Tal día como hoy, pero hace ya la friolera de 32 años, veía la luz en Japón la consola portátil Game Boy. Johann Paul Friedrich Richter (escritor y humorista alemán) sostenía que la memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados. Y, afortunadamente, esto es así. Y es que la mítica Game Boy es un sistema que, más que una consola, vino a traernos una nueva filosofía de juego que ya forma parte de la historia misma de Nintendo. Y eso, amigos, resulta difícil de olvidar.
Como muchos recordaréis, o al menos los que ya peinéis algunas (atractivas) canas, la década de los 80/90 no fue específicamente generosa con toda esa explosión videojueguil procedente de territorio nipón. El ejemplo más claro lo tenemos con nuestra querida NES, protagonista indiscutible de NESxtalgia. Y es que, si bien dicho sistema desembarcó en Japón a mediados de 1983, en España tuvimos que esperar más de 4 años para poder disfrutarla. El caso de Game Boy no fue tan sangrante. No obstante, en nuestro país (y no en todas las tiendas) no pudimos adquirirla hasta bien entrado enero del 91.
Por aquella época un servidor aún andaba encandilado con su radiante Nintendo Entertainment System (solía llamarla por su nombre completo. Así sonaba aún más importante). No obstante, jamás olvidaré la primera vez que tuve la portátil en mis manos. Es cierto que disfruté bastante más sus posteriores revisiones. Con Game Boy Color o Advance como flamantes protagonistas. No obstante, en términos de impacto, la sensación al tenerla entre mis manos no ha sido superada hasta la fecha con la vivida con ninguna otra plataforma. Por no hablar de aquellos maravillosos spots publicitarios en los que nosotros (los fenómenos) pasábamos a ser los verdaderos protagonistas.
Game Boy logró causar en muchos de nosotros ese impacto y mucho más. Y todo ello sin ni siquiera encenderla… porque tras ello, tras ello… necesitaríamos una sección entera para explicarlo… No es la primera ocasión en la que os hablo sobre como la híbrida de los de Kioto vino a cubrir una imperiosa necesidad presente en la actual etapa de mi vida. La necesidad, dado mi limitado tiempo de juego, de contar con una plataforma que combinara las bondades de un sistema de sobremesa y uno portátil. No obstante, no podemos olvidarnos de que todo ello no habría sido posible sin su precursora espiritual, Game Boy. Una consola que, como ya indicábamos al principio del artículo, dio forma a una nueva filosofía de juego que ya incluía el famoso eslogan «Cuando quieras, donde quieras» (cuanto quieras no, que no ganábamos para pilas). Un éxito rotundo con cerca de 120 millones de unidades despachadas en todo el mundo y la tercera más comercializada de la historia. Así que sí, toca despedir este artículo con un rotundo agradecimiento a nuestra querida Game Boy. Gracias por tanto y… ¡felicidades! Y es que no hay nadie al que le siente mejor la treintena, ¿verdad? A todo esto, y a modo de homenaje/felicitación final, ¿tienes una historia que contar en relación a la incombustible consola de bolsillo por excelencia?, ¿un recuerdo de esos que nunca se borran? Esperamos, como siempre, vuestros comentarios al respecto.
Debe estar conectado para enviar un comentario.