma partida simultáneamente en las dos pantallas.
Un reto de los de antaño
Muchas veces se ha dicho, y no sin cierta razón, que los videojuegos de hace unos años eran más complicados que los de ahora, y eso lo vemos en Gradius: tenemos tres vidas (más las que vayamos obteniendo conforme vayamos aumentando nuestro marcador de puntos) además de una barra de mejoras (aumento de velocidad de desplazamiento, disparos en diagonal, disparo concentrado, orbes que imitan tus movimientos y disparos, escudo frontal) entre las que podremos ir escogiendo cada vez que cojamos las pequeñas capsulitas que van soltando algunos enemigos al morir, siendo algunas acumulables pero que desaparecen en cuanto perdemos una de las vidas, y por supuesto, al perderlas todas, viene la pantalla de Game Over, pero del que te deja en la pantalla de título perdiendo todo el avance en la aventura, un fin de parida completo vamos. En ese sentido, los puntos de guardado desde la consola virtual facilitan mucho la vida, sin convertir tampoco el trayecto en un paseo en barca porque de por sí el juego se las trae, pero sí que nos ahorrará más de una frustración.

Con esa ayuda (y las dos clásicas combinaciones de botones de Konami para tener el armamento completo o 30 vidas desde el principio) la duración de nuestra odisea se queda en alrededor de una hora o incluso menos, una hora de pasarlo muy mal eso sí, pero con toda la rejugabilidad que ofrecen los shooters arcade de la vieja escuela, es decir, de obtener cada vez mayor puntuación y gastar menos vidas que antes. Tenemos también un modo para dos jugadores alternándose cada vez que cae uno, usando cualquiera de los mandos disponibles para la consola virtual, lo que ofrece un aliciente de superación (para seleccionarlo hay que pulsar el botón Select, no vale con pulsar abajo en el joystick, es a la vieja usanza de hace años).
Gradius – Agudiza tus reflejos por el bien de la galaxia
Tenemos un título que nos sumerge directamente en la experiencia retro de los videojuegos de la era de los ochenta y noventa, para bien, como la fuerte dificultad que lo convierte en todo un desafío al que hoy en día no estamos ya tan acostumbrados, pero que al mismo tiempo lo convierte en un todo un reto de superación del que sentirse orgulloso (sobre todo si no se hace especial uso de los puntos de guardado); y no tan bien como ese exagerado lag ocasional cuando la pantalla se llena de enemigos y proyectiles flotando por doquier, aunque comprensible teniendo en cuenta las limitaciones técnicas que rodeaban a las consolas de la época. Como todos los matamarcianos, es vicio puro y descarga de adrenalina, a veces un poco frustrante por la facilidad con que se pierden vidas y mejoras, le hubiera venido genial un modo de dos jugadores simultáneos, tanto para facilitar el trayecto como para pasarlo aún mejor. Una vez se le coge el manejo, deja con ganas de más, no obstante, es bien seguro que apetecerá repetir más de una vez tamaña aventura.
Debe estar conectado para enviar un comentario.