Nostalgia (del griego clásico nóstos, regreso al hogar, y álgos, dolor): sentimiento de anhelo por un momento, situación o acontecimiento pasado. Una especie de sufrimiento autogenerado al pensar en algo que se ha tenido o vivido en una etapa ya pasada. Cualquier jugador que se precie, o al menos aquellos que ya calzamos cierta edad, atesoramos multitud de recuerdos que no solo forman parte de nuestro periplo jugable, sino que, además, y ahí reside su magia, también dieron forma a una nueva forma, valga la redundancia, de entretenimiento: los videojuegos. De ahí la importancia de personajes como Alex Kidd, testigos y protagonistas del resurgir de las videoconsolas domésticas más allá de la crisis del 83. Toda una declaración de intenciones que dio a luz no solo a la saga primigenia de SEGA sino también a una original propuesta que, a falta de erizos azules, llegaba a Master System dispuesta a plantar cara puño a cierto fontanero bigotudo. Por todo ello, y por más, el lanzamiento de Alex Kidd in Miracle World DX, remake de la obra original desarrollada por el conglomerado español Jankenteam y distribuida por Merge Games (Tesura Games en España), se ha convertido, contextualizaciones a parte, en uno de los eventos más destacados dentro del panorama videojueguil más inminente. Tras nuestro NextNtrevistando a Ramón Nafria (productor) hoy vamos un paso más allá y compartimos con todos vosotros el análisis de dicho título.
Alex Kidd in Miracle World DX – ¿Qué hay de nuevo viejo?
La historia nos pone, una vez más, en la piel de Alex. Un joven que vive en el planeta Aries y que se ve envuelto en una cruzada para salvar su hogar de la tiranía del malvado “Janken el Grande” (sí, giño giño a sus responsables… Jankenteam). Para llevar a cabo semejante empresa, contamos con un sistema jugable que ha envejecido bastante bien. No en vano, el título original ya sorprendió a todos en su momento por su variedad de situaciones y mecánicas. Podemos saltar, romper determinados bloques y rocas (gracias a la disciplina shellcore) y realizar diversas acciones utilizando los objetos que nos encontramos por el camino. De igual forma, se nos da la posibilidad de adquirir items únicos gracias a los Baum (moneda del juego) en las diferentes tiendas presentes a lo largo y ancho de la aventura. Dichos items van desde un poderoso brazalete que otorga a nuestro protagonista la habilidad de disparar ráfagas con sus puños, hasta vidas extra, el mítico Peticopter o una motocicleta. También co-existen determinados bloques interrogativos que no siempre nos otorgan el objeto deseado… algo que nos lleva a valorar continuamente si realmente el riesgo merece la pena.
En definitiva, nos encontramos ante una propuesta, habitual en la actualidad, pero inédita hace más de 30 años, que conjuga a las mil maravillas acción, plataformas y pequeños toques RPG. Y las novedades no se acaban, ni muchísimo menos, aquí. Ya que no podemos olvidarnos de los enemigos finales presentes en Alex Kidd in Miracle World DX. Y es que, más allá de determinados condicionantes, tenemos que enfrentarnos a algunos de ellos en despiadadas e intensas batallas a… ¡Jan, ken, po! Lo que viene siendo piedra, papel, tijera de toda la vida. Puede que haya quien eche en falta los clásicos enfrentamientos, acción reacción, en los que toca aprendernos los distintos patrones de nuestro contrincante. No obstante, aquí también contamos con ellos. Además, y tirando un poco de nostalgia, no existe mayor satisfacción que vencer al mal con un papel VS piedra . Ah, que nadie se olvide de escoger el tipo de comida presente en cada nivel. Corto y cierro antes de que mis palabras se tornen spoiler.
Recogiendo el testigo jugable
Jugablemente hablando se nos presenta un título muy continuista con la propuesta original. Tanto es así, que en cualquier momento podemos cambiar, con tan solo un gatillo, entre el aspecto HD y la estética y acabado original. Es cierto que esto es algo ya visto en títulos como Wonder Boy: Dragon’s Trap. No obstante, no por ello resulta menos meritorio. Y es que lo sencillo aquí hubiera sido incluir Miracle World como extra aparte, ya que tener que cuadrar en todo momento las dos posibilidades de juego debe haber supuesto un verdadero desafío tanto para Josyan (diseño) como para Daniel Parrado (programación) y el resto del equipo. Por suerte, el resultado final encaja a la perfección y logra dotar al conjunto de un toque nostálgico que le sienta la mar de bien. Las mecánicas de juego, anteriormente mencionadas, resultan tan sencillas y divertidas como sólidas. Eso sí, recomendamos encarecidamente usar el mando PRO Controller de Nintendo Switch. Recuperar la cruceta clásica en este tipo de juegos no tiene precio.
Por otro lado, los movimientos de Alex son bastante fieles al juego lanzado en el 86. Y esto, que puede que para algunos suponga cierto grado de imprecisión con un personaje en pantalla realmente desbocado, hace que la jugabilidad resulte tremendamente respetuosa con la obra primigenia, suponiendo, ya de paso, un verdadero aliciente para los que busquen buscamos un verdadero retRo jugable.
En lo referente a su dificultad, la aventura comienza con tres vidas a nuestra disposición que, sumadas a las que nos encontramos por el camino, son nuestros únicos comodines para completar la aventura. Esto, afortunadamente, hace que la experiencia sea bastante similar a la vivida en origen. ¿Quiere esto decir que os espera un infierno jugable? Que no panda el cúnico. Alex Kidd in Miracle World DX permite activar un modo que ofrece vidas infinitas. Algo que, sumado al guardado automático de nuestro progreso tras completar cada fase, hace que el producto final resulte más accesible (ojo, nadie ha dicho fácil).
Adentrándonos en su durabilidad, no nos encontramos, y esto deriva directamente de su esencia arcade, ante un título largo. Aunque conviene destacar que los nuevos niveles (que se añaden, fusionándose a la perfección, a los originales) logran alargar la experiencia final. Además, por si fuera poco, los modos de juego inéditos, que se desbloquean tras completar la aventura, nos llevan a poder disfrutar la aventura original de principio a fin (previa eliminación de algún que otro bug histórico) o a enfrentarnos del tirón a todos los jefes finales en un frenético a la par que divertido bosh rush. No obstante, y teniendo en cuenta lo adictivo de su propuesta, nos han bastado unos pocas horas para completarlo.
Conviene recalcar que nos hemos re-encontrado, y este es uno de los pocos inconvenientes de su fidelidad con respecto a Miracle World, con un par de secciones en las que la curva de dificultad se rompe por completo. Algo que, aunque nos ha encantado poder rememorar, lo mismo puede llegar a desesperar a los jugadores menos aguerridos y experimentados.
Una verdadera delicia pixelada
Si por algo consiguió destacar Alex Kidd in Miracle World, más allá de lo anteriormente mencionado, fue por un apartado gráfico que nos presentaba una amplia variedad de escenarios. Desde las profundidades marinas, hasta un castillo, montañas o un frondoso bosque. Todo cobraba vida ante nuestros incrédulos ojos de una forma nunca antes vista en una plataforma de 8 bits. Pues bien, podéis estar tranquilos, Alex Kidd in Miracle World DX nos vuelve a dejar maravillados con un verdadero espectáculo visual en 2D, acorde con los tiempos que corren, a cuyo cargo se encuentra Hector Toro. Escenarios hechos desde cero (a imagen y semejanza de los originales), sombras, reflejos, una colorida paleta de colores o un delicioso pixel art en el que hasta el matorral del fondo parece cobrar vida.
Además, el remake soluciona uno de los aspectos donde, dadas las limitaciones técnicas de Master System, más flaqueaba Miracle World. Y es que los escenarios demasiado vacíos han dado paso a un hermosos mundo mucho más detallado y repleto de vida. Por si no fuera suficiente, y más allá del lavado HD, el sistema de nuevas animaciones hace que nos encontremos ante un alumno claramente aventajado con respecto a su predecesor. Y es que, con unas patillas que ya quisiera Loquillo y sus puños a lo Mazinger Z, da gusto ver moverse por el escenario al bueno de Alex.
En términos de rendimiento, es cierto que no nos encontramos ante ningún portento gráfico. No obstante, no podemos omitir que el juego se desenvuelve en todo momento con total soltura y sin ningún tipo de bajada de frame o ralentización al respecto. Sonoramente hablando se nos brinda, una vez más, un dos por uno en toda regla. Y es que junto a las melodías remasterizadas del juego original, contamos a nuestra disposición con un amplio surtido de temas hechos desde cero para la ocasión, que logran captar, uno a uno, el espíritu sonoro de las pistas lanzadas en el año 86. Sin lugar a dudas, el trabajo realizado por José Ramón «Bibiki» García es cuando menos digno de mención.
Alex Kidd in Miracle World DX – El regreso de todo un clásico
Cuando un estudio decide afrontar un proyecto de la envergadura del que aquí nos ocupa uno de sus principales objetivos suele ser alcanzar un equilibrio que mantenga la esencia original, tan demandada por los más nostálgicos, y además logre aportar las suficientes novedades como para captar a una nueva generación de jugadores. Por suerte, Alex Kidd in Miracle World DX logra ofrecernos un arcade plataformero fresco y divertido, que también respeta a su homónimo.
Es cierto que no hablamos de un homónimo cualquiera. Y es que la variedad de mecánicas, los distintos vehículos, los items con habilidades únicas o su sistema de compra hacen que nos encontremos ante una propuesta base que ha logrado envejecer bastante bien. No obstante, si a todo ello le sumamos el soberbio lavado de cara gráfico y sonoro, los nuevos niveles o los modos de juego inéditos nos encontramos ante un plataformas, con marcado regusto arcade, muy a tener en cuenta no solo por los más nostálgicos sino también por los amantes del género que aquí nos ocupa. En definitiva, y a modo de conclusión, Alex Kidd in Miracle World DX es, sin ningún tipo de paliativo, lo mejor que le ha pasado a la saga en más de 30 años.
Hemos analizado Alex Kidd in Miracle World DX gracias a un código digital cedido por Merge Games. Versión analizada: 1.1.0.
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