Libertad, es en gran parte lo que sugiere la palabra sandbox en lo que respecta a este mundillo que tanto nos gusta. Un patio de juegos en el que hacer lo que te de la gana, claro está, en base a unas normas, pues si no, no sería del todo divertido. Complicado sería no mencionar la serie Grand Theft Auto a la hora de hablar de algo como Saints Row IV, pues el juego de Rockstar ha calado tanto en el público que con decir que un título es una especie de «GTA», las cosas quedan bien claras. Sin embargo, y como ya vimos en el análisis de Saints Row: The Third, todavía hay margen para ser original y tener tu propia propuesta en un género que de antemano podría ser fácilmente identificado: roba coches, pega tiros, trafica…
Estás ante el análisis de Saints Row IV: Re-Elected para Nintendo Switch y, pese a la posibilidad por parte de sus creadores de desarrollar algo «continuista», haciendo uso de la fórmula de los primeros capítulos, lo que nos hemos encontrado es algo en gran parte «muy distinto», pero a su vez «muy parecido». ¿Contradictorio? Sigue leyendo y le daremos sentido a estas palabras.
Advertencia: este videojuego está clasificado como PEGI 18, por lo que los menores de edad no deben estar leyendo este análisis. Las personas más sensibles podrían quedar afectadas por algunas escenas demasiado explícitas.
Bienvenido… ¿de nuevo a Steelport?
La historia de Saints Row IV se sitúa varios años tras los sucesos de la tercera entrega, comenzando como no podía ser de otra forma: has logrado ser presidente de los Estados Unidos de América. No por tu fama como líder de los Saints, aunque no dudamos que eso pudo ayudar, sino por prácticamente haber salvado el país, suceso que tiene lugar durante los primeros compases del videojuego, años atrás de haber llegado hasta la Casa Blanca. Ejerciendo este cargo, decisiones complicadas se te plantearán, como escoger si «erradicar el hambre» o «curar el cáncer». Espera… ¿en serio? Esto acaba de empezar, y el juego ya se está «quedando contigo».
La historia tras Saints Row IV se podría resumir como uno de los mayores disparates que puedas imaginar. Pero, ¿sabes qué? Entiende eso en el mejor de los sentidos. Para empezar, y pese a que la nueva sede de los Saints está ubicada con su líder, en Washington, el videojuego transcurre, de nuevo, en la ciudad de Steelport. Y te preguntarás… ¿cómo has terminado ahí? Es algo que no nos gustaría revelar, pues es parte de la gracia del juego. No obstante no hay otra que comentar que te encuentras «atrapado» entre una nave espacial situada en el mundo real, y una simulación de la misma Steelport que jugamos en Saints Row: The Third, al más puro estilo Matrix, con todo lo que conlleva esta afirmación. Y todo por culpa de la «típica» invasión alienígena, en este caso liderada por el tirano galáctico Zinyak.
Los personajes que conocimos en anteriores entregas continúan apareciendo, en algunas ocasiones teniendo que enfrentarse a sus mayores miedos dentro de la simulación, algo que da lugar a situaciones que desde luego son como para vivirlas. Y es que Saints Row IV es un festival de referencias y burlas a clásicos del cine de ciencia ficción y el mundo de los videojuegos, un sin parar de robar carcajadas ante algunas situaciones de lo más inesperadas, en el que te das cuenta de la broma (si conoces la referencia) a primera vista. El argumento, entre tantas y tantas «coñas», sigue un desarrollo lineal, bastante más típico de lo que nos gustaría; son las cachondas situaciones que se plantean por entremedio lo que hace que disfrutes sin parar de una de las historias más locas que puedas imaginar. Por otra parte, cuenta con multitud de misiones y desafíos para que te desvíes de la trama principal, pudiendo extender su duración decenas de horas.
Los años le sientan bien, pero…
Saints Row IV salió al mercado casi un par de años después de la tercera entrega, en agosto de 2013 para ser más exactos. Si bien reutiliza la ciudad en la que transcurrieron los eventos de The Third, se aprecia una evolución en cuanto a motor gráfico en lo que respecta a la ciudad en sí, a las físicas, incluso a sus habitantes. O en pocas palabras, todo se ve mejor y gana en espectacularidad, incluso la sensación que da conducir, o el vuelo de algunos vehículos, está más pulido y da sensación de «realismo», dentro de lo que es volar con una nave espacial a toda velocidad atravesando una ciudad, por ejemplo.
Lo que más tira por tierra la evolución gráfica entre capítulos, es precisamente el planteamiento general de la historia, que nos sitúa en un mundo virtual dentro de una simulación. Los entornos exteriores, por lo general oscuros, pese a que se ven mejor que en el anterior capítulo, no rivalizan en «realismo». Y es que cuando te adentras en un videojuego de mundo abierto situado en una ciudad realista, precisamente lo que quieres es sentir esa realidad. Sumado a eso, nuestro protagonista ahora tiene superpoderes que encajarían mejor en un entorno donde lo virtual no fuera tan evidente. Es en las misiones donde pierdes esas habilidades, donde el mundo virtual no es tan evidente, donde aprecias la evolución desde la anterior entrega, pues corriendo a toda velocidad, o dando saltos entre edificios tampoco tienes tiempo a pararte a contemplar detalles.
Y sin embargo, mientras que los elementos realistas pierden fuerza a causa de ese mundo virtual, por otro lado los superpoderes molan, pero carecen de espectacularidad que se merecen. Das puñetazos que pueden destrozar coches, saltos de cientos de metros, puedes lanzar diferentes tipos de rayos, incluso hacer levitar cualquier cosa con telequinesis… pero la fuerza de todas estas acciones increíbles no consigue ser trasladada al jugador, más allá de los momentos iniciales en los que desbloqueas estas habilidades. Esto en parte se lo achacaríamos a los efectos sonoros que a veces no llegan a acompañar todo lo que nos gustaría.
Ni qué decir que no hemos apreciado ningún problema con esta versión Nintendo Switch. Saints Row IV: Re-Elected se mueve muy bien en televisión, no hemos apreciado ningún bajón de frames que pudiera ser digno de mención en un análisis (en serio: NO), y en modo portátil, pese a lucir con menor resolución dada la propia pantalla de la máquina (que no puede ofrecer más de 720p), se disfruta tanto o más que en la tele, pues tenemos la baza que siempre acompaña a la consola de Nintendo. Si acaso, un mayor tamaño de fuente para los diálogos habría sido de agradecer, sobre todo para los usuarios del modelo Lite. Por supuesto, no siempre se ve igual de bien, gracias a que la resolución dinámica se encarga de no sacrificar fluidez, pero, desde luego, es algo que a nosotros no nos ha molestado.
En cuanto al sonido, volvemos a contar con gran surtido musical para toda variedad de gustos, incluidas famosas canciones escogidas para momentos determinados con mucho acierto. Ejemplo de ello son I Don’t Want To Miss a Thing de Aerosmith, que sonará en una escena muy «Armaggedon», o What Is Love de Haddaway, entre otros clásicos que agradecerás escuchar. Ocurre que, gracias a tus superpoderes, en este título la mayor parte del tiempo no tienes necesidad de montarte en un vehículo para realizar desplazamientos. Entonces, ¿cómo sintonizas la radio? Esto se ha solucionado permitiéndote escuchar música en todo momento, incluso con la posibilidad de crearte tu propia lista de canciones entre todas las que encontrarás en las múltiples emisoras.
El exceso de libertad se nos fue de las manos
Ahora viene cuando tenemos sentimientos encontrados. Para empezar, y personalmente, me encanta controlar un personaje con superpoderes, creo que casan muy bien con un juego de mundo abierto. Uno de mis títulos favoritos, y que me viene a la mente cuando hablo de este planteamiento, es The Incredible Hulk: Ultimate Destruction de Nintendo GameCube, por la increíble libertad y locura desatada que supone encarnar a este héroe, de tal forma, que incluso con los días que corren, y la evolución gráfica de todos estos años (el del superhéroe de Marvel es 2005), para mi sigue siendo espectacular controlarlo. Toda una gozada. Decir que no siento lo mismo con Saints Row IV: Re-Elected.
Al principio, controlar al líder de los Saints es espectacular, a medida que vas avanzando, vas ganando en poderes y habilidades, algunas muy molonas. Lo que ocurre es que, por un lado, se produce el extraño sentimiento de que te estás moviendo por la misma ciudad de la tercera entrega, puedes coger cualquier coche o moverte a pie… pero ya nada de eso es necesario, al menos durante el grueso del videojuego, pues hay misiones en las que pierdes los poderes, algo que a veces es incluso de agradecer. En esos momentos, la jugabilidad se vuelve más clásica, y todavía puedes desatar el caos con las locas armas y situaciones planteadas por sus creadores, teniendo más control de lo que sucede. Ahí hemos podido ver una evolución incluso en la inteligencia artificial de los enemigos, puedes pararte a contemplar cómo han cambiado las cosas desde la anterior entrega. De hecho, te deleitarás controlando las armas, pues el apuntado por movimiento está perfectamente integrado, y hay algunas situaciones en las que te ponen a los mandos de auténticas virguerías que te hacen disfrutar como pocos juegos.
Después, regresas a la realidad (virtual), donde tienes los superpoderes, y te topas con ocasiones puede llegar a hacerse desesperantes. Por ejemplo, ya no te sirve de mucho conocer de dónde vienen los disparos para neutralizar a un enemigo (a veces vienen de, literalmente, todas las direcciones). El cambio de ritmo, de un modo a otro, da la sensación de que rompa por completo la cuidada jugabilidad de la anterior entrega; estamos analizando este juego como algo individual, sin que su legado pueda ser una carga de ninguna de las maneras, pero es inevitable pararte a pensar que los superpoderes han roto la dinámica de algo que sigue estando ahí, y funcionaba muy bien.
No obstante, se debe reconocer que hay partes en las que es toda una gozada, tanto en la vertiente super héroe, como en la «más realista». Su humor macarrilla hila MUY fino, con situaciones repletas de referencias de esas que te gusta mostrar a todo el mundo. Es sin duda lo que más anima a seguir avanzando, para ver en qué alocadas situaciones te situará en el próximo capítulo o misión, y de hecho, tenemos contenido para rato. El subtítulo de «Re-Elected» (Reelegido) ha sido escogido para hacer referencia a todos los extras que incluye, ni más ni menos que 25 contenidos DLC vienen de serie, entre ellos el pack Dubstep Gun (Remix), el conjunto Presidencial, el pack Commander-In-Chief, y las dos expansiones de historias episódicas «Enter The Dominatrix» y «How the Saints save Christmas». En esta ocasión no se puede decir que incluya absolutamente todo lo que salió en su día, pues se queda fuera «Saints Row: Gat Out of Hell», incluido en otras versiones del pack «Re-Elected» para otros sistemas. Desde luego, es una pena, pero por otro lado, de contenidos vamos bien servidos.
Roto – caótico – descojonante
No nos gusta hacer comparaciones, pues tratamos analizar cada videojuego como algo independiente, valorando incluso nuevas entregas en base a lo que aportan por sí mismas. Lo que ocurre, es que Saints Row IV: Re-Elected aprovecha demasiado de la tercera entrega, lo recicla y por una parte mejora, y es por ello que no podemos hacer otra cosa que mencionar que a Saints Row: The Third le dimos un 90% en NextN, por muchos motivos, puntuación que no alcanza esta cuarta entrega. Manteniendo muchos elementos, y (otra vez insistimos) mejorándolos, por otro lado las nuevas mecánicas de superpoderes nos hacen tener la sensación de que su cuidada jugabilidad se ha «roto». Ha evolucionado en algo distinto, cosa que no está mal, pero el resultado en ocasiones es demasiado caótico como para convertirse en una mejor variable, o alternativa viable, de lo que ya conocíamos. El tono sombrío de la simulación de Steelport termina de rematar «la gracia» al realismo que le pediríamos a un sandbox, con aguas que simulan ser datos y un cielo virtual que nunca luce un día soleado, o una vistosa noche lluviosa, salvo en momentos determinados.
La otra cara de la moneda, uno de los factores que hace que queramos jugar más, ¡Y MÁS!, la encontramos en la vertiente humorística, en el «querer saber qué hay más allá». La variedad de situaciones que plantea, a cada cuál más loca, a cada cuál incluso más genial, es una gran baza a su favor. Pilotar un todopoderoso robot, o de repente verte inmerso en una aventura de texto… y no queremos mencionar ni una sola genialidad más, pues es parte de lo que nos hace recomendar darle una oportunidad, hasta el final, a Saints Row IV: Re-Elected, un videojuego «un poco roto» en planteamiento general que veces podrá terminar con tu paciencia, pero un enorme y variado elenco de situaciones increíbles y referencias, que merece la pena vivir.
Hemos analizado la versión 1.1.0 de Saints Row IV: Re-Elected gracias a un código de descarga proporcionado por Koch Media
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