He de reconocer que cuando leí el anuncio de The Messenger, lo primero que me vino a la cabeza fue Kristen Stewart y una suerte de filme de terror que lo único de terrorífico que tenía era lo endiabladamente malo que era. Una cinta que más que asustar, molestaba. Nada más lejos de la realidad. The Messenger es la ópera prima del estudio canadiense Sabotage y nos llega gracias a los chicos y chicas de Devolver. Todo un regalo que viene envuelto en forma de homenaje a los Ninja Gaiden clásicos, pero que tras abrirlo esconde mucho más. Por favor, no matéis al mensajero, al menos no hasta que leáis nuestro análisis.
A todo hijo de vecino le molaba ser ninja en los 80
Una noche de neblina, un silencio sepulcral, dos ninjas se baten en duelo bajo la atenta mirada de la resplandeciente luna. Tras un duro combate uno de ellos cae abatido. Aún se me ponen los pelos como escarpias recordando una de las escenas más épicas vividas a bordo de mi querida NES. Las cosas claras y el chocolate espeso. Shadow Warriors (Ninja Gaiden en Japón) es uno de esos juegos que, con permiso de Tecmo y junto a Shinobi e incursiones cinematográficas como El Guerrero Americano, pusieron de moda la cultura popular ninja a finales de los 80 y principios de los 90.
The Messenger se nos presenta como un videojuego de acción y plataformas con un estilo a medio camino entre los 8 y los 16 bits y una propuesta jugable que acaba pareciéndose más a la de cualquier metroidvania. Tras unos minutos de juego las cosas quedan medianamente claras. Estamos ante un verdadero tributo a la saga Ninja Gaiden de NES (Samurai Warriors en Europa), pero con unas cuantas vueltas de tuerca que resultan realmente sorprendentes. Es decir, The Messenger no se limita a copiar a los clásicos del género, sino que los potencia con características propias de una época bastante más reciente. Un sistema de progresión con un árbol de habilidades por desbloquear, vidas infinitas (con sus particularidades) y un guión más propio de las aventuras de un tal Ron Gilbert son buena muestra de ello. Resulta complicado, llegados a este punto del análisis, no avanzar destripando parte de su trasfondo narrativo. Plataformas, acción, aventura, secretos, metroidvania. Son muchos los conceptos que aquí coexisten en perfecta armonía. Solo puedo decir que pasado (8 bits) y futuro (16 bits) cohabitan en un juego donde nada es lo que parece.
Una típica atípica historia de ninjas
The Messenger nos presenta una historia que, al igual que ocurre con su mecánica, parece, en un primer momento, un homenaje a los clásicos y resulta siendo algo mucho más complejo y enriquecedor conforme vamos avanzando.
La humanidad ha sido devastada por una horda de monstruos procedentes del inframundo y nosotros somos la sombra que se mueve sin ser vista ni oída. Somos más silenciosos que un suspiro en la oscuridad. ¡Somos ninjas!, o al menos eso queremos creer. Pertenecemos a un clan de ninjas que se esconde de los monstruos a la espera del advenimiento del de un salvador. Tras un catastrófico ataque, que termina con casi toda nuestra tribu, acabamos encomendados a entregar un pergamino en no se qué montaña en el quinto pino. Nuestros primeros minutos nos presentan un planteamiento lineal, propio de los títulos de la época, pero conforme avanzamos la cosa se complica, o mejor dicho, mejora. Exploración, desbloqueables, nuevas habilidades que amplían nuestra botonera de acciones y unas líneas conversacionales, al más puro estilo Monty Python, que nos harán esbozar más de una carcajada. Estamos ante el nacimiento de un nuevo subgénero, que me vais a permitir inaugure como ninjajaja
Desde un punto de vista personal, puedo decir que me ha encantado la forma en que, los chicos y chicas de Sabotage, reconducen el famoso y cheteado «doble salto«. Aquí dicha habilidad solo se encuentra disponible tras atacar a alguno de nuestros enemigos o golpear los propios objetos que nos encontramos por el camino. Por otro lado, bebiendo en cierta forma de títulos como Dark Soul, aquí morir también tiene su coste. ¿La diferencia?, no tendremos que buscar nuestro cadáver ni nada por el estilo. Eso sí, tras volver a la vida un peculiar, muy peculiar, diablo llamado Guapifeo nos va a acompañar hasta que recojamos los fragmentos de cristal suficientes para saldar la deuda contraída para con su monstruosidad.
The Messenger comienza dejando claro qué tipo de juego es, pero termina siendo otro bien distinto. ¿Lo mejor?, ambos molan cantidad y se complementan a la perfección. Los inicios pueden hacernos presagiar que nos encontramos ante un título sencillo. No os hagáis ilusiones, se llama curva de dificultad y aquí está bastante bien medida. La complejidad de los distintos niveles avanza a la par que se desarrolla nuestra destreza a los mandos de esta particular y extensa aventura ninjutsu, logrando poner a prueba todas la habilidades que vamos adquiriendo durante la aventura. Destacar la construcción deconstrucción de los distintos jefes finales. No hablamos solo de su diseño, patrones de actuación o espectacularidad. Vamos más allá y nos referimos también a su comportamiento y personalidad. Logrando desbaratar con gran acierto un estereotipo tras otro y prestándonos momentos realmente divertidos. Podemos adelantar que, aunque no todos están al mismo nivel y no estamos ante una aventura especialmente difícil, algunos de dichos enfrentamientos han resultado ciertamente intensos, haciendo que tengamos que emplearnos a fondo.
Terapia ninja. ¿Alguien ha visto mis Shurikens?
Muchos tenemos grabado a fuego en nuestra memoria aquellos momentos de frustración en estado puro en los que los mandos volaban tras caer nuestro aguerrido personaje por el precipicio de turno (si es que ya te dije que pulsaras B antes…) por trigésima cuarta ocasión. The Messenger sabe jugar con ello a las mil maravillas, presentándonos una obra clásica, pero cuyas novedades jugables dotan de frescura a su planteamiento y sobre todo aportan nuevas herramientas con las que salir victorioso de nuestras traumáticas experiencias jugables a lo largo y ancho de los 80 y comienzos de los 90. Un misterioso personaje que nos cuenta alocadas historias sin moraleja alguna y que nos provee de las herramientas necesarias para proseguir, o una suerte de demonio que nos revive tras caer en combate, pero a un alto precio, son dos de sus máximos exponentes. The Messenger es uno de esos juegos que cuando parece que ya nos ha mostrado todo su potencial, logra reinventarse dejándonos totalmente ojipláticos.
El planteamiento inicial nos presenta, al menos sobre el papel, una aventura en 8 bits, fuertemente vitaminados. Más adelante los 16 bits hacen acto de presencia combinándose con el resto de una forma tremendamente acertada que merece guardarse en el anonimato.
En referencia a su apartado musical, sigue en la misma línea que el resto del juego. Si bien es cierto que se nota el salto cualitativo con respecto a las entregas clásicas de ninjas, cada una de sus melodías nos teletransportan de forma instantánea a una habitación plagada de pósteres de ídolos del pop varios y presidida por una impoluta NES, situándonos bajo la piel de un joven Ryu Hayabusa. Los efectos cumplen su cometido de forma solvente, destacando algunos detalles muy chulos. Por poner algún ejemplo, durante el trascurso de las fases submarinas la música pasa a escucharse como si, efectivamente, la estuviéramos escuchando bajo el agua.
The Messenger: El heredero de la espada del dragón
Olvídate de ver aquí un digno sucesor de Ryu Hayabusa o el clan del dragón.. Suelta lastre y clichés, porque nuestro joven protagonista tiene de ninja lo que Rincewind de mago. The Messenger es un sentido homenaje a los videojuegos de ninjas de finales de los 80 y principios de los 90. Un homenaje que no se limita a cometer los mismos errores sino que aúna lo mejor de todos los títulos de la época en un único juego que logra emular con acierto a los clásicos del género, pero arrastrando tras de sí la mochila de lo aprendido en obras más recientes. Estamos ante un videojuego que recoge la esencia de los guerrilleros enmascarados, la viste de plataformas, acción, metroidvania y la retuerce y dota de un humor y sarcasmo a la mismísima altura del maestro Sir Terry Pratchett. Resulta indiscutible afirmar que su carácter alocado neutraliza el componente fuertemente épico que suelen arrastrar este tipo de aventuras. No obstante, esos toques hacen que algo del montón pase a recordarse por mucho más.
Hemos realizado el análisis de The Messenger para Nintendo Switch gracias a un código de descarga proporcionado por Devolver Digital.
Debe estar conectado para enviar un comentario.