Legendary Eleven Análisis Nintendo Switch

ANÁLISIS – Legendary Eleven (Nintendo Switch) El fútbol era así

Como podéis leer en mi bio de esta página, llevo unos cuantos años dándole caña a esto de los videojuegos y, si hay un género que no ha faltado nunca en ninguno de los sistemas que he tenido, ha sido el de los juegos de fútbol (y de basket). En los últimos tiempos, la variedad en la oferta de este tipo de títulos se ha reducido, casi totalmente, a las oportunas ediciones anuales de FIFA y PES, que se han ido convirtiendo en simuladores con demasiadas opciones y complejidad en los que hay que invertir gran cantidad de horas tanto para dominarlos como para disfrutarlos. Justo lo contrario ocurría en la época de los 8 y 16 bits, cuando los arcades simples, directos y frenéticos reinaban en consolas, recreativas… y mi estantería. Eclipse Games, desarrolladora con base en Zaragoza, ha bebido del espíritu de referencias de ese subgénero como son, por ejemplo, Super Sidekicks de SNK o el Football Champ de Taito, para traernos Legendary Eleven a Nintendo Switch y llenar el vacío de «fútbol desenfadado» que venimos sufriendo desde hace tiempo.

 

 

El pasado siempre vuelve

Cuando vi por primera vez el tráiler de presentación de Legendary Eleven, lo primero que me llamó la atención fue el estilo retro que impregna su apartado visual. El modelado de los futbolistas caricaturiza el estilo de finales de los 70 del siglo pasado, por lo que los peinados afro, bigotes lustrosos y equipaciones ceñidísimas serán lo predominante sobre el césped de unos estadios cuyas vallas publicitarias también evocan de forma simpática a marcas que cualquiera puede asociar a imágenes de mundiales como México 86 ó USA 94. Estas particularidades le proporcionan personalidad propia al título, que luce de manera similar y sin problemas destacables en modo sobremesa y portátil. Sin embargo, el acabado final resulta un poco menos vistoso de lo deseable debido a unas texturas y animaciones mejorables en cantidad y calidad o una evidente falta de detalle en algunos elementos como el público o la rigidez de las (enormes) redes de las porterías. Además, la iluminación y el diseño espigado y muy similar de todos los futbolistas provoca que en ocasiones no sea fácil distinguir a los componentes de cada equipo salvo que los colores de los uniformes (elegidos siempre automáticamente por la consola) sean radicalmente distintos, lo que origina cierta sensación de descontrol durante los partidos que se ve acentuada por la limitada IA de los 22 deportistas sobre el terreno de juego. El aspecto sonoro cumple sin más ya que, aunque no presenta ningún inconveniente, las limitadas frases del (lánguido) speaker y la escasísima variedad de efectos o cánticos del público, dan la impresión de que no ha sido un apartado en el que Eclipse Games haya dedicado más esfuerzo que el necesario para salir del paso.

 

 

Los controles son básicos, fáciles de dominar y, por lo general, responden bien. Aunque, como buen arcade, Legendary Eleven no tiene decenas de liosas combinaciones de botones para realizar otros tantos movimientos, es recomendable disputar uno o dos encuentros con la ayuda activada, para aprender alguna que otra acción como, por ejemplo, hacer una pared que, de otra manera, no sabríais ni que existe debido a que no aparecen todas en el diagrama de controles ni en los textos que adornan las pantallas de carga.

 

Si no activas las ayudas puede que nunca llegues a saber que se usa el mismo botón para el tiro, el pase largo y el centro.

 

Otro aspecto en el que este título balompédico deja clara su influencia retro, en este caso de forma negativa, es en los modos de juego disponibles, ya que únicamente incluye dos: partido amistoso y campeonato. En el primer caso tenemos las opciones clásicas y podemos enfrentarnos a otra persona de manera local, cada uno con un Joy-Con, o a la máquina. Además, se nos permite editar aspectos como la climatología, dificultad, duración o árbitro de los encuentros para darle mayor variedad a los mismos. Por el contrario, si optamos por disputar torneos, esta configuración será automática y lo único que podemos elegir será la competición en la que participaremos y la selección que vayamos a manejar.

 

Legendary Eleven incluye un total de 5 copas (4 continentales y una mundial, que se desarrollan en formato de liguilla y eliminatorias) y 36 selecciones nacionales. Algunas son de países ya extintos como Yugoslavia o la U.R.S.S. y su nivel viene determinado por el que exhibían en la época en la que el juego está ambientado, así que no esperéis que España sea un equipazo, porque el «Tiki-Taka» llegó más tarde. Esto será lo que fije la dificultad, que va aumentando desde los primeros partidos hasta la final, por lo que, independientemente de tus habilidades, siempre será más sencillo ganar un torneo controlando a Brasil que a Arabia Saudita, puesto que las diferencias entre equipos son muy acusadas. Como es de esperar, las plantillas no son reales, aunque es fácil reconocer quién es quién a la hora de decidir la alineación ya que los desarrolladores han optado por la coherente solución de poner sólo los nombres de cada futbolista. Así, por ejemplo, en Argentina contamos con un tal Armando, en Holanda juega alguien llamado Ruud o, si nos referimos a la «Retro Roja», tenemos a Andoni como portero.

 

Las opciones generales son escasas y para modificarlas hay que salir obligatoriamente al menú principal.

 

Libre Directo

En la época en la que en los juegos de fútbol pasas más tiempo organizando tu club que enfrentándote a rivales, se agradece que en Legendary Eleven basten unas pocas pulsaciones de botón para estar manejando a nuestra selección favorita sobre el césped. Las transiciones entre menús son ágiles y los tiempos de carga muy cortos, lo que vuelve a recordarnos a los arcades antiguos en los que lo verdaderamente importante eran los partidos. Lo único que puede distraernos antes del pitido inicial es la configuración de nuestro equipo, que podemos acometer en tres vertientes: alineación, formación y selección de cromos. Mientras que las dos primeras acciones son básicas y no tienen ninguna ciencia, la colección de cromos sirve para potenciar determinadas aptitudes de tu plantilla, lo que aporta (o debería) cierto toque estratégico al juego. Podremos elegir cuatro antes de cada confrontación y con ellas obtendremos mejoras como centrales más seguros, centrocampistas que pasan más rápido o mayor permisividad arbitral. Estas estampillas las vamos adquiriendo a medida que conseguimos determinados logros como ganar campeonatos o marcar un número específico de goles de falta y es un buen añadido para invitarnos a seguir echando unas partidillas de vez en cuando, aunque más por el factor coleccionismo que por los efectos que tienen sobre los partidos, ya que, al igual que cualquiera de los ajustes tácticos, apenas se notan sobre el campo.

 

¡Repeticiones como esta no las ven ni en el VAR!

 

Y es que, una vez que el balón echa a rodar, nos encontramos con unos enfrentamientos entretenidos pero que pueden acabar por ser monótonos debido a la poca variedad de acciones y el comportamiento por momentos poco lógico de los futbolistas, que convierten a los partidos en correcalles de ritmo acelerado en los que parece que algunas cosas suceden sin sentido. Pero no me canso de repetir que el planteamiento de Legendary Eleven es 100% arcade por lo que, resultados abultados con goles marcados por un defensa tras una galopada de campo a campo, árbitros que pueden pitar 4 ó 5 penaltis en un mismo encuentro y pasar por alto entradas homicidas, paradas inverosímiles de los porteros seguidas de cantadas clamorosas a lo De Gea o «Súper Tiros» propios del mejor Mark Lenders, entran dentro de lo normal. Concretamente estos lanzamientos, son trayazos casi siempre imparables y podremos ejecutarlos con cualquier miembro de nuestra plantilla tras cargar un indicador que se rellena realizando acciones que sumen en positivo durante el encuentro, como pases o quiebros, aunque también se vacía si hacemos algo equivocado como perder un balón o entrar a robar el esférico a destiempo. Las animaciones que los acompañan son vistosas, pero no estaría de más una variedad mayor, pues acaban siendo repetitivas de la misma manera que las de los regates,

 

¡El «Kamehameha» de los remates…

Otros chuts con especial repercusión son los libres directos y los penaltis. En ellos, primero apuntamos hacia dónde queremos que vaya el balón y, después, mantenemos apretado el botón de tiro hasta hacer coincidir dos círculos en tamaño. La mecánica es sencilla aunque algo exigente pero, cuando la dominamos, podemos deleitarnos con las acciones más espectaculares de los encuentros, sobre todo en el caso de las faltas.

 

Un par de aspectos que sí tienen cierta repercusión durante los enfrentamientos son la fatiga y la moral de los jugadores, indicadas por unas barras e iconos en la parte inferior de la pantalla. Tenemos que estar atentos a esta información para intentar tener a la plantilla más competitiva sobre el césped, ya que sí notaremos un peor rendimiento en los futbolistas cansados o cabreados por ir perdiendo y esto nos puede costar la victoria en los minutos finales.

 

 

Para la presentación de los partidos podremos seleccionar (siempre desde el menú principal, nunca durante un partido) dos tipos de cámaras laterales que son prácticamente idénticas, por lo que nos dará igual una que otra. Ambas se mueven sin mayor problema que algún leve tirón muy puntual aunque, como opinión personal, creo que el jugador que lleva el balón aparece un pelín más adelantado de lo aconsejable para poder tener una visión clara de las opciones de pase que tenemos por delante. Algo incomprensible es que no hayan implementado más diversidad de puntos de vista, ya que en las repeticiones tenemos más variedad… ¡incluso hay una cenital que, enigmáticamente, está estática en el centro del campo! A pesar de que los controles son poco intuitivos y algunas cámaras presentan glitches muy extraños, su manejo ofrece variedad de opciones y, con un poco de paciencia, podemos conseguir fotos bastante vistosas. Como añadido destacable, Legendary Eleven ofrece la posibilidad de grabar clips de vídeo.

 

Con cámaras como estos es normal que sólo dispongamos de 2 perspectivas

 

Legendary Eleven – Eliminados en cuartos

Es de justicia indicar que desde la desarrolladora han anunciado la inminente adicción de nuevas selecciones nacionales y algún modo de juego a mayores, en concreto, uno denominado «Partidos Legendarios«, ya disponible en la versión para Steam, donde este arcade es un «Early Access» (el modo online es, por el momento, menos probable). Esto, unido a los bugs que presentaba de salida y que, por fortuna, ya han sido arreglados en su mayoría con un primer parche, nos hace pensar que Eclipse Games se ha apresurado para aprovechar la coyuntura mundialística y ha lanzado un videojuego para Nintendo Switch que da la sensación de estar «a medio hacer«.

 

Pensándolo con frialdad, muchos quizá tengamos idealizadas sagas futboleras como las citadas al principio de este análisis y realmente no son títulos tan divertidos o, simplemente, no han aguantado tan bien el paso del tiempo como creíamos y este juego ha puesto tanto empeño en honrar a «sus antecesores» que se ha apropiado de lo bueno y lo malo de éstos. Como resultado tenemos un arcade con partidos entretenidos, sobre todo entre humanos con un nivel similar, pero con la excesiva simplicidad de la que hacían gala aquellos videojuegos, lo que se convierte en su mayor lastre y le impide brillar. Por mucho homenaje que sea, en pleno 2018 debemos esperar un producto con mejor acabado general, con más modos de juego, mayores posibilidades de personalización básicas de partidos o equipos y una IA de los jugadores más competente. Ojalá la desarrolladora pueda a dar un pasito más allá en su apuesta, porque Legendary Eleven tiene mimbres para convertirse en un buen oasis dentro del desierto de los simuladores.

 

 

Análisis realizado gracias a un código de descarga de Legendary Eleven en su edición para Nintendo Switch cedido por Eclipse Games.

Legendary Eleven posee el espíritu de los antiguos arcades futboleros de mediados de los 90, aunque lo tiene tan interiorizado que quizá se ha quedado demasiado corto en cuanto lo exigible hoy en día.
Nota de lectores5 Votos
30
PROS
Aspecto visual con personalidad
Los partidos son entretenidos
Tiempos de carga muy cortos
CONTRAS
Escaso de contenido y opciones
Sensación de descontrol frecuente
Apartado técnico solvente pero justito
65