La industria de los videojuegos está repleta de casos en los que una gran empresa decide comprar a otra más pequeña con el fin de fortalecerse. Microsoft, con adquisiciones como Bethesda o Activision, ha sido uno de los principales exponentes de esta estrategia. De hecho, es conocido por muchos que el gigante tecnológico norteamericano reconoció un intento de comprar Nintendo hace 25 años, y también hay pruebas de que aún no han renunciado del todo a esa posibilidad. Pero hubo una segunda compañía que se interesó por la gran N hace años. Una historia mucho menos conocida, que ha salido a la luz ahora… Y que va a alegrar a muchos jugadores de Nintendo que la lean. Sobre todo, porque no llegó a suceder.
El gigante empresarial que quiso comprar a Nintendo
El ex presidente de Activision Bobby Kotick, que también es conocido por asuntos muy negativos en su trayectoria en la compañía ahora perteneciente a Microsoft, ha comentado en un podcast que, tiempo atrás, Berkshire Hathaway se interesó por comprar Nintendo a mediados de la década de los 2000. Esto fue lo que, según Kotick, vicepresidente de dicha compañía, el ya fallecido Charlie Munger:
Bobby Kotick: Me dijo, «¿Sabes? Estuve mirando un par de empresas de tu sector. Creo que si compramos la tuya, también deberíamos comprar esa Nintendo. ¿La habéis ojeado?» Yo le respondí que sí. En ese momento, estaba valorada en 13.000 millones, con 7.000 millones en efectivo. Él dijo «¿Sabes? No creo que nada vaya a salir realmente mal antes de que me muera, y si va mal después de mi muerte, se lo achacarán a un capricho de un octogenario, así que no hay que preocuparse demasiado de decepcionarme.»
Berkshire Hathaway está en todas partes, aunque quizá no lo sepas
Probablemente el nombre Berkshire Hathaway no diga mucho al público general, pero son un gigante empresarial como pocos. Presidida por Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del planeta, es una sociedad tenedora que se dedica a comprar acciones de grandes empresas. Con acciones en sectores tan dispares como el de la alimentación (Heinz, Coca-Cola), la tecnología (Duracell), la economía (American Express) y los seguros, es obvio que el interés de esta compañía en los videojuegos es nulo. Es el tipo de empresa que está más pendiente de los números en bolsa que de otra cosa, y que podría haberse interesado por gigantes de la industria videojueguil por los cantos de sirena del dinero. En definitiva, una adquisición que no le habría aportado nada positivo a Nintendo, y mucho menos a sus jugadores.
De todos modos, resulta difícil creer que la gran N se hubiera dejado hacer, sabiendo el tipo de empresa que es. Se trata de una empresa que dista muchísimo de la idiosincrasia empresarial norteamericana, y para muestra un botón: el propio Bobby Kotick cobraba 155 millones de dólares anuales durante su época en Activision, mientras que el actual presidente de Nintendo, Shuntaro Furukawa, mantiene sus emolumentos por debajo de los 3 millones, y el malogrado Satoru Iwata se recortaba su propia ganancia para evitar despidos y recortes en el personal de la gran N en la época de vacas flacas de Wii U. En definitiva, dos formas diametralmente opuestas de entender los negocios.