El 19 de julio de 2022 llegaba a Windows y consolas PlayStation Stray. Una aventura de exploración en tercera persona con la que BlueTwelve Studio y Annapurna Interactive nos emplazaban a controlar a un lindo gatito mientras recorría una futurista y decadente ciberciudad repleta de luces de neón. Qué podía fallar, ¿verdad? Y es que nos encontramos ante una propuesta que, alejándose de los cauces normales, hace especial hincapié en la exploración, la dirección artística y la creación de una atmósfera, con toques cyberpunk, tan singular como sorprendente. Como os podéis imaginar, el título se erigió pronto como uno de los grandes tapados del año. Obteniendo una gran aceptación tanto por parte de la comunidad jugona como por la crítica especializada. ¿A qué viene tanto rollo? Sencillo. Tras su sorpresivo anuncio, y posterior fechado de lanzamiento en la híbrida de los de Kioto, Stray ya se encuentra disponible en Nintendo Switch. ¿Queréis saber qué tal ha salido el port? En tal caso, no te pierdas nuestro análisis para descubrirlo a golpe de maullido.
Una distópica aventura protagonizada por un gato
Stray se presenta ante nosotros como una aventura que se aleja de los protagonistas arquetípicos y de los cauces argumentales habituales en la industria. En su lugar, nos pone en la piel, y pelo, de un gato callejero que busca regresar al exterior y encontrar a su familia felina. Todo ello mientras intentamos escapar de una ciudad futurista, de corte Cyberpunk, repleta de luces de neón, robots, organismos sintientes e inteligentes y los Zurks. Una suerte de bacterias que, tras la desaparición de la especie humana, han crecido hasta convertirse en seres mucho más dominantes y peligrosos.
Menudo panorama, ¿verdad? Por fortuna, nuestro gato no se encuentra solo. No en vano, contamos con B-12. Un dron que nos facilita las labores de investigación, progreso, iluminación y traducción de textos. Todo ello aderezado con un interesante, y peculiar, sistema basado en la recuperación de recuerdos por parte de nuestro compañero mecánico. En definitiva, y cerramos el apartado narrativo, lo que se nos presenta es una aventura que nos dará mucho que pensar. Y es que, más allá de encontrarnos en un mundo decadente sin rastro de vida humana, las divagaciones filosóficas de los robots antropomórficos nos harán reflexionar sobre temas realmente trascendentales. Efectivamente, aquí son los medios los que justifican el fin.
Third-Cat Aventure
Puestos en antecedentes, Stray podría encuadrarse dentro del género TCA (Third-Cat Adventure). Sí, me lo acabo de inventar. Una aventura que nos lleva a encarnar a un gato callejero con todo lo que ello conlleva. Podemos movernos por escenarios en 3D, correr, saltar, afilarnos las uñas en diversas superficies e incluso beber agua. Acciones, todas ellas, bastante orgánicas e intuitivas. Eso sí, antes de poder realizar muchos de estos movimientos, sobre todo los que afectan al cambio de plano, se requiere la aparición de un icono, que nos invita a pulsar un botón con el que activar dicha secuencia. Algo que, al menos inicialmente, se antoja chocante y algo monótono, pero que, como leeréis más adelante, encaja a la perfección con el enfoque que se pretende dar al juego.
Stray es, y seguimos hablando de enfoque, una aventura que deja de lado la acción para invitarnos a utilizar las habilidades gatunas de cara a llevar a cabo un amplio surtido de acciones. Centrándose en la exploración de escenarios, repletos de azoteas, callejones y claustrofóbicos recovecos, los puzles, el sigilo y la interacción con nuestro entorno y otros personajes. Y es este último punto en el que hemos decidido hacer una pequeña parada. No en vano, dichas acciones son las que nos permiten superar los diferentes desafíos plataformeros o algunos de los puzles o escasas secundarias existentes en el juego. Eso sí, todas las interacciones se encuentran guiadas. No nos encontramos ante una propuesta ni demasiado extensa ni muy compleja y exigente con el jugador.
Ya hemos hablado sobre como narrativa, puzles y plataformas se encuentran conectadas, como si de vasos comunicantes se tratase, con el apartado atmosférico. Algo que se consiguen gracias a un mapa inteligentemente distribuido. Y es que las áreas algo más abiertas se conectan entre sí gracias a zonas más pasilleras y, hasta cierto punto, claustrofóbicas. Zonas que, por otro lado suelen contener momentos más plataformeros (persecuciones, maullidos o escaladas incluidas). Aún así, conviene tener claro que nos encontramos ante una propuesta bastante lineal que, más allá de los desafíos extra, puede completarse en 3 o 4 horas (incluso menos).
Una atmósfera tan absorbente como hermosa
Todo lo comentado con anterioridad, y ahora nos centramos en lo eminentemente artístico, nos permite descubrir multitud de hermosos y vistosos detalles dentro de un decadente y post-apocalíptico universo cyberpunk en 3D. Destacando sobre el resto la realista representación de nuestro felino protagonista y la fluidez y naturalidad de sus movimientos. Lo que aquí se nos presenta es un mundo que, pese a su sobriedad y tono apagado, combina con gran maestría elementos modernos y futuristas repletos de neón con otros de corte mucho más retro. No vamos a negar que el downgrade con respecto a otras plataformas resulta más que evidente (olvidaros del HDR). A pesar de todo, dichos sacrificios logran presentarnos una edición bastante rocosa y estable en lo que a rendimiento se refiere. Y no, podéis estar tranquilos. Los tiempos de carga resultan, a excepción de la pantalla de carga inicial, bastante comedidos para lo que nos esperábamos.
Por su parte, la BSO va a la saga. No en vano, y pese a su carácter eminentemente ambiental, cada efecto, maullido, ronroneo o pseudo-melodia logra acompañar y facilitar aún más si cabe la inmersión total por parte del jugador. En otro orden de cosas, y pese a la organicidad mecánica y jugable, la cámara nos ha jugado alguna que otro mala pasada. Dejándonos vendidos en más de una ocasión. Para finalizar, los textos llegan en perfecto castellano.
Cyber-aventuras felinas
Definir o sintetizar un título tan singular y especial como Stray no resulta para nada sencillo. No en vano, nos encontramos con una propuesta que conjuga aventura, exploración y un componente narrativo de índole filosófico y existencial. Curiosa mezcla, ¿verdad? Pero es que además, todo ello llega aderezado con los movimientos propios de un gato, un decadente y post-apocalíptico apartado artístico y una atmósfera única y difícilmente explicable con palabras.
Las pequeñas dosis de acción, las sencillas, y guiadas, secciones plataformeras, los puzles y los instantes de sigilo terminan de adornar una original y singular propuesta. Propuesta que, quizás eclipsada por su vertiente más narrativa, adolece en lo jugable. Y no lo hace por ningún tipo de fallo mecánico. Ni mucho menos. El problema llega por su sencillez, limitada rejugabilidad y escasa duración. Es decir, nos encontramos con una aventura, tan hermosa y especial como fugaz, que deja huella (felina) en el jugador. No obstante, y como suele decirse, las mejores esencias suelen guardarse en frascos pequeños, ¿verdad?
Hemos analizado Stray gracias a un código digital cedido por Forty Seven. Versión analizada: 1.6.0
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