
Ahora que los juegos de Overcooked se han acabado convirtiendo en un género propio, resulta de lo más curioso ver cómo se pueden aplicar diferentes temas a la fórmula. Sin embargo, es aún mejor ver cómo un juego intenta hacer algo un poco diferente con ella. Lumberhill se encuentra entre los dos. Imagina en lugar de atender un sinfin de pedidos de comida en tu restaurante como una forma alternativa de salvar el mundo, convertirte en un atareado leñador que vive en un mundo donde básicamente pueden ocurrir los contratiempos más aleatorios en el momento más inesperado (e inoportuno), entorpeciendo nuestras labores una y otra vez. Pues eso es lo que nos espera en este alocado multijugador de temática forestal. ¿Y cuál es el resultado? En este análisis nos ocupamos de dar una respuesta.
Ve al bosque a relajarte, decían…
Desde el principio, resulta bastante obvio que Lumberhill está fuertemente inspirado en Overcooked y similares. Gráficos caricaturescos de estilo isométrico para hasta cuatro jugadores en modo cooperativo o competitivo, una lista de tareas que completar con límites de tiempo, y un montón de eventos caóticos estorbándote mientras tratas de completarlas. El caos abunda, y el registro (y la lógica) acaban por desaparecer cuando por ejemplo te toca pastorear ovejas en tanto esquivas dinosaurios, o un ataque pirata, o una invasión alienígena…
Tenemos por tanto múltiples posibilidades de vernos interrumpidos y tener que cambiar nuestros patrones, si bien las tareas en sí acaban un poco reduciéndose a «mueve esta cosa aquí». Dado que muchas de ellas se activan por «persecución» y al azar, eso también significa que no podemos contar tampoco con repartirnos las faenas. Encargarse de una tarea suele significar que eres tú quien la termina, es más un «sálvese quien pueda». Fuera de esas tareas, hay pequeñas cosas de mantenimiento, como apagar incendios forestales. Diría que mi mayor problema con el juego gira en torno a tener que coger tu equipo. No tienes un hacha a tu lado ni un cubo de reserva; tienes que cogerlos primero, o tirar el hacha para coger el tronco que acabas de cortar. No parece gran cosa, pero es un paso más en un proceso caótico.
Cada nivel tiene un diseño diferente, lo que significa que te sientes como si estuvieras resolviendo un mini puzzle de eficiencia, pero con cuidado de no despistarse y caerse al agua, tú mismo o los objetos que tienes que llevar de un lado a otro. El objetivo en cada partida es ponernos en la piel de un leñador para cortar madera y pastorear animales. Cuantas más de estas tareas hacemos dentro del límite de tiempo más estrellas conseguimos, hasta tres, que es el tope por nivel. Las estrellas significan que se desbloquean más personajes y niveles con los que jugar. Hay 50 niveles en total, cada uno con su propio diseño, y luego modos PVP adicionales para disfrutar junto al modo principal cooperativo. Sin embargo, el concepto de cortar madera, pastorear animales nunca cambia. En ocasiones se altera un poco la mecánica al tener que guiar a los animales con fruta o bambú en lugar de llevarlos, pero esa misma tarea básica introducida en el nivel 1 es la misma que nos encontramos en el nivel 50. En cierto modo, esto limita a Lumberhill, ya que rara vez introduce algo diferente que no parezca una variante de lo que ya nos hemos encontrado antes. A veces tienes ascensores o plataformas que mover con interruptores, a veces, como en los niveles de Hawaii, tienes una red para pescar. Esa misma tarea una y otra vez puede llegar a hacerse algo repetitiva a la larga.
Un mundo de lo más tranquilo
El pastoreo de animales en sí es entretenido, ya que puedes ver cómo se caen por los acantilados, entre otros percances inesperados. Todo lo que puedes hacer se describe en las pantallas de carga entre partidas, lo que hace la espera más entretenida. Donde Lumberhill destaca es en que cada nivel y mundo tiene sus propios eventos aleatorios. A diferencia de otros juegos dentro de este género, donde la diferencia principal entre niveles está en que van cambiando las tareas a realizar, para que hagamos cosas diferentes, aquí lo que varía son los diversos obstáculos que nos asaltan mientras tratamos de completar las mismas tareas descritas antes. Comienza con saltos, plataformas móviles y el uso de madera para construir puentes antes de poder cruzar con animales. Se podría decir que el enfoque está en cómo hacer nuestro trabajo enfrentándonos a diferentes adversidades.
Luego entra en juego el clima, creando relámpagos que incendian el entorno, teniendo que ir corriendo a por cubos de agua para apagarlo, ya que si ignoramos el fuego, el nivel se convierte en un infierno rápidamente, lo que dificulta mucho que podamos cumplir con éxito las tareas. También hay trampas específicas del mundo. En el mundo Dino hay un T Rex que trata de merendarnos. En Hawái aparecen piratas que lanzan TNT en el nivel de la que hay que deshacerse, porque si no lo hacemos, una parte del nivel vuela por los aires y queda inutilizada durante un tiempo, por lo que nos quedamos con menos terreno por el que movernos. Los carneros nos persiguen y dan cabezazos en las cornisas, los pandas hacen otro tanto, cargando contra nuestro personaje, o también pueden caer meteoritos en el momento más inesperado. Y, por supuesto, los propios niveles pueden ser estrechos de por sí, por lo que, a veces resulta tentador empujar a los otros compañeros de equipo, por la gracia de reñir un poco. Es en todo este caos donde Lumberhill brilla y hace las cosas de forma un poco diferente a otros del género.
Leñador con soltura
Los controles son imprecisos pero fáciles de entender. Eso es hasta que quieres coger algo que está al lado de otra cosa. Una de los problemas que he notado en las partidas es que a menudo recoges la cosa equivocada, la dejas caer y luego vuelve a recoger la siguiente cosa. El juego realmente necesita un botón de lanzamiento o una opción de descarte que nos permita arrojar algo a un lado, o una mayor precisión en la detección de objetos que tratamos de recoger.
Esto se vuelve más frustrante cuando se juega en línea. El matchmaking se ejecuta en segundo plano y te permite unirte a otras partidas públicas después de cualquier ronda que juguemos, pero cuando entramos en una partida, hay un claro retraso en línea que hace que recoger cosas y saltar con precisión se vuelva algo complicado, entorpeciendo algo la jugabilidad y la experiencia de juego. Reconozco que ha habido momentos en que me he llegado a frustrar un poco, al tratar de coger el objeto equivocado y pasar unos segundos luchando con el juego para conseguir el objeto correcto y que luego cualquier otro evento me lo impidiera encima. Sinceramente creo que esto hace que la experiencia online resulte algo floja, por lo que recomiendo jugar en local siempre que sea posible.
Al pasar un nivel, podemos hacernos una foto con nuestros compañeros de equipo (o de desgracias), eso sí, como realmente las caras no tienen unos rasgos definidos, resulta un poco bizarro. Una cosa que sí he podido apreciar es que las puntuaciones para conseguir estrellas son más o menos fáciles de conseguir, incluso por nuestra cuenta, hasta que llegamos al mundo de los dinosaurios. En este punto, a veces incluso necesitamos que alguien se ofrezca en sacrificio como comida de T-Rex la mitad del tiempo para poder llegar a completar las tareas, por lo que resulta muy difícil hacerlo bien en esos niveles. Esto significa que si estamos con más amigos, es donde surge la ocasión de trabajar juntos. Si una persona se queda sin hacer nada o no mira las tareas que están a punto de expirar (todo tiene un temporizador), puede que cueste bastante conseguir las tres estrellas. Cada nivel tiene también un reto de hacha de plata que permite desbloquear una personalización extra.
Lumberhill – Que los eventos aleatorios no te impidan ganar
En conclusión, cuando no hay que luchar contra los problemas en línea, Lumberhill resulta bastante divertido en conjunto. Le vendría bien un poco de ajuste en los controles y un poco de equilibrio en la dificultad del juego, pero lo que hay funciona bien. Es interesante el concepto de, en lugar de cambiar las tareas que tenemos que realizar, sean las fuerzas externas a las que nos enfrentamos las que cambien, representa un pequeño giro de tuerca a este género de los multijugador cooperativo multitarea. Significa que podemos centrarnos en aprender bien una idea básica y adaptarnos a los desafíos que están fuera de nuestro control en lugar de aprender constantemente a hacer malabares con cosas nuevas.
Dejando de lado los tecnicismos, Lumberhill es una gran adición a la línea de juegos multijugador. Por la vertiente para un solo jugador no es que sea lo mejor del mundo, ya que casi se reduce a un montón de listas de cosas por hacer, y en ocasiones el multijugador parece más bien un grupo de jugadores individuales, ya que se completan las tareas de forma bastante independiente, pero quizás haya quien pueda encontrar formas de colaborar más alternativas. El humor y el caos inherentes a estos juegos significan definitivamente que deberías añadirlo a tu rotación de juegos. Una buena diversión para 1-4 jugadores.
Análisis realizado gracias al código cedido por Plan of Attack
versión 1.0.1
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