El estudio español Jandusoft tiene un largo curriculum de juegos, y dos de ellos están en Nintendo Switch. Ya analizamos Cavemen Warriors, en su adaptación de móviles a la consola. Pero Neonwall, a pesar de lanzarse también en PC, parece un juego diseñado exclusivamente para Nintendo Switch. Y es que, aunque se puede jugar perfectamente con un controlador tradicional con dos sticks (y para algunos puede que sea más sencillo), el título saca provecho de los punteros de los Joy Con para sumergirnos mucho más en su intrincado sistema de juego.
Regreso a Flynn’s Arcade
Visualmente, Neonwall homenajea la estética Tron: bloques de colores, cielos oscuros y relámpagos, acompañado de una buena diversidad de temas electrónicos. Nada demasiado nuevo, pero lo suficiente como para entrar en situación sin distraernos: este juego requiere una enorme cantidad de concentración y reflejos. El objetivo es guiar una bola, que avanza automáticamente en escenarios 2D, hacia la meta del nivel. Nosotros controlamos dos pistolas, una por cada Joy-Con (o stick), con la que interactuar de distinta forma con el escenario, según un sistema de tres colores en constante rotación. Básicamente, lo que hacemos es intercambiar el color entre la bola y las pistolas con el gatillo (botón L o R).
Esto tiene varias funciones. La bola avanzará más rápido por los bloques de su mismo color, lo que es importante para los niveles contrarreloj o para coger impulso para saltar huecos. También sirve para desmaterializar bloques de colores que nos cortarían el paso, y de forma inversa, materializar bloques para crear el camino. Posteriormente, se irán añadiendo nuevas acciones, como destruir bloques o mover plataformas (aunque esta vez la pistola tiene que tener ese color, y no la bola). Probablemente no me sigáis, y es que es muy difícil de explicar, hilando todas las variantes y formas en las que el juego mezcla mecánicas, así que lo mejor que puedo hacer por mi parte es poneros este meme.
Así es como pasarás gran parte del tiempo que dediques a Neonwall. Los peores momentos vienen al principio, el tiempo que tardes en hacerte con el sistema de juego y el baile de colores a dos manos. Precisamente, ahí radica uno de los nudos más interesantes del juego: al ser tres colores cambiando constantemente entre los dos mandos, no existe una única combinación de botones que memorizar para superar el juego mecánicamente. Sí que deja un espacio al jugador para hacerse sus propias estrategias, tras repetir una, y otra, y otra vez, pero la mayor parte del tiempo la dificultad radica en reaccionar en cuestión de segundos a cada obstáculo. Lo dicho, al principio cuesta horrores incluso entender la mecánica, pero una vez superada esa barrera, estarás cambiando de color y moviendo bloques de una forma casi natural.
Es una delicia que en ningún momento decae, pues hasta el final estará introduciendo nuevas mecánicas, hasta el punto de jugar con varios planos de profundidad y crear auténticos laberintos en sus últimos niveles. Aquí encontramos algunos toques de ingenio que te obligarán, casi sin darte cuenta, a procesar razonamientos lógicos «a largo plazo» al mismo tiempo que reaccionas de forma casi instantánea a los peligros más inmediatos. Neonwall pone a prueba tus reflejos, tu habilidad con los botones y tu inteligencia en uno de los sistemas de juego más completos, complejos y originales que hemos visto en mucho tiempo. Además, su diseño de niveles es excelente, con tres categorías: puzles (más complejos y calmados), carrera y contrarreloj (algo más cortos, pero más frenéticos).
Conclusión – Triunfo jugable muy asequible
Los 30 niveles del juego se pueden superar en cosas de dos-tres minutos, pero a la mayoría le dedicarás muchos intentos, por lo que el juego te durará rato. Además, parece que llegarán más niveles vía DLC. No es un juego largo, no hay modos extra, y estéticamente no puede quitarse cierto regustillo a «barato». Pero lo compensa con creces con grandes dosis de ingenio y una jugabilidad interesantísima. De las propuestas más originales en la eShop de Nintendo Switch.
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