Hace casi unos doce años atrás, la desarrolladora Grasshopper Manufacture Ltd publicó un título llamado No More Heroes, que la catapultó a la fama, y al que dio continuación con una segunda parte dos años más tarde, ambos en Wii, aprovechando las virtudes del control por movimiento del Wiimote para simular combates con katanas láser. No obstante, esta desarrolladora también era conocida de antes por el shooter de peculiar estética de GameCube, Killer 7, que alguna gente considera en cierto modo precuela de la mencionada saga, tanto por su temática como por su estilo visual. Volviendo a No More Heroes, muchos fuimos los que nos quedamos esperando a que llegara una tercera entrega de las criminales aventuras de Travis Touchdown, y quizás en el futuro próximo podría tener lugar, según palabras de Goichi Suda, el director ejecutivo de Grasshopper, por eso igualmente alegró el año pasado cuando durante el último Indie Showcase se mostró un tráiler protagonizado por el carismático anti-héroe, mostrando la llegada de nada menos de Travis Strikes Again: No More Heroes a la consola híbrida.
Los meses han pasado y por fin, tenemos entre manos el nuevo trabajo de Suda 51 y su equipo para Switch. No, no estamos ante un No More Heroes 3 con nombre algo cambiado, sino más bien de una especie de Spin-off, a pesar de que en cierto modo continúa la historia y comparte personajes, pero con llamativos cambios que sirven para darle otro aire en parte diferente a la serie y quizás ¿más cercano? a un público más amplio, sin que ello signifique necesariamente algo malo. Por supuesto todo es cuestión de gustos, y aquí estamos para dar nuestro parecer sobre lo que nos hemos encontrado. ¿Será capaz de tocarnos el corazón de nuevo Travis Touchdown con su retorno? Sólo hay una manera de saberlo y leyendo el siguiente análisis. ¡Adelante!
Pide un deseo, tu consola te lo concede
Travis es un joven otaku apasionado de los videojuegos, el anime y las peleas de lucha libre quien, tras los acontecimientos ocurridos en las anteriores entregas se convierte en un asesino profesional de otros asesinos para escalar puestos en el ranking de la misteriosa Asociación de Asesinos Unidos, y mira por donde consigue dinero suficiente como para retirarse una temporada a algún lugar perdido de Sudamérica, junto a su caravana y su gata Jeanine, además de para hacerse con una legendaria consola Death Drive Mk II (cualquier parecido con el nombre de cierta consola de Sega de 16bits es mera coincidencia) que está a punto de probar cuando recibe una nada agradable visita. Se trata de Bad Man, el padre de Bad Girl, una antigua enemiga de Travis, quien anda buscando venganza, y en esto de enredarse a golpes en medio de la caravana se cruzan los cables literalmente de la consola, los absorbe y los manda al interior de uno de sus juegos. Pero la cosa no queda ahí, puesto que descubren la siguiente premisa, quien reúna las restantes seis Death Balls -lo que vienen siendo los cartuchos de esa consola- y supere los respectivos juegos, le será concedido un deseo (cualquier parecido con la archifamosa saga de son Goku y sus amigos también es mera coincidencia). Con esa perspectiva por delante, ambos rivales deciden unir fuerzas para salir airosos de cada juego a fin de poder ver cumplidos sus respectivos deseos, y para ello tienen que masacrar hasta el último enemigo (llamados Bug) y su respectivo jefe final.
Esta es la aventura que tenemos por delante, un juego -o varios mejor dicho- dentro de un juego, todo un ejemplo de lo que significa la expresión “derribar la cuarta pared” que se desenvuelve a lo largo del camino, mostrándonos extraños cruces entre realidad y ficción que los personajes asumen con total naturalidad. La partida se estructura en dos partes alternativas, por un lado los juegos o niveles que vamos visitando, cada uno con su propia historia, donde se desarrolla toda la acción hack n’ slash en forma de sucesivos combates contra grupos de monstruitos, y por otro, cuando salimos de la consola y cogemos la moto para ir a buscar la siguiente Death Ball, una odisea que tiene lugar en forma de una especie de novela gráfica a la antigua, como si lo viéramos desde un ordenador i386 bicolor en sistema DOS de hace unas cuantas décadas, de cuando no había ni Windows vaya. Hay tres niveles de dificultad, Sweet, Mild y Bitter, correspondientes a fácil, normal y difícil, siendo el primero bastante asequible incluso para los menos expertos en los juegos de mucha acción, eso sí, escogido el nivel hay que apechugar con él hasta el final, puesto que ya no se puede cambiar, y en principio tampoco hay más de un bloque de guardado, con el pequeño inconveniente de que si alguien se nos suma a la partida se tiene que adaptar al progreso que llevemos en ese momento. Lo que sí se puede cambiar en cualquier momento es entre uno y dos jugadores, y el personaje que manejamos, ya sea Travis o Bad Man, que comparten movimientos y técnicas especiales, además en sentido estricto, puesto que en cuanto a dichas habilidades especiales lo que uno usa el otro no puede.
Travis se lo ha Bug-cado
En cuanto a aspectos técnicos, resaltar que este título conserva gran parte de los elementos que pudimos ver en las anteriores entregas protagonizadas por Travis Touchdown, como la estética de novela negra americana con grandes contrastes de luces y sombras -ahora combinadas con inquietantes efectos de distorsión que nos recuerdan que en esta ocasión nos movemos por mundos virtuales en lugar del real-, o la temática adulta con todos sus elementos habituales, aunque en esta ocasión quizás no resulta tan cruda, ayudado por el hecho de que pasamos a una vista aérea con la lejanía que eso implica y de que, como decíamos, estamos dentro de un videojuego más que en la vida real, tomando más espacio perturbadores rasgos de la irrealidad. Eso sí, el humor negro del protagonista y del resto de personajes sigue intacto, además de su carismática chulería que lo lleva a no achantarse en ningún momento por más que los peligros arrecien. Hay que destacar el currado trabajo por lograr mostrar un fiel reflejo de la cultura del entretenimiento de los ochenta y noventa, especialmente sobre temática de cine y videojuegos -incluyendo alguna escena de acción real incluso, casi un guiño a Night Trap-, es de hecho el que considero uno de los puntos más destacados de este juego, junto a la profundidad psicológica y filosófica a la que desciende en algunos diálogos, alternada con el humor desenfadado de otros. El universo de Travis se mezcla tanto con el propio de los videojuegos que a veces hace dudar de dónde está realmente, aparte de por jugar con la conocida idea del juego virtual tan inmersivo que puede costar la vida al usuario -tan del gusto de conocidos animes como Hack y posteriormente Sword Art Online-, así el conjunto resulta de lo más nostálgico aderezado con la combinación de gráficos con estática, sonidos casi robóticos como de ordenador antiguo y melodías muy tecno que, pese a ser discretas, casi una base en ocasiones, son de lo más pegadizas tanto en los momentos de más acción como en los más tranquilos.
Los controles son bastante asequibles, pensados para jugar con cualquiera de los mandos de Switch, incluidos los Joy-Con apaisados compartidos con el segundo jugador, los primeros minutos del primer mundo son un tutorial para afianzarnos a ellos (el botón Y para atacar, X para golpes fuertes, R para ataque concentrado, B para saltar, A para esquivar y L para activar el menú de habilidades especiales combinado con Y, X, B, A, según las hayamos asignado, un poco como en Final Fantasy Explorers de 3DS), por supuesto se mantiene la idea de que cada cierto número de golpes nuestra katana láser se descarga, como en anteriores entregas, y se recarga pulsando una vez el stick izquierdo y moviendo el stick derecho en cualquier dirección. Esto sumado al hecho de que las habilidades especiales requieren un tiempo de recarga tras cada uso le dan el factor estratégico a la hora de combatir, no basta con liarse a espadazos a lo loco con los enemigos, sino que tenemos que saber buscar huecos donde recargar, o incluso aprovechar alguna de las habilidades especiales para darnos espacio de reacción (por ejemplo usando un campo de slow motion para que los enemigos no nos agobien mientras estamos intentando recargar nuestra arma). El juego luce bastante fluido en general, tanto con un jugador como con dos en movimiento, no hay caídas de frames ni en la pantalla de la consola ni puesta en el dock. Tampoco hay especialmente fallos técnicos que destacar salvo que quizás la pantalla inicial de carga es un pelín larga, el resto durante el juego son aceptables.
Travis Strikes Again: No More Heroes – Un retorno que no deja indie-ferente
Tras unos años de espera, Travis Touchdown por fin regresa, no directamente con una tercera parte de sus aventuras sino con una especie de “sidequest” más indie, tan indie que, si no fuera por quien la protagoniza y por todo lo que la rodea, se podría considerar perfectamente un título más dentro de este fenómeno en crecimiento. Es tal su “hermanamiento” con lo indie que incluso le hace un gran homenaje en forma de camisetas dedicadas a muchos de los juegos que han llegado en los últimos años a Switch (Hollow Knight, Celeste, Pocket Fighters, incluso el malogrado Morphies Law entre muchos otros), que podemos comprar dentro del juego y que muchos querríamos tener en nuestro armario, para qué negarlo. ¿Es algo malo esto? Desde mi punto de vista para nada, Suda51 y su equipo han querido experimentar con otros patrones a la hora de traer de vuelta este personaje tan querido por mucha gente. Se podría argumentar que han cambiado el estilo más de juego de culto, de minorías si se quiere, con un nivel de gore como para poner contento a Tarantino, por otro más semejante a las tendencias actuales, un juego indie de acción rápida y temática engañosamente simple que en realidad esconde mucho más trasfondo. ¿Es esto la búsqueda de un público más amplio al que atraer o al que dar a conocer su trabajo? Puede ser, pero igualmente tampoco es algo malo puesto que el producto final es realmente bueno, para mi gusto por supuesto, se nota un gran trabajo detrás y tiene la virtud de saber enganchar con su trama y su mecánica de principio a fin, algo de lo que no tantos títulos (de los muchísimos que van surgiendo cada poco tiempo y de los que están por llegar) pueden jactarse.
El problema puede venir sin duda de que, nuevamente lo digo, sea confundido con un No More Heroes 3 –ya dejado caer por su creador, que se las debe estar viendo venir-, cuando no lo es para nada. Como advertí al principio de este análisis, se trata más bien de una especie de Spin-Off, dentro del mismo universo y compartiendo protagonista eso sí, pero al que tampoco se le debe vincular a la saga principal en sentido estricto, ni serle recriminado por las diferencias; y por poner un ejemplo un tanto exagerado, ¿se debe juzgar Mario Kart 8 por su mayor o menor parecido con Super Mario Odyssey?. Y esto lo digo porque probablemente ya haya algunos fans acérrimos de la serie furibundos y agitando el puño al viento, renegando de que éste no es el regreso que esperaban y pidiendo que rueden cabezas (metafóricamente). Para ser justos, habría que abordar este título de manera independiente, sin ir con ideas preconcebidas ni comparaciones odiosas, de ese modo se puede apreciar seguro que es un título que merece mucho la pena, con sus más y sus menos, pero bastante bien acabado en conjunto.
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