Hace unos días tuvimos el placer de asistir, virtualmente hablando, al Frontier Showcase. Evento en el que la compañía británica desveló su futura hoja de ruta, en cuanto a próximos lanzamientos se refiere. Sin lugar a dudas, la surrealista, excéntrica y curiosa propuesta que Struggling puso sobre el tablero de juego fue una de las más destacadas. Ahora, el primer título distribuido por Frontier Foundry, división del estudio centrada en el mercado indie, y desarrollado por los canadienses Chasing Rats Games, ya está entre nosotros. Un plataformas que apuesta por uno de los subgéneros más frecuentes en la actualidad, siguiendo la estela de propuestas como Biped, el multijugador local en su vertiente 100% cooperativa y por un sorprendente apartado artístico como caballos de batalla. ¿Logrará superar la prueba? No te pierdas nuestro análisis para descubrirlo.
Hay un abominable amigo en mí
Struggling nos pone en la piel (nunca mejor dicho) de Troya, una verdadera abominación compuesta por dos extremidades y una cabeza con dos rostros, con un origen tan épico como esperpéntico resulta su presente. El ser no es otro que la unión de Héctor y Aquiles, dos héroes extraídos directamente de la Iliada que, por desgracia y tras renacer en un laboratorio de lo más peculiar, ya no son lo que eran…
Y es que este par de hermanos (o el engendro resultante de sus propios restos) decide afrontar una aventura para desafiar a los seres antiguos y liberar de su sufrimiento y miseria a una humanidad enferma. La premisa, al menos en esencia, es realmente sencilla. No obstante, como intentaré dejar claro en estas líneas, su aplicación práctica puede suponer un verdadero reto jugable. Puestos en antecedentes, y el que avisa no es traidor, podemos afirmar sin ningún atisbo de duda, que nos encontramos ante un juego en el que todo gira en torno a nuestro personaje y sus dos «brazos». Por llamar de alguna forma a dichas extremidades…
Múevete con cabeza… ¡Y brazos!
Como ya hemos comentado más arriba, en Struggling los controles giran en torno a nuestra capacidad de control sobre los dos brazos con los que contamos a nuestra disposición. Y es que, partiendo siempre de unas fases de lo más disparatadas tenemos que, literalmente, agarrarnos a nuestro entorno para poder avanzar satisfactoriamente. El esquema de control es, a priori, bastante sencillo. Mientras que manteniendo un botón y el stick izquierdo nos agarramos/desplazamos con la extremidad izquierda, podemos hacer lo propio con el lado derecho. Eso sí, siempre que no optemos por el cooperativo local con un joycon por jugador. Conviene destacar que, en no pocas ocasiones, los nervios al no saber que botón presionar nos hemos visto pulsando en exceso alguno de los dos joysticks, con la consiguiente y aparatosa explosión de nuestro personaje. Por otro lado, podemos destruir y regenerar nuestros brazos si nos quedamos atascados o incluso regresar, tras una aparatosa y explosiva rabieta, al punto de control más cercano (que, pese a lo intenso de algunas zonas, por suerte abundan). También, y no podemos olvidarnos de este punto, se nos permite emitir una serie de sonidos tan inútiles como desternillantemente divertidos.
Dicho todo lo anterior, conviene recalcar que nos encontramos con un título de plataformas en el que casi nada queda al azar. Aquí no se trata, simplemente, de llegar del punto A al B. Durante nuestro progreso los puzles (basados en la interacción con nuestro entorno), y con ellos la curva de dificultad, va ascendiendo hasta ponernos las cosas realmente estrechas. Sin entrar en detalles, en un título de estas características la sorpresa es parte intrínseca de su estructura jugable, en más de una ocasión nos hemos tenido que parar a analizar nuestro entorno para descubrir como salir del embrollo de turno.
Por otro lado, y derivado de esa casi absoluta falta de aleatoriedad, llegamos a otra de las piedras angulares de Struggling, su sistema de físicas. Y es que, en la antítesis de lo que vendría a ser cualquier machacabotones, aquí tenemos que manejar los dos brazos de nuestro engendro de forma independiente. Todo ello teniendo muy en cuenta, no en vano nos toca emularlo, la complejidad (notablemente recreada) de los movimientos del cuerpo humano. Llevándonos, en muchas ocasiones, a analizar con lupa hasta el último de nuestros movimientos (de ahí esa exigencia envuelta en una capa de sencillez de la que hablábamos unas líneas atrás). Movimientos que, dicho sea de paso, nos han resultado bastante complejos de realizar. Al menos hasta que comprendimos que la armonía y la física son piezas clave en este título. Por desgracia, todo esto puede desembocar, si no somos lo suficientemente pacientes, en altos grados de estrés, rabia y frustración.
Dos abominaciones son mejor que una
Struggling es uno de esos títulos en los que si queremos exprimir todo su potencial debemos apostar por su vertiente cooperativa. Eso sí, conviene dejar clara una cuestión. Aquí cada jugador controla uno de los brazo de Troya. Esto es algo que, muy en la línea de juegos como Super Chariot, nos exige una voluntad férrea, un pensamiento combinado y un grado de sincronización bastante elevado que puede llegar a romper amistades e incluso más de una relación («os aseguro que no exagero» – dijo el analista entre una lluvia de mandos). Es decir, las risas están garantizadas, pero aquí, a diferencia de la tónica general vista en otros juegos del mismo corte, el componente cooperativo en lugar de facilitar las cosas las complica hasta niveles estratosféricos. Bajo el punto de vista de un servidor, este apartado parece más enfocado a partidas cortas (plagadas de momentos realmente divertidos) que a intentar, en un acto de locura, completar el juego en compañía.
En relación a su rejugabilidad, más allá de explotar su vertiente multijugador, no estamos ante un título que especialmente invite a ser rejugado. Es más, puede ser completado perfectamente en 5 o 6 horas (todo dependerá de nuestra destreza a los mandos de esta particular propuesta). Eso sí, durante la aventura podemos dedicarnos a buscar diversos coleccionables ocultos en espacios diseñados para ponernos en peligro de forma tan divertida como innecesaria. Posteriormente, y a modo de sombrero, se nos permite equiparnos dichos accesorios estéticos en nuestro refugio (accesible desde el propio menú de juego).
Un grotesco espectáculo visual en constante evolución
Como ya os hemos comentado unas líneas más atrás, observar nuestro entorno resulta esencial para lograr progresar con éxito. No obstante, contamos con otra serie de variables. Y es que se ha optado por un sistema de progresión, con un personaje en constante mutación biológica, en el que vamos desbloqueando diversas habilidades, como ralentizar el tiempo, reptar, la capacidad de agarrarnos a nuestro entorno cual famoso trepador o la posibilidad de usar los músculos de nuestros brazos de forma remota. Esto, necesario para poder progresar en la aventura, tiene su contrapunto negativo… Y es que añade cierta complejidad a un sistema que, aunque sencillo, puede acabar siendo desquiciante.
Este ADN cambiante engarza con un apartado gráfico al que, ya lo decimos de primeras, hay que darle una oportunidad. Es cierto que, en una primera y breve toma de contacto, puede parecer que nos encontramos ante un juego flash del montón. Nada más lejos de la realidad. Pestilentes cavernas, vísceras en movimiento, laboratorios destartalados, cañones peligrosos e incluso un sueño febrilmente psicodélico. Todos los escenarios por los que pululamos conjugan a la perfección unos gráficos coloridos tipo cartoon dibujados a mano (mención a parte a la capacidad creativa de sus diseñadores) plagados de resultones efectos visuales, con un acabado y ambientación propia de obras de terror propias del género Creepypasta. Eso sí, si eres demasiado escrupuloso puede que este no sea tu juego.
A todo ello, se suma un humor bastante ácido presente en todos los textos (en perfecto castellano) e incluso hasta en el mismo nombre de las distintas localizaciones por las que nos desplazamos tacho arrastramos. En referencia a su apartado sonoro, tanto los eructos, flatulencias y demás «lamentos» de nuestro querido repugnante protagonista, como los efectos sonoros o las distintas melodías logran acompañar con bastante solvencia, logrando un curioso cóctel que mezcla, siguiendo la tónica del resto de apartados, horror y humor a partes iguales.
Struggling – Un viaje de todo menos ortodoxo
Podemos decir que Struggling es un juego de plataformas basado en un solvente sistema de físicas… Y hasta aquí su parecido con cualquier otro título del mismo género. Y es que la propuesta, que Chasing Rats Games nos pone sobre la mesa con su ópera prima, es tan disparatada como esperpénticamente divertido resulta su apartado jugable y artístico. Un desafío continuo en solitario y una desternillante locura en su modalidad cooperativa que, sin lugar a dudas, no resulta apta para los jugadores más impacientes y/o escrupulosos. En definitiva, una experiencia única e irrepetible cuya principal virtud es, precisamente, su frescura y originalidad.
Hemos analizado Struggling gracias a un código digital cedido por Frontier. Versión analizada: 1.0.1
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