Después de visitar las fértiles tierras de Kanto y descubrir los secretos ocultos de la genealogía de los Pokémon de Johto, NextN continúa su #PokéExpedición desviándose de la ruta que marcaron los juegos para darse un tiempo de asueto en un paraíso tropical. En Pokémon Sol y Luna (y sus secuelas Ultrasol y Ultraluna) conocimos Alola, una región llena de vida. Está compuesta por cuatro islas naturales: Melemele, Akala, Ula-Ula y Poni, y en todas ellas se respira naturaleza, aunque también hay una pequeña isla artificial llamada Paraíso Aether. En Alola se introdujo la séptima generación de Pokémon y, para sorpresa de los paleofans de todo el mundo, no introdujo fósiles exclusivos. Eso fue toda una sorpresa, puesto que los fósiles habían sido una tónica general en todas las regiones a excepción de Johto, pero incluso allí hubo inspiraciones prehistóricas que en Alola no encontramos. Ni fósiles, ni fábulas, ni registros de ningún tipo, el paraíso Pokémon no tenía pasado.
No obstante, si nos ceñimos a la historia geográfica del archipiélago de Hawaii, zona en la que se basa Alola, tiene cierto sentido. Estas nueve islas tienen un origen volcánico, es decir, se crean a partir del magma expulsado por calderas oceánicas. Las erupciones sucesivas y el enfriamiento rápido a causa del agua hace que la lava se acumule creando formaciones montañosas que, con el paso del tiempo y la acumulación continua de rocas, emergen creando islas. Hawaii concentra algunos de los volcanes más activos del mundo, como el Kilauea.
Esta génesis hace que todas las islas sean relativamente jóvenes. Se estima que Hawaii, la isla más grande del archipiélago, tiene alrededor de 400.000 años. Los restos de un animal o una planta necesitan alrededor de 10.000 años para fosilizar, pero cuando los primeros colonos polinesios llegaron a las islas (entre los años 500 y 800 dC), encontraron muy poca fauna. Había varias especies de pájaros endémicos, todos migrantes que evolucionaron con características únicas por la ausencia de depredadores naturales, y ningún reptil, anfibio o insecto. Sí que encontraron mamíferos, pero solo dos especies: focas monje hawaianas y murciélagos cenicientos.
No obstante, aunque su fauna endémica sea escasa, las continuas erupciones volcánicas han permitido la conservación de restos de varias aves. Es una evidencia fósil muy escasa y muy joven, basada casi por completo en la diversificación de especies ya existentes que hicieron de Hawaii su hogar, pero ahí está. Puede que por ello en Alola, a pesar de no tener fósiles propios, podemos obtener otros fósiles comunes en la franquicia pertenecientes a otras regiones, y devolverlos a la vida.
En Akala podemos encontrar los fósiles de Tirtouga, Archen, Shieldon y Cranidos. Se obtienen en ciudad Konikoni, en la casa de la kahuna Mayla, donde una señora con el pelo blanco nos venderá el fósil pluma y el fósil coraza si jugamos a Pokémon Luna, o el fósil tapa y el fósil cráneo si jugamos a Pokémon Sol. Para revivirlos, hay que ir a la ruta 8 y encontrar al restaurador de fósiles, un hombre que pretende crear un parque temático a partir de Pokémon restaurados de fósiles al que, en el futuro, se conocerá como Rancho Otrora.
Pronto seguiremos nuestras andanzas habituales por el mundo Pokémon, en busca de más fósiles y de otras evidencias prehistóricas en los Pokémon salvajes, así que continuad atentos a nuestras redes sociales y a nuestra web, porque este periplo solo acaba de comenzar.
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