Durante aquel E3 de 2019, ese que todavía no se había visto lastrado por la llegada de un virus que ha encerrado a medio mundo en sus casa, se dejó ver un juego muy especial. Sí, por supuesto que todos recordamos el anuncio de Breath of The Wild 2, la guinda a una presentación de Nintendo que dejó el nivel alto para el resto de compañías en el evento. Sin embargo, además del sorprendente anuncio de la segunda entrega del juego de The Legend of Zelda más aclamado de los últimos años, hubo un título que captó enormemente mi atención, Sakuna: Of Rice and Ruin. El juego ya se había dejado ver en el E3 de 2018, pero fue en el del año siguiente, el último hasta la fecha, en el que realmente puso sus argumentos sobre la mesa. ¿En serio eso era un indie? Decían que era un indie, pero costaba creerlo. Se veía mejor que la mayoría de juegos mostrados en el evento, por no hablar de la fluidez de sus movimientos. Luego, cuando te enteras que ha sido desarrollado por un estudio integrado por tan solo dos personas, te das cuenta de que esta industria que tanto queremos está cambiando los paradigmas que la han identificado durante los últimos años. Pero ese tema lo dejaremos para otro día.
Volviendo al asunto que nos ocupa, Sakuna: Of Rice and Ruin mostraba como una niña se batía contra monstruos y demonios, mientras se afanaba por sacar adelante su arrozal. Todo ello ambientado en un escenario típico del Japón feudal. Un título que se mostraba dinámico y colorido, y que se convertía en uno de los esperados para Nintendo Switch (entre otras) de ese año 2019. Sin embargo, el juego necesitó retrasar su lanzamiento para terminar de pulir ciertos aspectos del mismo y eso, unido a la ya consabida pandemia, han hecho que el título haya fijado su lanzamiento para el día 10 de noviembre de este ajetreado 2020. ¿Habrá merecido la pena la espera? Os lo contamos en las siguientes líneas.
Chihiro vibes
El principio del juego nos muestra como un variopinto grupo de abatidos humanos cruzan el puente hacia el «Alto Reino», el mundo de los dioses. El porqué están allí no queda claro, al menos en un primer momento, pero el caso es que en seguida se encuentran con una niña revoltosa y engreída, Sakuna. Una diosa que habita en la Capital de este mundo de deidades y que advierte al grupo de que deben retroceder, este lugar no es para ellos. Sin embargo, movidos por el hambre, deciden seguir adelante hasta que llegan a la Capital, un lugar en el que humanoides y seres míticos del folklore nipón se mezclan en un entorno reconocible para cualquier amante de la animación japonesa. Construcciones en madera roja, torii y paneles de bambú, configuran una estructura iluminada a la luz de velas y farolillos. Un escenario que recuerda poderosamente al hotel de la película El Viaje de Chihiro, solo que, esta vez, la niña a la que seguimos los pasos no es una chica humilde y ocupada en los que haceres de una sirvienta, sino que se trata de una diosa prepotente y acostumbrada a que se lo den todo hecho.
La entrometida Sakuna decide seguir al grupo humano mientras éstos van en busca de comida. Su insensatez lleva a que se produzca un desastre y eso, a su vez, a que Lady Kamuhitsuki exilie a Sakuna y al resto de personajes a la «Isla de los Demonios». Aquí, comienza la aventura.
Dos géneros de moda
Llegamos a la isla. Pronto comenzamos a explorarla y empezamos a entender cómo funciona Sakuna: Of Rice and Ruin. Y, creedme, hay mucho que entender. Empecemos por la primera mecánica que nos muestra el juego y una de sus señas de identidad: los «Ropajes Divinos». Se trata de una tela con poderes mágicos que permite a Sakuna agarrarse a elementos del entorno, muros, rocas, el suelo… y a los enemigos. Se usa tanto para avanzar por el escenario, superando obstáculos y accediendo a zonas que de otra forma no sería posible acceder, como en combate, donde se muestra realmente útil. Lo que más llama la atención de los «Ropajes Divinos» no es solo la cantidad de usos diferentes que tienen (todavía no los hemos descubierto todos), sino lo fluido de cualquier movimiento que ejecutamos con ellos. Si no fuese porque la protagonista es una niña vestida con un kimono, diría que es uno de los mejores juegos de Spiderman que he tenido el gusto de probar.
Sakuna: Of Rice and Ruin es un juego que combina dos géneros del videojuego que están actualmente de moda: el dungeon crawler y la gestión de recursos. Ciertamente se queda ahí la cosa, también es un título con elementos del action RPG, pero esos dos son las más relevantes. El título los diferencia a la perfección, dejando claro que cada una de esas mecánicas tiene su propia línea de ejecución y desarrollo dentro del juego. ¿Cómo lo hace? Jugando con las dimensiones. Hay muchos elementos que nos indican cuándo nos adentramos en una zona dónde hay enemigos y cuándo nos encontramos en un contexto de gestión de recursos. Uno de ellos es la música, rápida y dinámica en las zonas «dungeon» y pausada en el área de gestión. Sin embargo, lo que realmente diferencia a una mecánica de otra es el uso del 2D y el 3D. Cuando accedemos a una zona de exploración, nos movemos en 2D. El escenario está en 3 dimensiones sí, es decir, tiene profundidad, pero el movimiento se realiza en 2. Mientras que, en el área donde se encuentra el hogar de Sakuna y sus compañeros, la zona de gestión de recursos y donde plantamos arroz, el movimiento es en 3D. Da la sensación de que es la forma que tiene el juego de trasmitir la diferencia entre ambos enfoques mecánicos. En el dungeon crawler, el objetivo es seguir adelante todo lo rápido que podamos, mientras que la gestión de recursos requiere de una perspectiva más amplia y un estudio pausado del terreno.
Todo tiene un por qué en Sakuna: Of Rice and Ruin
Si algo ha definido las primeras sensaciones que me ha transmitido Sakuna: Of Rice and Ruin, es el hecho de la cantidad de mecánicas secundarias y elementos de juego que aúna este título. Los «Ropajes Divinos» son uno de ellos, uno de los más llamativos, pero uno más al fin y al cabo. Además, tenemos dos armas, una más rápida y menos potente, y otra más pesada pero que pega más duro. Hay varias zonas de exploración, cada una con unos logros diferentes que, si conseguimos, aumentan nuestro nivel de exploración, que es lo que nos permite seguir desbloqueando zonas. Tenemos la posibilidad de recolectar materiales de diversa índole, fabricar comida, armas, equipo… El arroz tiene un proceso de sembrado y recolección que pasa por diferentes etapas y que está muy cuidado a fin de (se entiende), ser fiel al proceso que se llevaba a cabo en la época para su cultivo. Hay días, estaciones, consecuencias por salir a explorar de noche, mecánicas de hambre y cansancio. Hay jefes y enemigos de todos los tipos, habilidades propias del personaje, habilidades propias de las armas, habilidades relacionadas con el cultivo del arroz… Y todo eso sin hablar de lo que nos encontramos cuando abrimos el menú del juego. Están los stats de Sakuna, su equipo, las bonificaciones que obtiene por la comida cada día, las misiones principales, las secundarias… Muchos, pero que muchos elementos trabajados al detalle. ¡Hasta el arroz tiene stats! Resulta abrumador, pero solo al principio. A poco que avanzamos, nos damos cuenta de que no es tan difícil de manejar. Y la razón es sencilla: todo está conectado.
Hay mucho a lo que atender en Sakuna: Of Rice and Ruin, y eso es algo que en ciertos títulos acaba por agobiar al jugador, pero aquí no. Este título ha trabajado la relación entre sus elementos para dotar al conjunto de coherencia. Si bien es cierto que las mecánicas de los dos géneros principales del juego, tienen sus entornos bien diferenciados, ambos están relacionados. Su avance progresa de forma conjunta. Las nuevas zonas y lo que obtenemos en ellas nos proporcionan lo necesario para poder desarrollar nuestra zona de cultivo y viceversa, los beneficios obtenidos en la cosecha nos permiten mejorar nuestros stats y equipamiento con el que poder avanzar a nuevas áreas. Esta relación no se ciñe únicamente a las mecánicas principales, sino que se deja ver en todos los elementos, incluso en la narrativa. Nuestro variado grupo de compañeros, también se desarrolla a medida que avanzamos en el juego. Con escenas entrañables y conversaciones al final de cada día, vemos cómo se desarrollan las relaciones entre ellos y cómo cada uno va mostrando su personalidad y objetivos de vida.
Sakuna: Of Rice and Ruin – Una abrumadora interrelación
Sakuna: Of Rice and Ruin nos ha dejado con la sensación de haber dado un bocado demasiado grande como para que podamos comerlo de una sentada, pero que, una vez dentro, pasa el trago suavemente. Este es un título que presenta una cantidad de elementos y mecánicas que es raro que un solo juego acumule. La clave de que tal cantidad de elementos no resulte abrumadora, reside en la relación recíproca que existe entre todos los aspectos del juego. Todo tiene un por qué, todo está relacionado. Un título que consigue que narrativa, dungeon crawler, gestión de recursos y RPG, convivan en un escenario agradable par la vista y el oído, donde el avance y la progresión se consigue con la interacción entre los distintos aspectos que aúna el juego. Llegados a este punto solo quiero seguir avanzando por las colinas, bosques y grutas de la Isla de los Demonios, pues tengo la certeza de que la aventura no ha hecho más que comenzar.
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