La de Marvelous es una historia de sagas supervivientes, se pueden mencionar multitud de franquicias de los años 90 y un porcentaje respetable de ellas pertenecerá a la compañía, siendo la más notable de todas Harvest Moon, ahora conocida como Story of Seasons en Occidente. Pero hay otra gran superviviente, al punto que ha sobrevivido a su propio origen, se trata de PopoloCrois, cuyo juego original fue lanzado en PlayStation y estaba basado en el manga creado por Yohsuke Tamori, exitoso al punto de ser adaptado al anime en dos ocasiones. Como suele ocurrir, este dato nos es completamente desconocido por la sencilla razón de que, hasta que la entrega original nos llegó en PSP, la saga nunca había salido de Japón.
Hoy analizamos la que sería la cuarta iteración de la saga, Return to PopoloCrois: A Story of Seasons Fairytale, que no cronológicamente la última (ese honor recae sobre PopoloCrois Monogatari II, que quizá algún día acabemos viendo por aquí), una aventura completamente nueva para el joven Pietro que se estrena este mes en 3DS.
Feliz cumpleaños
Como cada entrega, Return to PopoploCrois arranca en la mañana del cumpleaños de Pietro, príncipe del reino de PopoloCrois, que desde que cumplió la decena debe tenerle aversión a estos días. En esta ocasión el reino vive tiempos tumultuosos, y es que unas extrañas bestias negras están adentrándose lentamente en su territorio, causando estragos entre los pobres desafortunados que se cruzan con ellas e inutilizando la tierra que pisan.
Celebrada la efeméride, la familia real se reúne con una embajadora de Galariland, una tierra lejana que ya ha sufrido la acometida de las criaturas y que ha ofrecido su ayuda al apurado reino. El asunto termina con el príncipe, que no soporta ver sufrir a su gente, viajando a Galariland con el objetivo de aprender la magia necesaria para exterminar a las bestias negras.
Revelar más sería incurrir en spoiler, pero basta decir que el nombre del juego no es casual, ya que uno de los objetivos de Pietro es, en efecto, regresar a PopoloCrois tras verse forzosamente atrapado en su destino original.
De aquí parte una historia mucho más encantadora de lo que podría llegar a parecer en un principio, pese a lo que llegamos a ver en el juego el ambiente general es distendido y relativamente alegre, no obstante, esto a su vez choca con el estado de la empobrecida región a la que va a parar nuestro protagonista, cuyas primeras horas en ella son poco menos que desalentadoras para el chaval. Aun así no puede decirse que la narración esté mal manejada, según nos movemos y descubrimos mundo a su vez nos encontramos con la gente de Galariland y sus problemas, y resolverlos no tiene que ser necesariamente parte de la historia principal – Aunque, no nos engañemos, lo es en un gran porcentaje.
Un problema relativamente serio en la narrativa del juego se encuentra en su ritmo, y es que, si bien el argumento avanza a un ritmo más que aceptable, este se ve roto al menos una vez por capítulo por la necesidad de volver a la granja. Supuestamente la granja (las más bien, ya que estas son parte intrínseca del argumento y son varias además) es un lugar al que ir para desintoxicarse de la aventura, cultivando verduras que vender para ganar dinero o con las que cocinar, cuidando a los animales, etc… pero en más de una ocasión nos veremos obligados a regresar a ella, ya que para seguir avanzando en la historia hemos de cultivar algo en concreto, lo que nos obligará a perder el tiempo mientras esperamos a que crezca y podamos recogerlo.
Príncipe, explorador y granjero
Return to PopoloCrois sigue, en su mayoría, las convenciones clásicas de la saga, movemos a Pietro con un control octodireccional indiferente de si usamos cruceta o stick, aunque este último nos dará cierto control sobre su velocidad – no mucho, Pietro es como Chuck Norris que sólo tiene dos velocidades, caminar y mat… correr – la cual por cierto es bastante alta, lo que aligera la exploración. Galariland, además, puede presumir de no ser un lugar necesariamente grande, pero las batallas aleatorias, cuya frecuencia podemos configurar a mitad de partida, llegan a hacer tedioso el ir y venir por los diferentes caminos de la región los cuales, habitualmente, nos suelen obligar a coger la ruta más larga merced de unas escaleras rotas, un puente caído, una gran masa de nieve bloqueando el camino y varios obstáculos más.
No obstante la exploración es sólo una de las tres facetas jugables. Como hemos mencionado antes, las convenciones clásicas de la saga siguen vigentes, lo que inevitablemente incluye el combate. Una vez entramos en batalla, nos encontramos con un sistema que mezcla un ligero componente táctico con el clásico combate por turnos, en cada turno podremos mover a cada personaje del equipo por un área determinada que variará según los obstáculos del terreno – Que pueden ser, de hecho, los otros personajes – si logramos acercarnos lo suficiente a un enemigo podremos atacar, y el efecto de nuestro ataque dependerá de su nos aproximamos por detrás, por los flancos o cara a cara. Una variación de esto son los hechizos, cuyo alcance es variable y en muchos casos pueden ser lanzados sin moverse del sitio, mientras que otros nos permitirán alinearnos para golpear a varios adversarios.
Desgraciadamente, todas estas particularidades se vuelven innecesarias a causa del bajo nivel de dificultad imperante. Incluso en el nivel estándar, los enemigos más peligrosos se encuentran en los momentos más tempranos del juego (como el Trent, que es casi habitual de la zona de Urbain, resistente y potente, y encima pueden aparecer varios a la vez) y ni aun así llegan a resultar una amenaza seria, pues siempre habrá en el equipo al menos un personaje con habilidades curativas y suficientes PM como para hacer frente a la necesidad de realizar curas durante un largo tiempo. Cabe destacar que, llegados al nivel 20 llegaremos a tener 3 personajes con esta capacidad, uno de ellos el mismo príncipe, que aprenderá un hechizo capaz de curar las heridas de todo el equipo con un coste proporcional de magia relativamente bajo.
Será en las mazmorras donde más llegaremos a acusar las virtudes y defectos tanto de la exploración como del combate. Estas son pasillos laberínticos al más puro estilo dungeon crawling, con apenas espacio horizontal, infinidad de cruces de caminos y teletransportadores, los enemigos en ellas supuestamente son más fuertes, pero en realidad rara vez tendremos problemas, incluso para enfrentarnos a sus guardianes, merced del uso de los hechizos y la brutal cantidad de PM disponibles para cada personaje. Explorarlas tiene su recompensa, eso sí, fácilmente podremos encontrar raros tipos de semillas para cultivar en nuestra granja y poderosos objetos equipables. No es una exageración decir que, cada vez que completemos una, saldremos con un personaje cuya defensa ha sido considerablemente potenciada gracias a una capa, un anillo o un amuleto que hayamos podido encontrar en un cofre perdido.
Por último, cuando no estemos mazmorreando, nos encontraremos en una de las granjas de Galariland cuidando de los huertos. Dado que el productor del juego es el mismo que el de los clásicos Harvest Moon/Story of Seasons así como de Rune Factory, uno podría esperar que este aspecto estuviera más potenciado, pero por desgracia es el peor del juego, y es que no sólo está todo demasiado simplificado – no hay herramientas que comprar, los pedazos de tierra cultivable están predeterminados, cada semilla va a un solo pedazo de tierra y son imposibles de desperdiciar, etc… – si no que la ausencia de un ciclo de día/noche afecta gravemente a este aspecto. Obviamente existe un temporizador, puesto que de vez en cuando recibiremos un aviso de que nuestro sembrado está seco o ya hay cultivos listos para recoger, pero resulta todo demasiado confuso y puede ocurrir que los cultivos empiecen a necesitar agua mientras estamos en plena exploración de una mazmorra, lo que acaba resultando molesto a largo plazo.
No sólo a la faceta de granjero de Pietro afecta la ausencia del ciclo día/noche, también a las relaciones con una serie de muchachas repartidas por todo Galariland. Aunque no podemos cortejarlas como en Story of Seasons y Rune Factory, sí podemos ganarnos su amistad, lo que nos otorgará beneficios en forma de verduras o leche de mejor calidad, pero podemos pasar horas explorando, mazmorreando y, en definitiva, ocupándonos de nuestros asuntos sin preocuparnos del paso del tiempo hasta que de repente una notificación nos dice que una de ellas nos echa de menos. Es, en realidad, ciertamente inconveniente.
Por último, no existe una sola granja si no varias, para acceder a las diferentes regiones de Galariland hemos de purificar la tierra en la que nos encontremos, lo que nos dará acceso a una granja especial en cada una de ellas, dichas granjas además permitirán cultivar en ellas un tipo exclusivo de semillas lo que nos obligará, si hacemos uso de ellas (Y tendremos que hacerlo) a movernos entre las diferentes localidades continuamente. Por fortuna, este problema es fuertemente mitigado por el viaje rápido, disponible una vez hayamos desbloqueado la primera de estas parcelas.
Un cuento de hadas en 3D
Una de las mayores virtudes de Return to PopoloCrois es su apartado artístico. Aunque gráficamente es simple – Al nivel de Hometown Story de hecho – también es muy bonito, con la estética de cuento de hadas de PopoloCrois perfectamente recreada y unas cuantas secuencias de anime en perfecto 3D repartidas en diferentes momentos importantes del juego. Mención especial merece el simple y ligero pero efectivo Cel Shading que puede aplicarse opcionalmente sobre los personajes.
La banda sonora sorprende por su simpleza y efectividad, está lejos de las grandes composiciones orquestadas de temática, quedando más cerca de la agradable sencillez de Harvest Moon, no obstante sorprende con detalles como los diferentes temas de batalla según nos encontremos en el mundo exterior, en una mazmorra de campo o unas ruinas.
Otro bonito detalle en el audio es la presencia de tres diferentes doblajes, uno de ellos el inglés y los otros dos en japonés con tonalidades ligeramente diferentes. La mayoría de los diálogos por cierto tienen voz asociada, aunque si somos impacientes con el botón A será fácil no escuchar las líneas.
Para pasar el rato
Aunque pueda parecer que hemos sido demasiado duros con Return to PopoloCrois: A Story of Seasons Fairytale, especialmente en la parte jugable, el verdadero problema no es otro que la decepción que supone ver ciertos sistemas desperdiciados. No obstantem sigue siendo una buena aventura ligera de la que disfrutar cuando nos cansamos de otras experiencias más espesas.
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