Cerca ya de alcanzar el primer cuarto del siglo XXI, por desgracia todavía hay muchos temas que son tabú en nuestra sociedad. Cosas de nuestro día a día que son más normales de lo que creemos y de las que aún cuesta hablar con naturalidad. Y aunque en esta definición podrían entrar muchos ejemplos, el que nos ocupa hoy es el de las enfermedades mentales y esa invisibilización que sufren de una forma u otra los que las padecen. Y aunque todo esto parezca no encajar en una web como esta, Sea of Solitude tiene la respuesta.
Desarrollado originalmente por Jo-Mei Games y publicado por Electronic Arts en 2019 para PC, PlayStation 4 y Xbox One en 2019, ahora llega a nuestras queridas Nintendo Switch en exclusiva Sea of Solitude: The Director’s Cut, una edición especial con nuevas características y mejoras de un título tan profundo como personal. Y sí, también en formato físico de la mano de Meridiem-Games.
Así que coged asiento en el bote junto a Kay y preparaos para embarcaros en una aventura diferente en la que los monstruos somos nosotros y nuestras circunstancias. Espera, ¿qué?
Navegando en soledad
De entrada, Sea of Solitude parece un videojuego más. Controlamos a una chica especial que debe resolver una serie de enigmas a lo largo de su camino para llegar hasta el final y lograr superar un desafío para ella. Hasta aquí nada especial. ¿Pero qué pasa si os cuento que el viaje de Kay está lejos de ser una fantasía y que los monstruos a los que se enfrenta son sus propios miedos, nacidos de su experiencia y su tortuoso camino? En la vida todos llevamos una mochila más o menos cargada de malas experiencias (también buenas, claro) que van forjando nuestro carácter y nos influyen a seguir hacia delante de una forma u otra. Y si bien esto ha servido para que grandes iconos del mundo de los videojuegos plasmen sus vivencias en títulos que hoy en día son leyendas, pocos lo han hecho poniendo sobre la mesa temas tan complejos como las enfermedades mentales. Porque de eso va Sea of Solitud, de dar visibilidad a la soledad o la depresión, y hacer que lo veamos desde otro punto de vista.
Cornelia Geppert, directora y diseñadora del título y CEO de la desarrolladora que lo firma, se abre metafóricamente en canal para compartir con el mundo sus propias experiencias y dar forma a un videojuego muy íntimo que puede calar muy fuerte en aquellos que han vivido cosas similares. Es cierto que el juego no es para todo el mundo y que si le quitamos ese trasfondo tan potente pierde toda la magia que puede tener, pero el conjunto es el que es y con eso nos quedamos. Sea of Solitude es un puñetazo en el estómago de la cruda realidad de mucha gente que lo pasa mal sin que el resto del mundo lo sepa. Pero a la vez es un canto a la vida, una desgarradora historia que busca un mensaje positivo: pese a todo lo malo, pese al miedo, Kay, nuestra protagonista, es perfectamente consciente de que algo no va bien y quiere hacer lo que esté en su mano para estar mejor, para dejar atrás ese monstruo en el que se ha convertido y a todos los que se va encontrando. Y como jugadores, nuestro objetivo será acompañarla para que ocurra y descubrir qué le ocurrió para llegar donde está.
El poder de lo metafórico
Para darle vida a su relato, Geppert y su equipo construyen una historia fantástica repleta de metáforas en las que los miedos se representan con diferentes monstruos y Kay viaja por un mundo anegado en su bote. Según avanzamos por la trama, los sentimientos de la protagonista varían provocando cambios en el escenario (iluminación, meteorología, color, nivel del agua…) y las piezas van encajando poco a poco. Porque es todo un gran rompecabezas, nunca mejor dicho, en el que además de ir reconstruyendo la historia de Kay tenemos que resolver diferentes puzles por el camino para poder avanzar. En ese sentido no es un juego complicado, ya que está más enfocado en ser una experiencia audiovisual activa que no un videojuego de corte clásico al uso, pero los desafíos que plantea y el nivel de exploración son suficientes para tenernos un rato entretenidos frente a la pantalla.
Precisamente el estar enfocado en ser un relato fantástico vivo es lo que puede hacer que el juego no encaje en todo tipo de jugadores. Vamos a ser sinceros, ni está pensado para ello ni lo necesita, porque estamos frente a una experiencia íntima y personal cuyo objetivo es otro muy distinto. Y lo logra aunque para ello tenga que sacrificar ser una experiencia más dinámica y convertirse en ese mar de soledad que tan bien queda como título. El juego consigue transmitirnos muchas de las sensaciones que vive Kay y no son pocas las veces en las que estamos desorientados, caminando a ciegas o intentando que no nos coma un monstruo marino gigante que nos acecha todo el tiempo. Estar frente a los mandos en Sea of Solitude es algo más que controlar a Kay cuando navega por el océano o cuando recorre la ciudad anegada, es vivir la experiencia junto a ella y compartir lo que ella vive. Esa es la gran fortaleza de este videojuego, conseguir que el jugador se implique en la historia y forme parte de ella a nivel emocional de forma distinta a lo que otros juegos consiguen.
Pero como ya he comentado anteriormente, no es un juego hecho para todo el mundo. Es una película interactiva con algo de exploración en la que los jugadores que busquen algo menos personal no van a sentirse cómodos. No es un juego de aventuras o supervivencia, ni siquiera uno de exploración o de puzles. Todos estos géneros son elementos presentes en Sea of Solitude, pero están lejos de llevarse el protagonismo, por lo que se quedan en la superficie y sirven para dar forma al relato que nos quieren contar, un medio para llegar a un fin. Probablemente no haya punto medio, o conectas con la historia de Kay o este juego no es para ti, porque fuera de ese relato tan personal que quiere contar Geppert no tiene nada que no puedan ofrecerte mejor y de forma más completa otros títulos. De hecho, ni siquiera hay puesto un gran esfuerzo en hacer que los puzles sean verdaderamente originales una vez hemos resuelto los primeros y entendemos que el lanzamiento de bengalas es a este juego lo mismo que el salto en un juego de plataformas. Pero, de nuevo, aquí lo importante no es cómo haces el viaje sino lo que te cuentan mientras lo haces. Y cómo te lo cuentan.
Una mochila llena de monstruos
Uno de los aspectos más destacados de Sea of Solitude: The Director’s Cut es su aspecto visual, pieza fundamental del videojuego para que todo funcione como tiene que funcionar. Es lo primero que entra por los ojos y uno de los pilares para conseguir que se transmitan las sensaciones que se buscan al jugador. El contraste entre los momentos tensos y los calmados pasando de colores oscuros a colores muy vivos, el diseño aterrador de los monstruos y la propia Kay o los juegos de luces para ir guiándonos por donde quieren están perfectamente medidos y obedecen a un concienzudo estudio de cómo hacer un buen diseño. De hecho, los escenarios son bonitos visualmente y lo único que hace que tengamos que restarle enteros al resultado final es la recreación del agua, bastante extraña en algunos momentos. Por otro lado, personalmente no soy muy fan del diseño de los personajes humanos, pero entiendo que es un detalle menor y que ni siquiera son la parte más importante de este apartado, aunque sí sean totalmente necesarios en su momento. En cualquier caso, de rendimiento el juego va bien en Switch y no se aprecian caídas de frames visibles o tirones, tanto en portátil como en sobremesa. En lo que sí tenemos que tirar de las orejas a los desarrolladores es en el control poco pulido del manejo del bote o algunas gestiones de colisiones que provocan que Kay reaccione de forma extraña. Mención aparte para las gaviotas torpedo, aunque eso es mejor que lo veáis vosotros.
Hablando del funcionamiento de Sea of Solitude, la versión que tenemos entre manos viene en exclusiva a Nintendo Switch para completar y mejorar lo que llegó a otras consolas y PC hace casi año y medio. Entre otras cosas, esta edición Director’s Cut viene acompañada de doblaje español, un modo foto con el que perder horas y horas, escenas de vídeo mejoradas y una ligera reescritura del guión. No es un juego especialmente rejugable, y de hecho es bastante corto, aunque tenemos la opción de repetir capítulos para encontrar las diferentes botellas con mensaje que hay repartidas a lo largo y ancho del mundo que debemos recorrer y así terminar de entender el trasfondo de la historia de Kay. Más allá de eso no hay ningún otro incentivo para repetir la historia principal, que fácilmente puede terminarse en 3 o 4 horas yendo sin prisa. Al no contar tampoco con rutas alternativas o elecciones que cambien de una forma u otra la partida, volver a empezar servirá solo para revivir otra vez lo mismo en el mismo orden. Como en una película.
Junto al estilo artístico, otro punto que destaca en el conjunto es la elección de la banda sonora, que acompaña en todo momento lo que estamos viendo en pantalla para reforzar las sensaciones que se transmiten. Composiciones tranquilas con violín y piano para momentos más calmados en el mar y otras más tensas o incluso que parecen sacadas directamente de un film de terror hacen de la banda sonora de Sea of Solitude una pieza imprescindible para que todo funcione bien en el juego. De hecho, si sois de los que jugáis sin volumen (en serio, hay gente que lo hace), vais a perderos la mitad de lo que tiene que ofrecer este juego.
Sea of Solitude: The Director’s Cut – Navegando hacia la salvación
Pocas veces he jugado a un juego que al terminarlo (e incluso durante su trascurso) me haya dejado una sensación tan extraña. Es un juego bonito, pero a la vez es horrible. Y no me malinterpretéis, no me refiero al juego en sí, sino a lo que nos cuenta. Es un descenso a los infiernos para darle visibilidad a algo que en muchos casos nos pasa desapercibido. Seguro que muchos de los que vais a leer esto os habéis sentido solos estando rodeados de gente, habéis sufrido de ansiedad o depresión… Pero pocas veces en el mundo de los videojuegos se opta por abordar el tema y mostrar que, aunque esos monstruos nos acompañen o que nosotros mismos nos veamos como uno de ellos, hay salida.
En ese sentido Jo-Mei hace un gran trabajo al darnos un juego de autor maduro y muy personal con un mensaje más optimista de lo que puede parecer a simple vista. Sea of Solitude está lejos de ser una aventura mainstream o de destacar donde otros juegos ya han estado antes, por eso opta por recorrer un camino diferente y brillar a su manera en él. Tened en cuenta que es un juego muy particular y que aunque en el avance aparezcan grandes escenarios, travesías por el océano o monstruos, nada tiene que ver con juegos de acción o exploración. Al menos no en el sentido más clásico. Sea of Solitude es otro tipo de viaje, uno mucho más introspectivo.
La versión de Nintendo Switch no tiene nada que envidiar a las que se publicaron anteriormente en materia de rendimiento. De hecho, es precisamente al revés, pues nos encontramos ante una edición mejorada con características nuevas, por lo que si el juego ya os llamaba la atención, ahora no hay excusa para subir a bordo del bote de Kay y acompañarla en este viaje.
Hemos analizado Sea of Solitude: The Director’s Cut gracias a un código digital cedido por Meridiem Games. Versión analizada: 1.0.0
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