Que la crianza de criaturas se ha convertido en un género en sí mismo es ya un hecho. La senda que asentó y casi monopolizó la saga Pokémon se ha ido transformando en un filón que muchos estudios quieren aprovechar, pero también en una fuente de inspiración que muchos usan para darle vueltas de tuerca al concepto y ofrecer sus propias ideas. El título que analizamos hoy, Ooblets, es uno de esos que ha tomado conciencia de que los jugadores, en ocasiones, caemos rendidos ante un bichito adorable con el que podemos hacer cosas. Pero, en un movimiento también muy típico de los tiempos que corren, la crianza de criaturas toma aquí un camino que le lleva a fusionarse con otro género muy popular en los últimos años: llevar una granja y gestionar recursos.
El pequeño estudio independiente Glumberland lleva trabajando en este título varios años. Desde su anuncio oficial en 2020, muchos jugadores han podido visitar ya su versión early access de ordenador, pero es hoy cuando los jugadores de todas las plataformas pueden disfrutar por primera vez de la versión completa. Tras echarle un buen puñado de horas a nuestra granja y alcanzar la conclusión de su historia principal, inaccesible hasta el momento, tenemos aperos suficientes para comenzar a sembrar nuestra opinión del título. ¡Acompáñanos!
Ooblets, ¿animales o plantas? El misterio indescifrable
Los Ooblets son criaturas realmente peculiares se miren por donde se miren. Son pequeñas y adorables, la mayoría de ellas tienen un parecido más que razonable con diversas verduras, y no es para menos, ya que nacen de la tierra, literalmente. La principal diferencia de este título con otros juegos de crianza de criaturas es que ampliamos nuestra colección sembrando sus semillas. Así, tal cual. Conseguimos la semilla de uno de estos pequeñajos, la sembramos, la cuidamos durante un par de días, y ¡voilá! Ya tenemos un nuevo amiguito en nuestra colección.
Tenemos un total de 50 seres a coleccionar a lo largo de nuestra partida. Cada uno de ellos tiene tres versiones: la versión común, la versión poco común, de un color distinto a la común, y la versión «gleamy», que tiene colores más llamativos y además tiene un aura brillante a su alrededor. Es decir, si lo que te atrae a este título son principalmente los Ooblets, tienes para bastante rato. Y es que no es tan sencillo conseguirlos a todos: hay un arduo trabajo detrás que se entrelaza con el resto de aspectos del juego. Y además, hay un grandísimo problema: el número de Ooblets que podemos tener en la granja es limitadísimo, sólo 20, y la cantidad de esfuerzo y materiales que tenemos que invertir en ampliarlo es exagerada.
Comenzando una nueva vida
El inicio de la aventura es ya todo un tópico en los títulos del género de simulación: un personaje que acude a un lugar desconocido a comenzar una nueva vida, y casualmente hay una granja abandonada que le puede servir de vivienda. El país de Oob está lleno de enclaves con mucha personalidad, pero la mayor parte de la acción se desarrolla en Badgetown, el pequeño pueblo en el que asentamos nuestra granja. Nada más llegar, la alcaldesa Tinstle y los líderes de las distintas asociaciones ciudadanas nos dan la bienvenida y nos dan unos cuantos consejos. ¡Hala, a hacer cosas!
No tardamos en descubrir que una amenaza se cierne sobre Badgetown. El Ooblet High Council, la máxima autoridad del país, ha condenado al pueblo al ostracismo. Les han cortado la comunicación por redes, no les envían prensa, y parece que tienen el objetivo de hacerla desaparecer. ¿A qué se debe esta extraña decisión? Poco a poco, a lo largo de nuestro avance por la aventura, vamos descubriendo los motivos detrás de esta terrible decisión del consejo. Probablemente, el desenlace de esta historia sea uno de los aspectos más inesperados y sorprendentes de un título con una apariencia tan inocente.
Cómo conocí a vuestros Ooblets
La mecánica para conseguir Ooblets y para superar ciertos eventos de la historia es uno de los aspectos más curiosos del título: los duelos de baile. Cuando encontramos un grupo de criaturas, podemos enfrentarnos a ellas en un duelo en el que la mecánica principal se halla en las cartas. Tenemos un mazo de cartas con distintas acciones: ganar puntos, quitar puntos al rival, aturdirlo, aumentar el hype para que las cartas valgan más puntos, reducirlo para que valgan menos, introducir cartas inútiles en el mazo rival… Cada turno tenemos un número determinado de beats y cada carta consume un número determinado de los mismos. Quien antes llegue a la cantidad indicada de puntos, gana el duelo de baile. Y si ganamos, los Ooblets que han sucumbido a nuestro talento bailongo nos regalan su semilla.
Aunque la verdad es que no es tan sencillo. Para que un grupo de criaturas tenga a bien bailar con nosotros, tenemos que darle una especie de tributo. Las primeras pandillas piden materiales simples como madera, setas que podemos recoger en Badgetown o alguno de los primeros cultivos que conseguimos, pero más adelante necesitamos materiales raros o recetas muy específicas en gran cantidad. Por lo tanto, si no se explota al máximo el aspecto de exploración, cultivo y fabricación de recetas, es imposible conseguirlos a todos. ¿Pensabas que lo de «mezclar» crianza de criaturas con gestión de granja era simplemente una forma de hablar? Ni mucho menos.
La granja y sus cositas
Ooblets utiliza tres aspectos ya tradicionales en el género: la gestión de la energía, el tiempo y el dinero. Cada acción efectuada en nuestra granja, ya sea sembrar, recoger, regar o quitar matojos y piedras, supone un gasto de energía. Lo mismo sucede con la recolección de materiales fuera de ella o en los distintos lugares a visitar. También está presente el clásico ciclo día/noche en el que el juego nos manda a dormir cuando ya se ha hecho demasiado tarde, y nos permite echar una siesta si nos cansamos muy pronto. Y, cómo no, el comercio y la compraventa, donde podemos adquirir semillas, ropa, mobiliario y comida, pero también vender los objetos y recetas que vamos fabricando para ganarnos unos cuantos gummys, la moneda del juego. ¡Incluso podemos montar nuestra propia tienda!
En este sentido, el título flaquea un poco en comparación con otros referentes del género. Lo único que podemos hacer en nuestra granja es plantar cultivos y Ooblets, colocar dos o tres tipos de objeto para mantener los cultivos, y casetas para que los propios bichitos sean los que nos ayuden a gestionarlo todo. Se echan de menos opciones como plantar árboles, ya que los hay en Badgetown y podemos recolectar sus frutos, lo que daría un toque más personal a nuestra granja. No mencionaremos la también típica ganadería, porque este título prescinde de ella con toda la intención: aquí los protagonistas «animales» son sin duda los Ooblets.
Vida social en Badgetown
Otra parte importante del juego es la relación con los habitantes de Badgetown. Hablar todos los días con todos los habitantes tiene su recompensa en forma de puntos de amistad, y cuando subimos el nivel de amistad con alguno, nos regala una pegatina y varias recompensas. Éstas pueden ser materiales, semillas, gummys o ropa y complementos para nosotros o para nuestros Ooblets. Sí, esas pequeñas y adorables criaturitas pueden también personalizarse de varias maneras. Podemos cambiarles el nombre y vestirlas con los complementos que obtenemos. Nada más adorable que un bichejo con cara de pocos amigos, un gorro de bruja, un paraguas rosa y unas gafas de culo de vaso a lo Bartolo de Cruz y Raya.
Además, los habitantes de Badgetown son una parte crucial del progreso de la aventura. Las misiones de la alcaldesa Tinstle hacen las veces de misión principal del juego, pero el resto tiene también tareas para nosotros. Tráeme este material, búscame este Ooblet que se me ha perdido, siémbrame estas semillas… Los líderes de las distintas asociaciones también tienen tareas para nosotros, y si las cumplimos, obtenemos insignias de su asociación, que podemos invertir en comprar más ropa, más decoración para nuestra casa o más cartas para nuestro mazo de batalla.
Minijuegos por doquier
Al margen de los cultivos, las relaciones sociales, la decoración de nuestra casa, la crianza de Ooblets y las misiones principales y secundarias, el título tiene otras formas de mantenernos entretenidos. Una de ellas es el Dance Barn, un edificio en el que cada día se celebra un torneo de baile. Para ganar el torneo, debemos derrotar a rivales en combates de 1 vs 1, 2 vs 2 y 3 vs 3. A veces, estos torneos presentan condiciones especiales, como que sólo podemos usar cartas especiales, que no haya gasto de beats en los turnos… Y tienen un premio distinto cada día, por lo que renta bastante aprovecharlo.
Tenemos también el clásico minijuego de pesca, aunque en esta ocasión se trata de lanzar la caña y ver lo que trae, sin más. Para obtener cebo, podemos reciclar la basura en la máquina que hay en el centro del pueblo, o utilizar cultivos o platos para conseguir mucho más cebo. Existe también una máquina para escanear los Ooblets que hemos conseguido y poder construir una figurilla para decorar el ayuntamiento. Hay una zona repleta de máquinas arcade con minijuegos, e incluso un lugar donde podemos completar sencillos puzles para ganarnos unos cuantos gummys como recompensa. En definitiva, hay muchísimo que hacer en el país de Oob.
Y no hemos entrado en las mejoras
Por si todo esto fuera poco, el título cuenta con una serie de tareas diarias y de logros que, al completarlos, nos conceden como recompensa una especie de moneda especial llamada Wishy. En ella se basa el sistema de mejoras del juego. Conseguir ciertas recetas concretas, ya sea para fabricar objetos o para cocinar, sólo es posible mediante Wishys. Lo mismo sucede con la ampliación de catálogo de semillas, muebles, ropa e incluso los propios Ooblets, así como con la ampliación de la granja y la posibilidad de desplazarnos más rápido. Pero también podemos usar Wishys para conseguir algunos Gummys extra o algún que otro material concreto en situaciones de extrema necesidad.
Al final, tras todo este batiburrillo de cosas que hacer que nos garantiza un mínimo de unas 20-25 horas de juego para completar la historia principal, pero muchas más si queremos seguir mejorando nuestra granja y completando nuestra colección de Ooblets, todo se reduce a algo muy sencillo: consigue materiales y semillas, siembra, espera, fabrica, repite. Y el mayor problema de este diseño reside en que la siembra tiene tiempos de espera excesivos en ocasiones. Los primeros cultivos tardan 1-2 días en completarse, pero más adelante, pasan de 5 días a una semana, y los recursos para conseguir acelerar en este proceso son insuficientes.
Todo está vestido de parque infantil
Una de las mayores bondades de Ooblets puede ser al mismo tiempo una de las mayores barreras, en función del cristal con el que se mire. El estilo artístico del título es muy amable, muy infantil, y tiene un sentido del humor un poquitín mamarracho que le encaja como un guante. Para algunos jugadores, podría ser un aspecto que tirara un poquitín para atrás. En mi opinión personal, se trata de una ambientación muy acertada y adecuada que, además, ha conseguido sorprenderme y arrancarme una sonora carcajada en más de una ocasión. Ver a la alcaldesa Tinstle bailando cada vez que completas una misión suya da una mezcla de vergüencita ajena y ternura difícil de describir.
En los aspectos técnicos, no hay mucho más que decir. La estética 3D es deliberadamente simplista, la banda sonora respira inspiraciones de títulos como Animal Crossing por los cuatro costados, pero añadiendo sus propios toques cañeros, especialmente en los duelos de baile, y el rendimiento es estable tanto en modo sobremesa como en modo portátil en Nintendo Switch. Si acaso, criticarle algún bug visual puntual de importancia menor, así como una de las principales barreras para el grueso de jugadores: el idioma. Ni siquiera podemos decir que el título esté literalmente en inglés. Utiliza una jerga propia que, si estás familiarizado con el idioma, es fácil de entender, como sustituir «no» y «yes» por «nuh» y «yuh». Es parte de ese humor un poquitín mamarracho que comentábamos anteriormente. Pero un jugador que no sepa inglés, probablemente no se enterará de absolutamente nada, porque casi todo en el juego tiene nombres «tontos».
Ooblets – Nintendo Switch. No todo es trabajar, también hay que bailar
Ooblets es el resultado de la combinación de elementos que pertenecen a géneros muy diferentes y proporciona una propuesta ligera que tiene como principal virtud que te lanza suficientes propuestas y tareas para no aburrirte en un largo rato. No se trata de un título pensado para jugadores más puristas de uno u otro género, y la intención de su propuesta le sale mayormente bien, aunque no esté exenta de pegas. En conclusión, un título ligero, agradable y simpático para echar un rato divertido y relajante y no calentarse en exceso el coco. Badgetown da la bienvenida a todo el mundo.
Hemos analizado Ooblets gracias a un código digital proporcionado por Glumberland. Versión analizada: v1.0.12_e_ea
Debe estar conectado para enviar un comentario.