Dear Me, I Was...

Análisis Dear Me, I Was… – Nintendo Switch 2. Cuando no hacen falta grandes palabras

Dear Me, I Was...
Fecha de lanzamiento
31 julio, 2025
Número de jugadores
1
Idiomas
Español, inglés, francés, etc.
Tamaño de la descarga
2,1 GB
Nuestra puntuación
80

La generación de Nintendo DS no sólo abrió las puertas a nuevas formas de jugar, sino también a nuevas posibilidades artísticas antes inexploradas en el mundo de los videojuegos. Títulos como Hotel Dusk o Another Code demostraron, más allá de sus interesantes propuestas narrativas y jugables, que en un universo sobrecargado de píxeles y polígonos aún había espacio para el dibujo de toda la vida. Para el trazo irregular, para el esbozo, para el boceto, para la acuarela. Ambos títulos tienen un denominador común en la figura del director artístico Taisuke Kanasaki. Una figura que regresa con una nueva propuesta bajo el brazo, llamada Dear Me, I was…, ya disponible en Nintendo Switch 2.

 

Con las referencias anteriormente descritas, era prácticamente una obligación moral prestar atención a este nuevo título que ha llamado la atención de muchos jugadores, no sólo por esa propuesta artística tan característica y de autor, sino también por su reducido precio de salida: la eShop de la nueva consola de los Joy-Con le ha hecho un hueco por la módica cantidad de 8 euros. Desarrollado por Arc System Works, en NextN ya hemos descubierto lo que te espera en esta propuesta que, advertimos desde el inicio, se aleja muchísimo de los propósitos de las sagas de Nintendo DS anteriormente mencionadas. ¿Nos acompañas?

 

 

No esperes otro Hotel Dusk ni otro Another Code

Lo primero que hay que tener claro a la hora de adentrarse en Dear Me, I Was… es que no se parece demasiado a sus hermanos mayores de Nintendo DS. Mientras éstos eran novelas visuales con toques de aventura y puzles, esta nueva propuesta sólo se queda con la primera parte: es una novela visual pura y dura, con momentos puntuales de interacción, pero mayormente contemplativa. Su duración se aleja también de sus familiares: en torno a los 40-50 minutos, podemos completar esta pequeña y modesta historia. Por lo tanto, si te aproximas a él con las expectativas incorrectas, lo normal será que te acabes llevando una gran decepción.

 

Los puntos en común con estas aventuras se encuentran, principalmente, en lo gráfico. Si jugaste a Another Code o a Hotel Dusk en Nintendo DS, encontrarás una sensación de familiaridad total al jugar a este juego. Si no lo hiciste, ¡enhorabuena! Tienes la oportunidad de descubrir un estilo artístico único, que viaja entre el crudo boceto a lápiz y la siempre agradable a la vista acuarela. Si a esto se le suma una banda sonora medida al milímetro para acompañar al arte, tenemos una propuesta única. Especialmente disfrutable en el modo portátil de Nintendo Switch 2, ya que se recomienda jugar con auriculares, y porque también ofrece opciones táctiles en los momentos de interacción.

 

Pero, ¿de qué va Dear Me, I Was…?

En lo narrativo, Dear Me, I Was… también derrocha modestia. No nos cuenta ninguna historia grandilocuente y épica. Más bien, al contrario: nos lleva por todo el recorrido vital de una muchacha, desde su infancia hasta su vejez. Una muchacha normal y corriente, con la cual cualquiera de nosotros podría sentirse identificado. Y es que los problemas que enfrenta, las situaciones que vive, son rotundamente cotidianas. El amor, la pérdida, el recuerdo, la nostalgia, la ambición, el arrepentimiento. Gracias a este enfoque, canalizado a la perfección a través de su arte, logra una sensación de cercanía muy acogedora, logrando despertar sentimientos en el jugador.

 

Dear Me, I Was...

 

De hecho, podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos que ésa es la única pretensión del juego: despertar emociones. Todo lo demás es modesto y autocontenido. Esto incluye la historia y la narrativa, ya que los giros argumentales son más o menos sencillos de ver venir. En general, casi todo es más o menos predecible, con la excepción de cierto momento en el epílogo en el que el estilo artístico da un giro inesperado. Pero justo por eso conviene acudir aquí con las expectativas bien medidas: Dear Me, I Was… no quiere sorprenderte. No lo intenta en ningún momento. Quiere conmoverte, hacerte sonreír, y también que se te salte alguna lágrima. Y, al menos en nuestro caso, logra sus objetivos.

 

Cuando sobran las palabras

Dear Me, I Was… busca las emociones en lo mundano, en lo pequeño. Ni siquiera necesita palabras para expresarlas. De hecho, no hay ni una sola línea de diálogo en todo el juego. Todo son imágenes, incluidos esos momentos de interacción en los que encontramos la familiaridad y la cercanía con la protagonista. En actos tan sencillos como tomar un desayuno, sacar o meter cosas de una caja, hacer un dibujo o abrir una carta, se desencadena esa narrativa decididamente cargada de sencillez y familiaridad. Ya depende de cada uno conectar en mayor o menor medida con esa forma de narrar, y con el contenido de esa narración. Lo que no falta en ningún caso es la belleza.

 

Papá

 

Más allá de eso, no hay mucho que decir sobre el título, ya que el resto es mejor vivirlo en primera persona. Pero nos queda una duda en el aire, una pregunta sin respuesta: ¿por qué lanzarlo únicamente en Nintendo Switch 2? La primera consola híbrida también habría sido un hogar perfecto para la nueva propuesta de Taisuke Kanasaki. No hay nada en el aspecto técnico, al menos a simple vista, que explique la exclusividad en la nueva consola, y seguro que un público mucho más amplio, de más de 150 millones de usuarios, podría haberle venido bien a este juego. Pero eso es algo externo al juego en sí, claro. Simplemente es una pregunta que no queríamos dejar de hacernos.

 

Dear Me, I Was… – Nintendo Switch 2. Cuando lo pequeño es suficiente

Dear Me, I Was… no hace grandes alardes en su narrativa, en su duración ni en su jugabilidad. De hecho, es casi contracultural en el medio en el que se enmarca. Apunta en la dirección diametralmente opuesta: en lo modesto, en lo contenido, en lo cotidiano y en lo mundano. Pero justamente gracias a eso logra una belleza que, sin lugar a dudas, se cimenta en su cercanía narrativa y en su inconfundible y sobresaliente rúbrica audiovisual. No es más largo que un capítulo de tu serie favorita, ni siquiera te cuenta más cosas. Pero es muy difícil que te deje indiferente si te adentras en él teniendo claro lo que te vas a encontrar.

 

Dear Me, I Was...

Hemos analizado Dear Me, I Was… gracias a un código digital proporcionado por Arc System Works. Versión analizada: 1.0.1

Dear Me, I Was...
Déjate llevar y déjate sentir
El director artístico de Another Code y Hotel Dusk vuelve con una propuesta muchísimo más modesta, que se preocupa única y exclusivamente de conmover al jugador a través de su sencilla pero cercana historia, y con la ayuda de un estilo artístico que evoca la nostalgia y la belleza. Breve, modesto, pero certero en sus intenciones.
PROS
El estilo artístico marca de la casa
Una historia con la que es bastante sencillo empatizar
Jugarlo con auriculares puestos es una gozada
CONTRAS
Si no tienes claro a lo que vienes, te va a saber a muy poco
No sorprenderá a los más exigentes en el plano narrativo
¿Por qué no lanzarlo también en la primera Nintendo Switch?
80