The Lost Child

Análisis – The Lost Child (Nintendo Switch). Una pistola para dominarlos a todos

Nintendo Switch se está enriqueciendo con títulos muy diversos, y los juegos de rol abarcan una gran parte de su catálogo. El juego que nos toca analizar esta vez pertenece a este vasto género; se trata de The Lost Child, un JRPG que mezcla elementos propios de una novela visual con un dungeon crawler de lo más clásico. Fue distribuido por Kadokawa Games para PlayStation 4 y PlayStation Vita sólo en Japón allá por 2017, pero esta vez nos llega a Occidente de la mano de NISA, ampliando además su lanzamiento a la híbrida de Nintendo. Crim es el estudio encargado de su desarrollo, con Sawaki Takeyasu a la cabeza, y concibe este título como una expansión del universo creado con El Shaddai: Ascension of the Metatron.

 

El Shaddai fue un juego ‘raro’. Disponible en 2011 para PlayStation 3 y Xbox 360, nos presentaba un curioso beat’em up plataformero, con un apartado gráfico brillante y mucha personalidad. No pasó desapercibido en su época, ya que tuvo una recepción bastante positiva, pero quizás sí quedó incomprendido. Como mencionaba antes, The Lost Child es un intento de continuar aquel universo repleto de ángeles y demás referencias religiosas, esta vez recurriendo a las mazmorras y el combate por turnos. A pesar de estas intenciones, la relación entre ambas entregas de reduce a la aparición del protagonista y un par de personajes más en el RPG (de los cuales tan sólo uno tiene relevancia en la historia), por lo que a priori se ve bastante escasa. ¿Conseguirá este nuevo lanzamiento ser un digno sucesor de El Shaddai?

 

 

 

Ángeles, demonios y criaturas lovecraftnianas

La historia que nos cuenta The Lost Child tiene lugar en el Japón actual, donde nos ponemos en la piel de Hayato Ibuki, un joven periodista que trabaja en una revista de ocultismo más bien humilde. Nuestro silencioso protagonista se ve envuelto en un gran conflicto entre ángeles, demonios y ángeles caídos cuando una misteriosa chica le hace entrega de una maleta tras salvarle la vida. Dentro contiene la Gangour, una pistola divina capaz de sellar demonios y criaturas celestiales, y un objeto imprescindible en la trama. Tenemos que usar esta nueva herramienta junto a Lua, una muchacha que dice ser un ángel, para resolver misterios a la vez que salvamos el mundo. Durante esta aventura tenemos que hacer frente a poderosos dioses y hasta al mismísimo Cthulhu.

 

No nos vamos a engañar: la historia de The Lost Child no es la más original que hemos visto en un RPG, aun siendo ya un género lleno de clichés. Sin embargo no funciona del todo mal, ya que a pesar de estar ante la típica trama de ‘el elegido que debe salvar el mundo’, tanto la ambientación como las numerosas referencias a distintas religiones le ayudan de alguna forma. A pesar de todo no goza de un desarrollo memorable, y aunque no resulta pésimo, no creo que nadie vaya a recordar este juego por su historia. No es su punto fuerte, aunque es la excusa perfecta para que tengan lugar las distintas mecánicas que nos encontramos a lo largo del juego.

 

 

La cosa va de capturar ángeles y demonios como si de Pokémon se tratara, para hacer que combatan a nuestro lado. ¡Hay más de 100 en total! Las criaturas en cuestión se llaman astrals y se dividen en cinco elementos, donde cada uno tiene ventaja sobre otro de ellos, y por lo tanto también una desventaja. Los astrals también pueden evolucionar cuando llegan a su nivel máximo, volviendo a tener nivel uno pero aumentando el crecimiento de sus estadísticas y su nivel tope. Para capturarlos se usa la ya mencionada Gangour, que los sella siempre y cuando le demos el golpe de gracia con ella. No es algo complicado, pues esta pistola es la única habilidad especial de nuestro héroe, y conforme avanza la historia, obtenemos poderosas balas con distintos efectos y elementos.

 

Los astrals tienen movimientos especiales, por supuesto. Pero, ¿cómo los aprenden? ¿Subiendo de nivel? ¿Mediante objetos? No, amigos: los aprenden de forma aleatoria (o al menos eso es lo que quieren que pensemos). El sistema se llama ‘Fruits of Wisdom‘ (frutas de la sabiduría), y consiste en que en cada ataque que realizan nuestras criaturas, hay un porcentaje de que ‘despierten’ una habilidad nueva. Puede parecer caótico y fuera de lugar, pero cuanto más llevamos a la batalla a un mismo astral más habilidades aprendemos. Además, en cierto lugar podemos hacer que un aliado intercambie una de sus habilidades con otro, con lo que podemos seleccionarlas a nuestro gusto y termina de solucionar cualquier problemilla que pueda surgir.

 

 

Un dungeon crawler de la vieja escuela

The Lost Child es ante todo un dungeon crawler, por lo que la mayor parte del tiempo que pasamos jugando será explorando mazmorras laberínticas con distintos pisos. Esta vez toman el nombre de layers, dimensiones especiales donde estamos a merced de cualquier ángel o demonio que desee atacarnos. Pero no todo es combatir en estas zonas, pues también nos encontramos con diversos puzles que frenan nuestro avance, además de los clásicos cofres con objetos en su interior. Si queremos obtener la recompensa que contienen estos cofres, los cuales también pueden ser soltados por cualquier enemigo, debemos hacer uso de un simple minijuego en el que si fallamos se activa una trampa aleatoria, ¡y nos puede dar más de un disgusto!

 

A la hora de la batalla nos encontramos con el clásico combate por turnos, que debemos afrontar con un equipo formado por Hayato, nuestra compañera Lua y tres de nuestros astrals, contando además con otros cinco ‘de reserva’. Los enfrentamientos resultan dinámicos y se tratan con sencillez, pues The Lost Child nos presenta un menú de combate simple e intuitivo, donde hasta el más nuevo en el género puede desenvolverse sin problema alguno. De hecho existen tres niveles de dificultad a gusto del consumidor, por lo que no será un juego frustrante para nadie. Incluso en los duelos más duros, siendo éstos contra imponentes jefes, encontramos un desafío asequible para los nuevos en el género, e interesante para los más veteranos. Quizá no estemos ante un juego excesivamente difícil si lo comparamos con otros similares, pero no se hace ni muy facilón ni muy complicado. Además de las mecánicas más básicas que todo RPG suele ofrecer, este título nos introduce la denominada hostilidad (una especie de aggro), así como el ‘Bonus Gauge’, una barra que aumenta al dañar y vencer criaturas que se usa para incrementar el daño que realiza nuestra Gangour. Si bien estas implementaciones y las demás mecánicas que incluye The Lost Child no son algo que no hayamos visto ya en otros juegos de rol, la suma total queda sorprendentemente sólida.

 

Los dos protagonistas principales, Hayato y Lua, reciben experiencia al finalizar un combate, al contrario que los astrals. En su lugar obtenemos karma dividido en tres tipos (bueno, malo o neutral) según la clase de enemigo que hayamos derrotado. Podemos usar este karma, entre otras cosas, en forma de ‘puntos de experiencia’ para fortalecer a nuestros monstruos. También usamos el karma para purificar los astrals recién capturados, así como los caídos en combate. Porque sí, en lugar de quedarse con 0 puntos de salud lo que sucede es que se vuelven ‘impuros’, y tenemos que gastar karma para poder usarlos de nuevo. No es el caso de Lua, pues la joven ángel se queda debilitada, mientras que la muerte de Hayato significa ver la pantalla de Game Over. Esto último no es perjudicial del todo, pues se nos ofrece pagar dinero para reiniciar el combate o emplear karma para volver justo al momento anterior, sabiendo las fortalezas y debilidades de nuestros enemigos y pudiendo así prepararnos mejor.

 

Japonés en lo jugable, japonés en lo visual

En efecto, estamos ante un JRPG. Y todos sabemos lo bien que le sienta al género la estética anime, cosa que sucede con este título. A pesar de que, a excepción de las layers y un par de detalles, carece completamente de de modelos 3D, estamos ante un apartado gráfico visualmente agradable. Los escenarios son bonitos, representando dignamente la belleza de algunos lugares de Japón. Los personajes con los que coincidimos a lo largo de la historia tienen una apariencia característica, y raramente olvidaremos alguna cara. Pero sin duda lo mejor de lo mejor son los diseños de los astrals, de los cuales cada una de las distintas clases tiene una estética general que marca mucho la diferencia entre una y otra. Los demonios parecen sacados de pesadillas y tienen un aspecto grotesco y desagradable, los ángeles gozan de la majestuosidad propia de guerreros divinos, y los ángeles caídos hacen gala de cuerpos negros decorados con luces de neón, dándoles un aire futurista muy molón. Cada jugador encontrará criaturas fascinantes que se convertirán automáticamente en sus favoritos, no me cabe duda.

 

En más de una ocasión nos toca ver cinemáticas al más puro estilo anime, que para mi gusto son demasiado cortas y escasas. No se le puede reprochar nada a la animación, eso os lo aseguro. Tampoco nos podemos quejar de la banda sonora que, aunque no es una obra de arte, sí que tiene algunos temas destacables y acompaña bastante bien a la experiencia. El juego da a elegir entre escuchar las voces en inglés o en japonés, aunque el texto solo está disponible en inglés. Siempre prefiero el doblaje original japonés porque suele ser de muy buena calidad, y en este caso no es una excepción, pero he de decir que la versión anglosajona no se queda para nada atrás. Y si alguien ha empezado a sudar al leer ‘inglés’ que no se preocupe, pues a excepción de algunos diálogos y otros detalles sin importancia es totalmente disfrutable con conocimientos básicos del idioma. No deja de ser una barrera para muchos, pero quizá es la oportunidad perfecta para practicar un poco esta lengua extranjera y quitarse un poco ese miedo.

 

 

Ya estamos terminando, pero… ¿esto no tenía elementos de novela gráfica? Bueno, eso parece a simple vista. Como Hayato trabaja en una revista de misterios (llamada LOST, por cierto), debe investigar rumores sobre sucesos paranormales para dicha revista. La forma en la que recibimos misiones secundarias es genial, pero las propias misiones se quedan un pelín flojas: llegamos a un área, interactuamos con tres o cuatro lugareños, llegamos a la conclusión de que un astral está detrás de todo, entramos en la respectiva layer y le derrotamos. Ese es el mecanismo de estas misiones, que reducen todo a una sucesión automática de conversaciones superfluas. Los menús mediante los cuales nos movemos entre distintas localizaciones también parecen sacados de una novela gráfica, y en eso no hay ninguna queja, pero tan solo son menús. La verdadera experiencia relacionada con este otro género es que en ocasiones debemos responder en alguna conversación de la historia principal, donde tenemos tres opciones para elegir y recibimos karma del tipo correspondiente según la opción elegida. El problema está en que esta forma de interactuar no parece influir en nada. Sin duda, se trata de una característica tristemente poco explotada, y que le hubiera dado bastantes puntos a favor.

 

 

The Lost Child – Divertido, pero con poca ambición

Es muy dificil entrar en un mercado tan delicado como el de los RPGs, y aún más es hacerlo en el catálogo de Nintendo Switch con competencia de élite como Xenoblade Chronicles 2 o el inminente Octopath Traveler. The Lost Child no parece buscar un hueco entre los grandes, no inventa nada, pero lo que hace no lo hace mal. Es un juego divertido y muy disfrutable, pero los jugadores más ambiciosos y los veteranísimos del género se quedarán con ganas de más. No creo que sea el caso de los que nunca hayan tocado un dungeon crawler, como es mi caso, pues parece que este lanzamiento se adapta muy bien a quien quiera darle una oportunidad a la exploración de mazmorras. Sin duda es una opción a tener en cuenta para los que no busquen un juego demasiado complejo. No sigue el ejemplo de sus compañeros, pues como he comentado, The Lost Child no plantea un gran desafío en cuanto a dificultad, y apuesta más por ofrecer una aventura entretenida en las 30 horas que dura su historia principal, sumándole una buena cantidad más si contamos con el postgame. Aunque parece que The Lost Child no figurará en ningún top en el futuro, no deja de ser otro añadido interesante al creciente catálogo de Nintendo Switch.

 

Este análisis de The Lost Child ha sido realizado gracias a una copia digital proporcionada por NIS América.

 

The Lost Child sale de Japón para que lo disfrutemos en Occidente, y aunque no inventa nada nuevo, es una buena opción para los que quieran disfrutar un dungeon crawler clásico y sencillo.
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PROS
Accesible para los nuevos en el género
Más de 100 vistosas criaturas para coleccionar
Combate simple pero divertido
CONTRAS
El idioma puede ser un problema
La historia resulta confusa en ocasiones
No aporta nada nuevo al género
70