A lo largo de todos estos años, se han escrito ríos de tinta sobre Paper Mario: La Puerta Milenaria. El título, que vio la luz originalmente en Nintendo GameCube allá por el año 2004, siempre ha sido objeto de comparaciones que, si bien pueden considerarse odiosas, tienen mucho sentido. Y es que cada título de este spin-off papelero del icónico fontanero ha sido inevitablemente puesto en una balanza junto a esta entrega… Y todos, en mayor o menor medida, han salido perdiendo indiscutiblemente para la opinión pública. Han pasado dos décadas desde su lanzamiento y hay miles, incluso millones de jugadores, que no tuvieron la ocasión de vivir la experiencia que ofrecía este título, antes de que la versión celulosa del icono de Nintendo abandonara el género RPG.
Con esto en mente, la llegada de este remake (que es un remake con todas las de la ley, no un mero remáster) a Nintendo Switch veinte años después se antoja bastante oportuna, ya que una nueva generación tendrá la ocasión de comprobar de primera mano por qué todo el mundo habla maravillas de él. Normalmente, este análisis sería una simple narración de las posibilidades que ofrece el juego, pero en esta ocasión, me vais a permitir que lo enfoque desarrollando, como si fuera un examen, dos preguntas. La primera de ellas, ¿por qué Paper Mario: La Puerta Milenaria está considerado como el mejor juego de su saga? Y la segunda, y posiblemente la que más te interese: ¿Por qué la versión de Nintendo Switch es incluso mejor que el título de Nintendo GameCube? Acompáñanos en este viaje repleto de emociones.
Cómo es Paper Mario: La Puerta Milenaria
Comencemos por lo más básico. Paper Mario: La Puerta Milenaria es un spin-off de género RPG con combates por turnos. Al igual que su hermano mayor de Nintendo 64, y a diferencia del resto de juegos de la saga, que presentan mecánicas de combate y de avance diferentes, nuestra progresión en la aventura se mide en base a la experiencia ganada en combate. Pero no es el único ingrediente principal. También son importantes las fases de exploración, los coqueteos indisimulados con el mazmorreo, también característico del género, y cómo no, la accesibilidad y la simpatía propios de un título protagonizado por el icono de la gran N.
El sistema de combate es sencillo y profundo al mismo tiempo. Se basa en pulsar el botón en el momento adecuado para tener éxito en nuestro ataque, pero también hay otras mecánicas adicionales como las medallas que nos podemos equipar, los Ataques Estelares que vamos consiguiendo a medida que avanzamos en la historia, objetos varios, etc. Hasta aquí, todo suena bastante normalito, ¿verdad? De momento, sólo hemos establecido una definición básica de los sistemas que alberga este juego. Pero va siendo hora de meternos en faena y explicar en profundidad por qué esta combinación de factores está recubierta de un carisma único e inigualable en su género.
Dando el do de pecho en el gran escenario
El principal rasgo distintivo de Paper Mario: La Puerta Milenaria, desde el prisma del combate, es el escenario en el que se desarrollan las batallas. Y es que es literalmente eso: un escenario de una obra de teatro. No es simple decoración, es una mecánica que el título lleva hasta la última consecuencia. El atrezzo, los focos y los cañones de efectos pueden verse afectados por nuestros ataques, el decorado se nos puede caer encima y hacernos daño, o incluso puede colarse un espontáneo del público a tirarnos algo. Las posibilidades son coherentes con el lugar en el que suceden, y dotan al combate de un componente a ratos aleatorio, a ratos reactivo a las circunstancias de la pelea.
Los espectadores de este teatro son también un factor influyente. Cada combate cuenta con un público entregado que nos anima si conseguimos completar un ataque con éxito, lo cual nos llena la barra de los Ataques Estelares, por lo que agradar al respetable es un factor estratégico a tener en cuenta. Para ello, tenemos dos opciones: sacrificar un movimiento en saludar al público, obteniendo una gran ovación, y ejecutar movimientos acrobáticos, esto es, pulsar el botón A en el momento idóneo durante un ataque, haciéndolo así más espectacular a nivel visual. Esta última mecánica te va a tener estudiando al milímetro cada ataque de Mario y de sus compañeros, te lo podemos asegurar. Porque no es lo mismo un martillazo a secas que un martillazo con salto mortal hacia atrás.
La Puerta Milenaria, el hilo conductor de este Paper Mario
Si crees que el combate es lo único que hace especial a este título, te invito a que no nos dejes aún. Hablemos un poco de su historia. La Puerta Milenaria es un lugar escondido bajo el subsuelo de una ciudad de mala muerte, llena de delincuencia y suciedad, llamada Villa Viciosa. Pertenece a una civilización perdida en la noche de los tiempos y, según cuenta la leyenda, aquél que reúna los siete Cristales Estelares conseguirá abrir la Puerta, cerrada a cal y canto, y adueñarse del tesoro que oculta en su interior. Aunque también hay malas lenguas que dicen que el tesoro está maldito…
Así es como Mario, tras recibir un mapa del tesoro de parte de la princesa Peach, se embarca en un viaje en busca de estos cristales, con el objetivo de encontrar a la princesa y de frustrar los planes de los Mega X, que quieren hacerse con los cristales y con el tesoro con fines perversos. Un viaje dividido en ocho capítulos que nos conducen a descubrir lo que hay detrás de esa puerta, un camino que nos propone ocho mini aventuras en lugares muy dispares. Desde el castillo de un dragón hasta un tren lleno de misterios, pasando por un bosque encantado, una tétrica aldea maldita, una isla llena de fantasmas, y hasta un torneo de lucha libre. Son incontables los misterios de cada uno de estos actos… E incomparables, al menos dentro de la saga, los personajes que nos encontramos en el camino. Y ahora vamos con ellos.
Los personajes únicos de Paper Mario: La Puerta Milenaria
En las últimas entregas de la saga Paper, hemos visto a aliados y NPCs bastante genéricos en su diseño. Todos los Toad, los Goomba, los Koopa, los Bob-Omb y compañía presentaban el diseño típico que todos conocemos. Pero en Paper Mario: La Puerta Milenaria, esto no es así. La mayoría de personajes que encontramos en nuestro camino, además de tener su propio diseño y su propio nombre, cuentan con su propia historia. Esto nos lleva a incorporar a nuestro equipo a gente tan simpática como Goomarina, Koops, Yoshito y Bombard, o a conocer a gente tan particular como Koopatricia, T. Lisa, Bomberto, Bombotín o Forestone. Todos ellos, únicos e inimitables. En definitiva: tienen personalidad, trasfondo, dan vida y carácter a este mundo.
Pero es que la cosa no se acaba ahí. Esta entrega introduce personajes totalmente propios, nunca vistos en ningún otro título de la saga. Conocemos a los punis, pequeñas y adorables criaturas que viven en un árbol; a los pinchis, sus rivales acérrimos; a aliados tan icónicos como Claudia, la mujer-nube que se dedica al arte dramático; al Trío de las Sombras, extrañas y sombrías brujas, una de las cuales, Bibiana, tiene una importancia capital en el juego (amén de ser uno de los primeros personajes abiertamente trans vistos en un videojuego); y, cómo no, enemigos espectaculares como el dragón Gombaba, Rumpel y los Mega X, dirigidos por el malvado Xenón. Todos ellos dan un color incomparable a esta entrega, y demuestran que esta riqueza no está reñida con tener por ahí a nuestros héroes (y villanos) de toda la vida. Porque ellos tampoco faltan a esta cita.
Los de toda la vida también tienen su papel aquí
Además del omnipresente fontanero, Peach y Bowser también desempeñan un papel interesantísimo en esta entrega. Cada vez que completamos uno de los actos en los que se divide el juego, dejamos a Mario de lado para adentrarnos en las historias de la princesa y del rey Koopa. Vemos cómo la princesa se halla secuestrada en un lugar desconocido, y cómo su peculiar relación con el súper ordenador CIM acaba desempeñando un papel fundamental en el avance de esta historia, y haciendo que nos enteremos de ciertas peculiaridades antes incluso que nuestro principal protagonista, Mario.
Tras disfrutar de estas secciones dedicadas a Peach, invariablemente, nos ponemos a los mandos de Bowser, que hace las veces de alivio cómico y nos regala momentos desternillantes. Resulta divertido ver al temible enemigo del fontanero desempeñando un papel distinto al que nos tiene acostumbrados, yendo a rebufo de los buenos y de los malos en lugar de ser el principal antagonista, y al mismo tiempo siendo aún un enemigo a tener en cuenta. En cuanto a Luigi, también tiene su papel en esta historia. Lo que nos cuenta cuando nos encontramos con él en Villa Viciosa tras cada capítulo nos hace imaginar una segunda historia paralela a la de su hermano. ¿No es irónico que un juego con personajes de papel sea tan multidimensional?
Nuestros aliados y nuestro propio papel
Uno de los detalles que más personalidad dan a Paper Mario: La Puerta Milenaria es su autoconciencia. Los personajes son de papel, y el mundo es coherente con ello hasta las últimas consecuencias. Esto se traduce en cuatro poderes que obtenemos a medida que avanzamos en la aventura, y que aprovechan el carácter papelero de nuestro protagonista. Éstos son: convertirnos en avión o en barco de papel para volar y navegar, ponernos de perfil para atravesar lugares estrechos como rejas o resquicios, o en rollo de papel para rodar y colarnos en lugares de poca altura. Este simple detalle hace que el Paper que lleva el título del juego cobre un sentido que no ha tenido de forma tan profunda en otras entregas.
No obstante, no es el único recurso con el que contamos para explorar. Las mejoras de salto y de martillo pertinentes, que mejoran las capacidades de Mario, se unen a las del resto de personajes. La enciclopedia andante de Goomarina nos da información sobre todo lo habido y por haber, dentro y fuera del combate; la concha de Koops nos permite alcanzar objetos y activar interruptores lejanos; Claudia elimina cualquier papel que nos estorbe de un soplido; Bombard estalla, rompiendo objetos frágiles; Yoshito nos lleva a cuestas y nos permite salvar distancias amplias con su salto; y Bibiana nos oculta en las sombras, permitiéndonos espiar y evitar obstáculos móviles. Hay un séptimo personaje secreto, pero vamos a dejar que lo descubras por tu cuenta.
El subsuelo de Villa Viciosa como condensado de virtudes
Aunque Villa Viciosa es el lugar más representativo de este mundo, es en el subsuelo donde encontramos una síntesis de todas sus virtudes. Desde la primera vez que nos adentramos en este subterráneo, el juego nos tira a la cara caminos cerrados que no se abren hasta que conseguimos el objeto o al aliado indicado. Esto provoca que, al final de cada acto, no sólo vayamos a la Puerta Milenaria a entregar el cristal de turno, sino que queramos probar, investigar, encontrar caminos nuevos con las posibilidades recién adquiridas. Alimenta de forma muy satisfactoria nuestra curiosidad, y además nos presenta algunos de los secretos mejor guardados de este mundo.
Además de encontrar atajos a otros mundos, objetos y medallas de todo tipo, el Subsuelo nos ofrece opciones inalcanzables en otros lugares del juego. Aquí encontramos al mago que nos otorga una bendición que aparece de forma aleatoria en nuestros combates, al personaje que nos intercambia las cien Piezas Estrella escondidas por todo el mundo por medallas muy especiales, y por encima de todo, el principal aliciente para seguir jugando al juego tras recorrer las casi 30 horas que nos ofrece la historia: las Cien Mazmorras. Un lugar en el que se nos pone a prueba con un combate tras otro, y que es una delicia para los amantes de los retos.
Con todo lo comentado hasta ahora, queda respondida la primera pregunta que nos hacíamos al principio de este análisis: Por qué Paper Mario: La Puerta Milenaria está considerado como el mejor título de su saga. Ahora pasemos a la siguiente pregunta: por qué la versión de Nintendo Switch es incluso mejor que la original. Pero antes de ello, te invitamos a echar un vistazo a nuestro gameplay en directo del inicio del juego.
El gran valor de mirarse a uno mismo de forma crítica
Te confesaré algo, querido lector. Cuando anunciaron Paper Mario: La Puerta Milenaria, me alegré mucho por todos aquellos que iban a poder disfrutar de este genial título, de los mejores de todo el catálogo de GameCube. Al mismo tiempo, me dije que este remake no era para mí, por una sencilla razón: tengo la suerte de disponer aún de mi copia original de la consola cúbica, y puedo jugar a ella cuando me apetezca. Sin embargo, tras haber completado el juego en su versión de Nintendo Switch, tengo que admitir que estaba equivocado. Que, a pesar de que he jugado a esta aventura más de una vez a lo largo de mi vida, aún me quedaba margen para la sorpresa.
Hablando de forma general, a esta nueva versión hay que reconocerle una capacidad que no es fácil tener: la de mirar al pasado de forma crítica y, en lugar de conformarse con un conjunto que ya de por sí era bastante bueno, intentar limar sus asperezas y mejorar sus puntos débiles, sin perder el respeto a todo aquello que lo hizo grande. Hay mucho de esto en este remake, y para un jugador que conozca el original, hay muchas cosas que saltan a la vista en un primer vistazo. Algunas cambian la experiencia para muy bien, y otras dejan atrás cosas que son algo más debatibles y que quizá algunos echen de menos. Vamos con ello.
Paper Mario: La Puerta Milenaria, más bonito y musical que nunca
Las mejoras gráficas y técnicas eran algo que, tras 20 años, podían darse por sentadas en un remake. El juego se ha elaborado con un nuevo motor gráfico, así que no es una simple remasterización, y se nota. Texturas, diseños, interfaces y demás demuestran que ha habido un trabajo profundo, hecho con mucho mimo y cariño. Los detalles de cada escenario, los brillos, los reflejos, las luces, las sombras, el montaje del escenario de combate, las cámaras lentas tras derrotar a un jefe… El gran diorama de papel muestra más carisma que nunca en esta nueva versión. Aparte, la agilidad de transiciones y pantallas de carga, las pequeñas mejoras de calidad de vida y la posibilidad de jugar en modo portátil redondean la experiencia en lo relativo al funcionamiento y a lo visual.
La banda sonora, sin embargo, va mucho más allá. Se dejan atrás las composiciones algo más sintéticas y menos variadas de la primera entrega, y se apuesta por una línea orquestal que capta de forma mucho más profunda la personalidad de las distintas ambientaciones del juego, y las extrapola al combate, que en la entrega original contaba con una única composición independiente de la zona. Aquí todo está mucho mejor adaptado y ambientado, especialmente en el tramo final del juego, que logra introducirnos en una atmósfera que logra dejar a la entrega de GameCube a la altura de un zapato. Pero también hay hueco para la nostalgia si quieres revisitar la banda sonora del título original. Y, como regalo especial, contamos con galerías y fonotecas desbloqueables con nuestro avance en el juego. Un pequeño museo dentro del juego.
Añadidos inesperados, detalles controvertidos
Además de explotar al máximo las posibilidades artísticas, Paper Mario: La Puerta Milenaria también se atreve a tocar detalles en la jugabilidad y el guion. Respeta profundamente el material original, pero toca pequeñas teclas de forma crítica para ser su mejor versión posible. Por un lado, contamos con algún que otro combate que se echaba de menos en la versión de GameCube y enriquece el post-game con muy buen criterio. Por otro, la localización revisa ciertos diálogos para tratarlos de forma mucho más acorde a nuestros tiempos (stop transfobia). En el camino, no obstante, se deja a Hawk Hogan, cambiándole el nombre por otro con mucho menos carisma. ¿Derechos de autor o brecha generacional? No lo sabemos. Pero Halcomán no pega tan fuerte.
Huelga decir que este juego, como todos, no es perfecto. Y sí que hay detalles que podrían haberse revisado y se ha dejado pasar la ocasión. Y se resumen en dos, con un denominador común. Las misiones secundarias, aunque aportan un toque extra de diversión, a veces nos obligan a dar vueltas de un sitio a otro sin demasiado sentido, lo cual rompe un poco el ritmo del juego, que por lo general es excelente… Excepto en el Acto 7, en el que se nos obliga a ir de un sitio a otro en busca de un personaje, y puede sentirse que es una forma un poco artificial de alargar el juego. Dos puntos en los que el buen ritmo se ve afectado, aunque también hay que decir que comentar esto es un esfuerzo por que no todo sean alabanzas.
Paper Mario: La Puerta Milenaria – Nintendo Switch. Que esto vuelva a ser la norma
Dedico el último párrafo de este análisis a Nintendo, con una esperanza compartida por muchos jugadores de esta saga: que este juego siga siendo considerado a día de hoy el mejor de su saga no es casualidad. Su creatividad, su carisma, su ingenio, su humor, su historia, sus mecánicas, sus personajes, hacen que este diorama de papel sea el más poliédrico que hemos visto nunca en un spin-off del fontanero, y es el camino que todos deseamos que retome. Si existe un futuro en el que la saga Paper Mario vuelve a tomar la senda estelar marcada por La Puerta Milenaria, queremos que llegue pronto. Y que las comparaciones, por fin, dejen de ser odiosas.
Hemos analizado Paper Mario: La Puerta Milenaria gracias a un código digital proporcionado por Nintendo. Versión analizada: 1.0.0
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