La saga The Legend of Zelda es considerada una de las más influyentes de la historia de los videojuegos. ¿Quién le iba decir al joven Miyamoto que sus incursiones en los bosques, lagos y cuevas de su residencia infantil en Kioto iban a desembocar, a la postre, en una serie de aventuras que pasarían a la posteridad? Por si fuera poco, uno de los grandes rasgos definitorios de los títulos protagonizados por Zelda, Link y compañía siempre ha sido la valentía y la necesidad casi constante de evolucionar y presentarnos propuestas con rasgos sustancialmente diferenciadores. El último ejemplo lo tenemos con The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom.
Un título que, aunque estéticamente sigue la estela del remake de Link’s Awakening, aporta las suficientes novedades mecánicas y jugables como para volver a sumergirnos de lleno en el hermoso, maravilloso y mágico reino de Hyrule. ¿Queréis saber si esta nueva epopeya a cargo de la Gran N, Grezzo y Entertainment Planning & Development ha logrado hacerse ECO en Nintendo Switch con un más y mejor en toda regla? En tal caso no os perdáis la réplica de nuestro análisis para descubrirlo de primera mano y sumergiros en esta nueva reimaginación del universo de Zelda y compañía.
Re-bienvenidos a Hyrule
Ya han pasado cerca de 40 años desde que Miyamoto y compañía dieran vida al primer The Legend of Zelda para Famicom (NES para los amigos). Y si hay un territorio recurrente en muchos de ellos ese ha sido el de las Tierras Inferiores (Hyrule, ハイラル o Hairaru en Hyliano). Efectivamente, no iba ser diferente aquí. Más aún en una entrega que, pese a incorporar infinidad de novedades, sabe beber, jugable y narrativamente hablando, de forma inteligente de los clásicos de la serie.
Los habitantes de Hyrule se están desvaneciendo por culpa de unas misteriosas brechas que lo absorben todo a su paso. ¿Nuestra misión? Tras ser rescatados por cierto espadachín de leyenda, nos toca salvar el reino y a sus habitantes una vez más. Hasta aquí todo prototípico del género, ¿verdad? La novedad aquí radica en quien acumula el peso argumental y jugable. Y es que nuestra aguerrida, valiente y poderosa princesa Zelda es, con permiso de Tri, la absoluta protagonista de esta singular y preciosista aventura.
Ecos de un pasado más vivo que nunca
Si algo caracteriza a una saga como The Legend of Zelda es, y así lo ha demostrado a lo largo de los años, su capacidad de reinventarse y evolucionar. Logrando, por el camino, marcar un antes y un después en la idiosincrasia misma de la industria del entretenimiento en general y de los videojuegos en particular. Algo que ha conseguido alcanzando en todo momento un equilibrio casi absoluto entre el continuismo más clásico y el rupturismo más rompedor. Toda una leyenda que, en esta ocasión, logra alcanzar la excelencia jugable gracias al original sistema de Ecos.
Zelda: Echoes of Wisdom comienza presentándonos a un personaje que sirve de perfecta justificación de todo el cambio mecánico y jugable, Tri. Una misteriosa hada que, tras obsequiarnos con un cetro mágico, nos otorga la habilidad de capturar la esencia de multitud de objetos y monstruos repartidos por todo Hyrule. Permitiéndonos, por el camino, replicarlos para utilizarlos a nuestro favor. Suena original, ¿verdad? No os imagináis hasta que punto. Y es que los 127 Ecos disponibles nos permiten desde resolver puzles hasta derrotar enemigos o, simplemente, abrirnos paso.
No vamos a pararnos a enumerar las posibilidades que este singular sistema abre ante nosotros (texto libre spoiler). No obstante, si queremos hacer hincapié en el excelente diseño de niveles y en su simbiosis casi perfecta con los diferentes Ecos. Se nota que el juego ha sido diseñado desde cero pensando en dicho sistema. Por poner algún pero, el sistema de selección de Ecos nos ha resultado un verdadero incordio. Es cierto que se nos permite ordenarlos por tipos, pero el juego pedía a gritos la posibilidad de filtrar las réplicas similares o marcar nuestras favoritas con algún tipo de acceso rápido. Y es que acceder al menú de juego para escoger continuamente Eco es un paso recurrente en el juego, que en ocasiones nos lleva más de lo que desearíamos. Convirtiéndo esta entrega en una de las más pausadas de la saga.
Un Zelda de la cabeza a los pies
¿Abrumados con tantas novedades? Tranquilos. Zelda: Echoes of Wisdom sigue sintiéndose como un Zelda clásico de la cabeza a los pies. Por un lado, tenemos un gran mapa por explorar. Gerudo, el Lago Hylia, la ciudadela/llanura de Hyrule, Farone, el Volcán de Eldin… Os suena, ¿verdad? Y sí, la movilidad de Zelda (de arriba a abajo) sigue sintiéndose rematadamente bien. Algo a lo que se suman las diferentes posibilidades de desplazamiento a nuestra disposición. Destacando, por un lado las monturas (c a b a l l o) o un amplio surtido de puntos de teletransporte repartido por todo el mapa (templos, brechas del vacío, cuevas y mazmorras incluidas). ¿Prefieres desplazarte a la antigua usanza? Basta con renunciar a dichas «comodidades».
¿Echas en falta los enfrentamientos clásicos? Sin problema. Nintendo ha ideado una mecánica que, si bien aparece como secundaria, nos permite emular a Link con la espada, el arco y las bombas. No en vano, el Modo Espadachina (adquirible en la primera mazmorra del juego) nos permite adquirir las habilidades del héroe de leyenda. Eso sí, los de Kioto han restado protagonismo a dicho movimiento enmascarándolo tras una barra de energía. Sí, trucos a parte, su efecto es temporal. Teniendo que recolectar una suerte de burbujas azules para recargarlo.
Pero es que la cosa no se queda ahí. Y es que es posible aumentar el tamaño de la barra y mejorar el poder destructivo del arco o la propia espada recolectando Cristales de Poder (Poderilio). Material que puedes encontrar al derrotar jefes, realizar misiones e incluso abrir cofres escondidos. El procedimiento de mejora resulta bastante simple e intuitivo. Basta con visitar la Casa de Luebery (hermano de Impa) y utilizar su máquina. Por ponerle algún pero al Modo Espadachina, el sistema de fijado de enemigos durante los combates resulta algo engorroso y nos ha dado algún que otro problema.
Vínculos irrompibles
Al principio de este análisis os comentábamos que una de las grandes virtudes de este título era su capacidad de tomar prestados, en un inteligente ejercicio de reciclaje, elementos de otras entregas. Configurándose, con el paso de los años, como un dogma no escrito, pero inamovible. Y sí. La habilidad de vincular, presente en esta entrega, es un claro ejemplo más de ello.
Zelda: Echoes of Wisdom nos permite, y no deja de ser una muestra más de como sabe beber de aquí y de allí, vincularnos con monstruos y elementos inanimados presentes en el escenario. En el caso de los primeros, viene acompañado de la posibilidad de emular sus movimientos. Algo que ya os adelantamos amplia casi hasta el infinito nuestras posibilidades de actuación y desplazamiento. En lo que respecta a los objetos, esta «nueva» herramienta resulta muy útil para desplazar objetos de gran tamaño o peso. Os recuerda a la Ultramano de Tears of the Kingdom, ¿verdad? Pues permaneced atentos, y es que el título que aquí nos ocupa guarda muchos más tributos al resto de entregas de la serie.
Una aventura con mucha exploración y puzles
Eso sí, una vez asimiladas las novedades mecánicas queda claro que el núcleo duro del juego va por otros derroteros algo distintos a los vistos en los títulos de corte más clásico. No en vano, más allá de replicar a Link o invocar a un ejército de monstruos, el protagonismo aquí se lo llevan los puzles y la exploración. Y si no que se lo digan a nuestras diferentes guías. Algo, por otro lado, más acorde con las últimas entregas «mayores» de la saga. Los sellos del maratón de Sellelio, las 40 piezas de corazón (+7 piezas completas -jefes), las entretenidas misiones secundarias, los desafío y minijuegos, el regreso de las mazmorras, las recetas de zumos (a lo BotW), las mejoras de Luebery o los secretos escondidos en los rincones más recónditos. Todo lo anterior da, perfectamente, para más de 30 horas de juego.
Y sí, la extensión a recorrer aquí también difiere considerablemente con respecto a los clásicos. Incluso con respecto al remake de Link’s Awakening. No obstante, y con la idea de mantener un claro equilibrio entre lo clásico y lo moderno, se han incorporado diversas herramientas con las que facilitar dicho trayecto. ¿La más destacada? El mapa, entendido como centro neurálgico del juego. Una herramienta que nos permite desde activar los puntos de teletransporte hasta marcar zonas de interés u ojear las misiones (secundarias y primarias). Para rematar, la posibilidad de equiparnos objetos con habilidades pasivas o la flexibilidad del sistema de guardado hacen de la aventura un desafío de lo más amigable.
En definitiva, y conviene destacarlo, nos encontramos ante un hermoso mundo interconectado, que renuncia a los mapas cuadriculados para ofrecernos una propuesta tremendamente vertical e inteligentemente conectada. Una evolución clara con respecto a las señas de identidad inamovibles de los inicios de la saga, que nos deja meridianamente claro lo ambicioso de esta nueva entrega.
Bienvenidos a las Mazmorras 2.0
Pero… entonces… ¿aquí tampoco hay mazmorras? Tranquilos, la cosa no va a ser tan rupturista como lo vivido con el mayúsculo Skyward Sword. No en vano, la libertad de exploración desemboca, como si de un cuello de botella se tratase, en una experiencia mucho más clásica cuando nos adentramos en los templos o mazmorras del juego. Pudiendo superar cada área de multitud de formas diferentes gracias a los Ecos. Puzles, tesoros, enemigos, mapas, brújulas, llaves, mecanismos que accionar, etc. Contamos con casi todos los elementos clásicos, pero rebozados de una capa de originalidad y frescura que resulta muy de agradecer. Mención especial a las zonas subterráneas en 2D (derecha a izquierda). Secciones semi-plataformeras que nos han recordado al mítico Zelda II: The Adventure of Link de NES. Aportando, por el camino, un nuevo punto de variedad a una propuesta ya de por si revolucionaria a su manera. Y es que aquí todo tiene su razón de ser.
Por si fuera poco, contamos con las brechas del Mundo del Vacío. Pequeños mundos en 3D en donde las leyes de la gravedad son totalmente distintas. Sí, por un lado tienen un claro aire a Super Mario Galaxy (bendita verticalidad). Por otro, resultan muy similares, a su manera, a los Santuarios de BotW. Emplazándonos a resolver algunos puzles mientras experimentamos con el entorno, buscamos unos orbes con los que rescatar a los amigos de Tri (una suerte de aspiradoras de brechas) y nos enfrentamos a poderosos jefes con sus propias dinámicas de juego y patrones de combate. Y sí, los enfrentamientos resultan tremendamente épicos. No obstante, y pese a hacer un buen uso de las habilidades de Zelda, el que espere un desafío sin parangón debería rebajar un poco las expectativas. ¿Nuestra recomendación para los más veteranos? Apostar directamente por el Modo Héroe. Modo en el que recibiréis el doble de daño y no encontraréis corazón alguno.
Un verdadero lienzo jugable
Alcanzamos el clímax de este texto con uno de los apartados más reseñables de Zelda: Echoes of Wisdom: su dirección artística. Lo primero que salta a la vista es más que evidente, el título que aquí nos ocupa recupera el estilo visto en el remake de The Legend of Zelda: Link’s Awakening. Y lo hace con un más y mejor, tanto técnico como visual, en toda regla. No en vano, la apariencia de juguete encerrado en un hermoso diorama y su colorido diseño logran causar en el jugador una golosa, y desenfadada, explosión visual de proporciones bíblicas. Por si fuera poco, y más allá de un delicioso modelado de personajes, enemigos y animaciones, el extenso mapa cobra aquí especial protagonismo. No en vano, el mimo con el que se ha plasmado, con todo lujo de detalle, cada zona o territorio resulta casi pasmoso.
Para más inri, el efecto de desenfoque (presente más allá del primer plano) cumple dos funciones. Por un lado, suaviza escenas y aporta una estética aún más hermosa. Por el otro, logra disminuir la carga de elementos en pantalla y enmascara la distancia de dibujado. Recurso que, a su manera, ya vimos en Skyward Sword con el efecto acuarela. La BSO termina de poner la guinda al pastel con multitud de espectaculares melodías que saben tomar prestados acordes clásicos. Fusionándolos, con gran acierto, con piezas nuevas. La sensación de familiaridad y a la vez frescura es casi total y constante. No vamos a negarlo, en momentos concretos de la aventura hemos soltado el mando y nos hemos dedicado en exclusiva a deleitarnos con cada pieza musical. Y no, aquí tampoco faltan los efectos habituales de la saga.
Por su parte, en términos de rendimiento, el título sufre mini-ralentizaciones relativamente habituales en las localizaciones exteriores. Siendo más recurrentes en Modo Sobremesa. Eso sí, para tranquilidad de propios y extraños, dichas ralentizaciones son tan leves que no resultan molestas. Para finalizar, los tiempos de carga son bastante ajustados. Algo que, dada la extensión del mapa y el carácter dinámico de la aventura, es de agradecer.
Toda una moderna carta de amor a la franquicia
Zelda: Echoes of Wisdom se configura, desde el minuto uno de juego, como una necesaria línea a seguir por parte de la Gran N. Resultando complementaria con respecto a las entregas «mayores». Una deliciosa aventura que sabe combinar de una forma magistral elementos de la vieja escuela con increíbles adiciones jugables, que logran aportar un toque de frescura y originalidad pocas veces visto en la saga. Todo un ejercicio de nostalgia con sabor moderno, que encantará tanto a los más veteranos como a los nuevos jugadores que se incorporen a la franquicia.
Y sí, no vamos a negarlo, poder controlar a Zelda como protagonista en una entrega «canónica», tras cerca de 40 años de espera, es una verdadera delicia. Más aún si cabe si hablamos de una propuesta que incorpora sistemas jugables tan novedosos y entretenidos como las réplicas (Ecos) o la capacidad de vincularnos con nuestro entorno. Si a todo ello sumamos un mapa que multiplica su tamaño, toneladas de contenido por desbloquear y descubrir y un delicioso apartado artístico, que parece sacado de un cuento de hadas, el resultado es casi redondo. El juego solo logra palidecer en lo técnico. ¿El culpable? Pequeñas ralentizaciones que, aunque no afectan a la jugabilidad, resultan algo molestas. Por otro lado, también echamos en falta un sistema de acceso a los Ecos más intuitivo. Y ya, ninguna pega más para una entrega que, desde ya, debe ser situada en el TOP de la saga. ¿Listo para regresar a un Hyrule más vivo que nunca?
Hemos analizado The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom gracias a un código digital cedido por Nintendo. Versión analizada: 1.0.1
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