El Roguelite es uno de los géneros que más fuerza han tomado en el mercado indie en los últimos años. Títulos como Rogue Legacy o The Binding of Isaac, han impulsado este tipo de juegos, que se han demostrado extremadamente adictivos y que, al contrario que sus hermanos mayores, los Roguelike, tienen un final que a menudo impulsa al usuario a seguir dejándose las horas frente a la pantalla. El Roguelite a menudo se intercala con otros géneros, como las plataformas o el metroidvania, lo que termina resultando en obras realmente interesantes que ofrecen un gran abanico de posibilidades. Uno de estos acercamientos lo encontramos en el título que ocupa este análisis, Devious Dungeon para Nintendo Switch, en el que nos ponemos en la piel de un caballero que debe hacer frente a hordas de enemigos a través de una serie de peligrosas mazmorras.
«El homble que debía matal a un dlagón»
Devious Dungeon se crea a partir de una idea que mezcla el roguelite con las plataformas y el RPG. De este primero, el título toma la temática recurrente de las mazmorras, así como los niveles generados de forma procedural y los jefes de zona. La vertiente plataformera es clara, al estar plagado de saltos y movimientos que requieren de cierta habilidad para esquivar los ataques de los enemigos. Por último, el componente de RPG se introduce a través del equipo que podemos adquirir a lo largo de la aventura, como nuevas armaduras y armas, que mejoran las estadísticas de nuestro personaje. Al final, ninguno de estos aspectos se desarrolla completamente, y el resultado de ello es que Devious Dungeon no termina de adquirir una personalidad suficiente y crea un producto meramente entretenido.
La historia del título es bien simple: Un dragón ancestral se ha despertado en las catacumbas del castillo del reino, así que el Rey manda un porrón de súbditos a derrotarlo con resultados siempre decepcionantes. Sin embargo, nuestro personaje es un verdadero machote, así que decide adentrarse en las mazmorras para llegar hasta la imponente criatura, a pesar de que todos los pronósticos apuntan a que la cosa no va a acabar bien.
Devious Dungeon se desarrolla a lo largo de cinco grandes zonas, cada una de ellas formada por 12 niveles y un jefe. En cada nivel nos aguarda un gran número de enemigos, cuya variedad he de decir que me ha sorprendido, y para avanzar al siguiente hemos de encontrar una llave que nos permita acceder a una especie de teletransporte. Cada vez que superamos tres niveles llegamos a un lugar llamado “El carromato de Olaf”, donde el simpático vendedor nos aguarda para ofrecernos nuevo equipamiento que podemos comprar con el dinero conseguido en las catacumbas, bien a través de los cofres que encontramos en algún rincón inesperado o utilizando las monedas que sueltan los enemigos al acabar con ellos. Junto a él, otro NPC nos permite curarnos por el módico precio de 50 monedas. Este lugar sirve como punto de control desde el que podemos comenzar la partida en caso de perecer dentro de la oscura mazmorra.
El control es muy simple. Un botón sirve para atacar y otro para saltar, mientras que la cruceta o el joystick nos permiten desplazarnos por los niveles, así que no tenemos objetos que utilizar a excepción de un mapa que se va dibujando según descubrimos el piso. Esto es totalmente lógico si tenemos en cuenta que Devious Dungeon era, originalmente un juego para móviles, por lo que su manejo tenía que mantenerse sencillo y accesible para todo el mundo. Conectando con esto, encontramos un título de una duración muy modesta, apenas un par de horas y media para terminarlo, y a pesar de la existencia de logros, éstos no aportan nada a la experiencia aparte de alargar artificialmente la misma.
El conocimiento es poder. Quizás demasiado
El apartado sonoro cumple, aunque se echa de menos un poco de variedad. Ya que el título se compone por cinco zonas con diferencias entre ellas, cualquiera esperaría tener al menos un tema para cada una de ellas. Sin embargo, nos encontramos acompañados por la misma música de fondo durante toda la aventura, lo que termina haciéndose pesado y extremadamente repetitivo. Al menos los puntuales efectos de sonido, como los que producen los golpes sobre diferentes materiales, mitigan esta sensación de pesadez.
Devious Dungeon apuesta por entrar a través de nuestros ojos con un pixel art muy sobrio y agradable que, por desgracia, no llega a despertar un interés visual en el jugador como sí hacen otros títulos que utilizan esta técnica artística de forma magistral. No obstante, un punto a favor es que el diseño de los numerosos enemigos y los personajes los hace muy distinguibles unos de otros, siendo probablemente uno de los aspectos mejor trabajados del juego.
Quizás uno de los puntos peor balanceados de Devious Dungeon sea su sistema de progresión del personaje. Al principio todo parece ser coherente ya que, como de costumbre, eliminas enemigos que otorgan experiencia necesaria para subir de nivel. Cuando este momento llega, el componente de RPG del juego entra en escena, pidiéndonos que escojamos mejorar uno de los tres atributos disponibles: fuerza, vitalidad y probabilidad de golpe crítico. Evidentemente, a medida que avanzamos en la aventura los enemigos se hacen más fuertes y llegar al siguiente nivel se hace cada vez más complicado… al menos en teoría. Existe un objeto en este juego que rompe todo el sistema de progresión, y que podemos encontrar de forma aleatoria en los niveles desde el principio: los libros. La premisa es que leer un libro aporta experiencia, y eso estaría bien de no ser porque ofrece un porcentaje. De esta forma, cada vez que encontramos uno de estos tomos conseguimos un tercio de la experiencia que nos hace falta para alcanzar ese ansiado siguiente nivel. El problema principal es que son bastante comunes e infinitos, por lo que podemos recurrir a repetir las zonas más sencillas del juego en busca de unos jugosos tercios de experiencia y volvernos realmente fuertes en poco tiempo, destruyendo totalmente la dificultad.
La dificultad al principio de la aventura resulta adecuada. Has de ir con cuidado, o de lo contrario los enemigos te destrozan de unos pocos golpes. Pero a medida que avanzas se hace evidente que el juego te castiga más al principio, y que cuando tienes el nivel suficiente y has comprado todas las armaduras que se te han puesto en el camino puedes jugar de forma totalmente descuidada, solo recordando curarte cada vez que llegues al Carromato de Olaf. Como colofón, los objetos disponibles para mejorar nuestro equipamiento no suponen ninguna decisión, ya que en el listado de armaduras cada una es más efectiva que la anterior, y así ocurre con todas las piezas de equipo.
Devious Dungeon – Buenas ideas, poca ambición
Devious Dungeon es un juego que llegó inicialmente a móviles, y como tal, pretende ser accesible y sencillo, y no trata de revolucionar la industria. Esto explicaría su sencillez y falta de profundidad, y está bien para los estándares existentes en los videojuegos de Smartphone, pero las consolas simplemente son otra liga. No me gusta juzgar el contenido de un juego por su precio, pero es que sencillamente no vale los 7.99€ que cuesta actualmente en la eShop de Nintendo Switch, donde los jugadores tienen un gran número de opciones diferentes en las que encontrar una experiencia mucho más enriquecedora. Devious Dungeon es un juego que podría ser mucho más, pero que se queda en tierra de nadie y termina siendo una obra de usar y tirar. No me veréis dentro de veinte años diciendo algo como “¿os acordáis de Devious Dungeon? Aquello sí que era un juegazo”; de hecho, lo más probable es que ni siquiera recuerde este título. Y es una pena, porque demuestra mucha intención y potencial.
Este análisis ha sido posible gracias a un código de descarga cedido por Ratalaika Games
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