Horace

Análisis Horace – Nintendo Switch. Cuando haces (cultura) pop, ¡ya no hay stop!

¡Android & Hero!

Un modo multijugador le abría sentado como anillo al dedo.
Fecha de lanzamiento
21 octubre, 2020
Número de jugadores
1
Idiomas
Español, ingles, alemán, etc.
Tamaño de la Descarga
5718,00 MB
Nuestra puntuación
84

El desarrollo de un videojuego, como el de cualquier producto destinado al entretenimiento, esconde tras de si un arduo y complejo proceso creativo. Por otro lado, el abrumador éxito de la industria del videojuego ha aparejado un aumento, progresivo, de su prestigio como bien cultural. Esto, sobre todo en el panorama independiente (donde la búsqueda de financiación suele ser un gran lastre), se ha materializado, en no pocos casos, en el carácter pausado de dichos procesos creativos. Llegando, incluso, a primar el cómo frente al cuándo (cosa rara a estas alturas). Horace, título desarrollado por tan solo dos personas, Paul Helman y Sean Scaplehorn (Two Man), es claro ejemplo de ello con un proceso de desarrollo a sus espaldas de más de 5 años. Ahora, tras su paso por Steam y multitud de premios en su mochila, llega a Nintendo Switch de la mano de la editora italiana 505 Games (Bloodstained: Ritual of the Night) dispuesto a demostrar por qué ha levantado tanto revuelo entre crítica y jugadores. ¿Listos para comprobarlo de primera mano partida?, ¡dentro análisis!

 

 

Arte, literatura y píxeles

Horace es uno de esos títulos que, a simple vista, pueden parecer encasillables dentro del género de las plataformas. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que nos encontramos ante un juego con plataformas, pero su profundo y extenso apartado narrativo hace que cualquier tipo de molde se le quede pequeño.

 

El título nos presenta una cuidada historia de autodescubrimiento, repleta de personajes brillantes, con una marcada influencia de la cultura pop contemporánea. En cierta medida, me ha recordado a filmes como la denostada Chappie (Neill Blomkamp). Y es que se nos presenta un robot con la capacidad de sentir y pensar por si mismo, y que, como cualquier «recién nacido», es moldeado por la influencia (tanto positiva como negativa) de su entorno más cercano. Una maravillosa búsqueda (tranquilos, estamos en terreno libre de spoilers) de conocimiento, amor, sufrimiento y, sobre todo, amistad. Viaje, este último, que le lleva, y a nosotros de la mano, a comprender la complejidad de la propia condición humana. Y es que Horace es un título que no se anda con contemplaciones. Una obra contundente, tanto en lo bueno que acontece, como en la propia crudeza de los horribles sucesos que tiene que vivir (nunca mejor dicho) nuestro querido y entrañable protagonista.

 

 

La propuesta jugable, más allá del gran peso narrativo, tampoco podría resumirse con un escueto «plataformas». Es cierto que contamos con infinidad de momentos plataformeros, y que durante la aventura vamos adquiriendo/comprando diversas habilidades para poder progresar y ya de paso mejorar a nuestro personaje (al más puro estilo de cualquier metroidvania). No obstante, la increíble variedad de mecánicas, tan adictivas como sencillas y divertidas, o el generoso surtido de minijuegos a nuestra disposición hacen que, una vez más, encasillar este juego resulte harto complicado. Y es que lo mismo estamos jugando con nuestro entorno para poder progresar (ensayo-error), que echando unas carreras al más puro estilo Out Run o participando en una suerte de Pac-Man. Sin lugar a dudas, la variedad de minijuegos a nuestra disposición (unos desbloqueables en los salones recreativos y otros como parte de la propia aventura) es todo un acierto. Si a todo ello sumamos, tras completar el título, la posibilidad de volver a enfrentarnos a los jefes finales, revivir las cinemáticas o escuchar su amplio repertorio musical, nos encontramos con un número suficiente de alicientes, como para mantenernos enganchados durante un buen número de horas. Es más, puede que completar la historia de Horace nos lleve poco más de diez horas (acaparando gran parte la propia narrativa), pero si le damos una segunda oportunidad la cosa puede alargarse perfectamente hasta las 15 o 20 horas de juego.

 

Los controles, por su parte, son bastante precisos. Podemos saltar, correr, agarrar objetos en los momentos más plataformeros e incluso realizar determinadas acciones desbloqueables durante nuestro progreso (como caminar por paredes o techo), pero también podemos realizar un gran número de acciones presentes en cada uno de los minijuegos que nos vamos encontrando. Algo que, en un título de corte pixelado, es de agradecer. Eso sí, poder jugar con la gravedad nos ha llevado a vivir más de un quebradero de cabeza… ¡y es que, en ocasiones, no hay mayor trampa que nuestro propio entorno.

 

El salón recreativo es una de nuestras localizaciones… ¡preferidas!

 

En relación a su complejidad, la curva de dificultad se encuentra aceptablemente bien medida. Y, más allá de algún pequeño pico en zonas muy concretas o en algún enfrentamiento con los jefes finales (batallas que merecen ser destacadas por su cuidado y esmero), todo fluye con bastante soltura. Además, Horace cuenta con diversos pilares sobre los que cualquier jugador con dificultades puede apoyarse. El primero, su gran número de puntos de guardado (algo que reduce el grado de frustración a niveles mínimos). El segundo, la posibilidad de obtener unas «bolas» acumulables que nos siguen y otorgan vidas extras a modo de escudo.

 

Un verdadero puzle emocional

Ya hemos adelantado que, narrativamente hablando, Horace no es un título apto para todos los públicos. No obstante, conviene destacar que tampoco nos encontramos ante una de esas obras que, instauradas en un pesimismo infinito, hacen del drama su principal protagonista. Y es que el título que aquí nos ocupa derrocha una inusitada energía que hace que, como si de un ensayo filosófico se tratase, sigamos tirando de su hilo argumental durante horas y horas. Tratar de ver el mundo con los ojos de un recién nacido, ya adulto y con una capacidad de raciocinio casi total, es realmente brutal. Efectivamente, filosóficamente hablando este juego daría de si para 5 artículos, un doctorado y cuatro masters.

 

 

 

Además, tampoco podemos olvidarnos de las continuas referencias a la cultura pop de las últimas décadas. Algo que aporta una gran riqueza al conjunto y que, a modo de jugoso extra, ha supuesto toda una grata sorpresa para los que ya calzamos cierta edad. Un cartero clavado al Señor Miyagi (Karate Kid), un Space Invaders con zombies al más puro estilo de Thriller de Michael Jackson, las alusiones a las setas «mágicas» o la presencia del Volkswagen Beetle más famoso (Herbie) y del coche más fantástico de la televisión (KIT) son solo una pequeña muestra de los diferentes ejemplos que nos hemos encontrado durante toda la aventura.

 

Por otro lado, la ingenuidad y positividad con que el propio Horace nos narra en perfecto inglés (subtítulos en español) los acontecimientos, o el hecho de que mientras duerme sueñe con volar, nos muestra, aunque sea metafóricamente hablando, un sorprendente proceso de toma de conciencia que, sinceramente, ha supuesto una experiencia bastante positiva. Eso sí, para los más activos puede acabar siendo, una aventura demasiado pausada y melancólica.

 

Estos bugas me suenan…

 

Corazón pix-helado

Puede que nos encontremos ante un título pixel art (con algunas excepciones relativas los propios escenarios de juego). No obstante, como suele ocurrir en cualquier obra de autor. Helman ha logrado impregnar con sus espíritu hasta el más mínimo detalle. El mimo y el cariño de cada objeto, escenario o personaje es más que evidente. Algo que, por otro lado, se traduce en un buen trabajo de optimización, no encontrando ningún problema de rendimiento, realmente reseñable, tanto en modo portátil como en la TV. Si que es cierto que, sobre todo en los primeros planos, contamos con momentos en los que dicho aspecto pixelado resulta demasiado exagerado y estridente. Por otro lado, su amplio repertorio musical en 8 Bits resulta sorprendente. Es cierto que la nitidez sonora cuenta con sus altibajos. No obstante, la variedad de temas a nuestra disposición es casi tan grande como el número de zonas por las que circulamos durante esta peculiar aventura. Por si fuera poco, que muchos de esos temas se correspondan con reconstrucciones de piezas clásicas aporta un toque tan sorprendente como diferenciador.

 

Puede que Horace no sea un Triple A, ni ninguna superproducción abanderada por grandes editoras o famosos y multitudinarios equipos de desarrollo, tampoco creo que nunca pretendiera serlo. No obstante, tanto su cuidada y profunda narrativa, que nos hará reír, llorar y, en definitiva, emocionarnos, como sus secciones plataformeras o su amplio surtido de minijuegos hacen de ella una propuesta única e irrepetible. Para rematar, sus continuas referencias a la cultura pop, su destacable apartado artístico (donde destaca un cuidado pixel art o la extensa BSO) o la gran variedad de mecánicas a nuestra disposición dan forma a un título difícilmente encasillable en un solo género. En definitiva, una de esas obras tan especiales y únicas como sus propios desarrolladores. Una acertada mezcla que, alejándose de cualquier atisbo artificial, combina todas sus partes de una forma bastante orgánica. ¿Te gustan las plataformas?, ¿añoras el pixel art y los títulos de corte clásico?, ¿das importancia a la narrativa y a una buena banda sonora? Pues no lo dudes, Horace es tu juego.

 

Hemos analizado Horace gracias a un código digital cedido por 505 Games. Versión analizada: 1.5.3

Horace
Un verdadero cóctel pixelado
Horace es una de esas propuesta difíciles de encasillar. Y es que su acertada mezcla de plataformas, mini-juegos, pixel art y música retro-clásica, conjuga a la perfección con un cuidado y emotivo apartado narrativo.
PROS
Una maravillosa y pixelada experiencia con una jugabilidad única e irrepetible
Su profundo apartado narrativo, plagado de referencias nostálgicas a la cultura pop
Amplio repertorio de mini-juegos
CONTRAS
Puede resultar un poco desconcertante y, por momentos, excesivamente desafiante
Un plataformas no apto, por su fuerte y pausada carga narrativa, para los más impacientes
Un modo multijugador le abría sentado como anillo al dedo
84